DIOS ES EL FIN PRIMORDIAL

El mundo que el Espiritismo está construyendo en la Tierra, con base en los principios fundamentales del Cristianismo, es esencialmente universalista, y por lo tanto anti-sectario. El Espiritismo no se proclama el único medio de salvación humana, ni se dice el detentor exclusivo de la verdad. Desde el punto de vista espírita, todas las religiones son formas de interpretación de la suprema verdad, y todas conducen al hombre a Dios, cuando son practicadas con sinceridad. Lo que importa, como decía Kardec, no es la forma, sino el espíritu. De una vez por todas, los espíritas necesitan liberarse de los residuos sectaritas, no respondiendo en el mismo tono a las agresiones sectarias de que son víctimas a todo momento. Solamente practicando la fraternidad y la tolerancia podremos ayudar a la construcción del mundo sin barreras que será el Reino de Dios en la Tierra.

Muchas gracias hemos de darle a Dios, por no estar a oscuras, por haber encontrado la Luz de la Doctrina de Jesús y con ella la Doctrina de los Espíritus, porque con ella tenemos siempre una dirección acertada para todas las circunstancias de nuestras vidas, pese a que estás puedan parecernos muy deprimentes todo tiene un significado en la vida. Nada sucede porque sí. Si estamos dentro del Espiritismo es por una razón, y con un fin, el descubrir el papel dentro de él, nos lo revela la vida paso a paso, pues aun dentro del movimiento espirita, pertenezcamos al grupo que pertenezcamos todos ejercemos una función, dentro y fuera de él, puesto que aunque nos alejemos, lo que se nos ha dado, ya eso nos pertenece y hemos de aplicarlo, solos o acompañados… en el grupo y fuera de él…

Aunque nos parezca extraño es así, mucho queremos a nuestros padres, la familia es un don especial, el lugar donde todos nos formamos, y un día es necesario dejarla para seguir el camino de cada uno en sí, no por eso no dejamos de querer a nuestros seres queridos, todo lo contrario, pero es necesario seguir circulando en la vida, y construyendo cada uno su propio camino… En el centro no es diferente, porque no se nos olvide que no estamos como en la iglesia con la obligación de ir, de nada nos vale estar allí todos los días, si no concordamos con los compañeros si no nos llevamos bien, muchas veces es necesario salir y repostar fuerzas, dejar crecer a los que nos rodean, y aprender a caminar solos, aunque aquel que trabaja de verdad, está siempre tratando de aplicar el evangelio para no confundirse, y merecer caminar con Jesús, pues con Él no nos perderemos…

El que trabaja por el bien, donde se encuentre, pertenece al Reino de Dios, no importa a que grupo o sector pertenezca, la unión es con el corazón de Jesucristo, en el amor de Dios, entonces no seamos rivales entre los seguidores de Cristo

Fenelón, en oportuna página, nos dice: “preguntasteis si la multiplicidad de los grupos en una misma localidad no podría provocar rivalidades perjudiciales para la Doctrina. A eso responderé que si estuvieran imbuidos de los verdaderos principios de esa Doctrina, verán hermanos en todos los Espíritus y no rivales. Los que ven las otras reuniones con celo prueban que están con segunda intención, por interés o amor propio, no siendo guiados por el amor de verdad. . Creed que si hay personas así entre vosotros provocaran más tarde o más temprano la perturbación y la desunión. El verdadero Espiritismo tiene por divisa la benevolencia y la caridad. De él se excluye toda rivalidad que no sea la del bien que se puede hacer. Todos los grupos que inscribieren esa divisa en su bandera podrán darse las manos como buenos vecinos, que no son menos amigos por no morar en la misma casa. Los que pretendiesen tener por guías a los mejores Espíritus deberían probarlo mostrando mejores sentimientos. Que haya lucha, pues, entre ellos, más que sea una lucha de grandeza del alma, de abnegación, de bondad y humildad”.

Comprendemos que no estamos en un juego de niños, cuando nos disponemos al trabajo serio y formal hemos de ser exigentes con nosotros mismos intentando ser mejores cada día, y condescendientes con los demás, procurando entendernos lo mejor posible y recordando siempre que dos no riñen si uno no quiere, y más se le pedirá aquel que más conocimientos tiene, por eso os dije que nadie nos exime de los dones que hemos recibido, ellos están dentro de nosotros, nos pertenecen y han de ser utilizados dentro y fuera en todas partes, porque recordemos que nunca estamos solos, que hay a nuestro alrededor espíritus por todas partes, que nos ven con toda claridad y a ellos como a Dios no podemos engañarles, trabajemos con honestidad y lealtad donde quiera que nos encontremos esperando dar lo mejor de nosotros, sin esperar recibir de los otros la mismo comportamiento…

Recordemos que Allan Kardec en la cuestión 1018 de El Libro de los Espíritus cundo pregunto a los buenos Espíritus si jamás existiría el bien en la Tierra, ellos les respondieron que el bien reinara cuando los buenos vencieran a los malos. Entonces aran en la tierra reinar el amor y la justicia que son la fuente del bien y de la felicidad.

Es por el progreso moral y por la práctica de las leyes de Dios que el hombre atraerá sobre la Tierra a los buenos Espíritus y de ella apartará a los malos. Más los malos no la dejaran sino cuando de ella sean barridos el orgullo y el egoísmo.

Que por nosotros no quede, empecemos la gran obra de nuestra propia transformación, sigamos caminando…

¿POR QUÉ DESPERTAMOS CANSADOS? UNA EXPLICACIÓN ESPÍRITA.

¿POR QUÉ DESPERTAMOS CANSADOS? UNA EXPLICACIÓN ESPÍRITA.

Durante el sueño, nuestro Espíritu continua activo.

El despertar matinal, para muchos, está acompañado de una sensación de cansancio que parece contradecir el propósito re vigorizante del sueño. ¿Más por qué despertamos cansados?

Este fenómeno es muchas veces atribuido a problemas físicos o estrés emocional. Entretanto, posee una interpretación singular cuando es observado bajo la óptica espirita.

Es esencial comprender que nuestro espíritu es inmortal y que poseemos un cuerpo físico. Y cuando adormecemos, nuestro espíritu, que nunca descansa, se puede desligar parcialmente del cuerpo.(1)                                                                                                                                     Aunque él se aparte del cuerpo, permanece ligado a  él por un cordón fluídico para, entonces, vivir experiencias en el plano espiritual.

Algunas consideraciones del Espiritismo sobre porque despertamos cansados.

Allan Kardec, en “El Libro de los Espíritus”, esclarece que el Espíritu, después de liberarse del cuerpo durante el sueño, él entra en contacto con el mundo espiritual²

Él puede, entonces, reencontrar entes queridos, estudiar y hasta incluso trabajar o encontrarse con desafectos.

De esa forma, si durante el sueño nuestro Espíritu estuvo envuelto en intensas actividades o se enfrentó 

a situaciones de perturbación o desarmonía, es posible  que despertemos con una sensación de cansancio o exhaustación , aun mismo sin una causa física aparente.

Se podría decir que, en cierto sentido, el cansancio que sentimos no es meramente físico, más también espiritual.

¿Cómo puede influenciar la calidad de nuestro sueño?

Además de eso, es relevante mencionar la influencia de los Espíritus desencarnados, en nuestra vida cotidiana. Estamos constantemente rodeados por Espíritus, muchos de los cuales pueden influenciar en nuestro bienestar físico y emocional.

Si, por ventura, estuviésemos bajo la influencia de un Espíritu menos evolucionado o perturbador, él puede drenar nuestras energías, haciéndonos despertar con la sensación de cansancio o aun mismo exhaustación.

El ambiente en el que dormimos también desempeña un papel fundamental.

Si el ambiente estuviese cargado de energías negativas, eso puede afectar nuestro sueño y la calidad del descanso que conseguimos alcanzar.

Por eso, es recomendado que hagamos oración³ antes de dormir, pidiendo protección y auxilio espiritual para que nuestro reposo sea verdaderamente vigorizador.

El cansancio puede ser físico, mental o espiritual.

¿Más como diferenciar un cansancio de origen espiritual de un cansancio físico o mental?

Es fundamental la auto-observación. Si los sentimientos de cansancio persistieran aun mismo tras de una noche de sueño adecuado y no estuviesen relacionados a esfuerzos físicos, desgaste emocional o enfermedad, puede ser un indicativo de que las causas son de naturaleza espiritual.

En ese caso, la oración, la meditación y la búsqueda por orientación en un centro espírita pueden ser herramientas valiosas.

Con todo, vale recordar que es fundamental cuidar de la salud física. Una alimentación equilibrada, la práctica regular de ejercicios físicos y un sueño de calidad y en harmonía con el espíritu.

Al final, el Espiritismo nos enseña que el cuerpo es el templo del Espíritu y merece cuidado y respeto.

La comprensión y la práctica de esas enseñanzas nos pueden guiar para un despertar más harmonioso y vigorizante, tanto para el cuerpo como para el Espíritu.       

José Batista de Carvalho

Referencias

1 –Cuestión 400, Capítulo VIII, de “El Libro de los Espíritus”, por Allan Kardec – “En que consiste el sueño y cual es su utilidad?”

2 –Cuestión 414, ídem -“Cuando el espíritu está liberado del cuerpo durante el sueño, él puede visitar otros espíritus?”

3 – En “El Evangelio Según el Espiritismo”, por Allan Kardec, el Capítulo XXVIII está dedicado a las oraciones espíritas.

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¿PUEDEN LAS RELACIONES VERSE AFECTADAS POR INFLUENCIAS ESPIRITUALES?

¿PUEDEN LAS RELACIONES VERSE AFECTADAS POR INFLUENCIAS ESPIRITUALES?

José Batista de Carvalho

Las relaciones pueden verse tambaleadas debido a muchos factores, y entre ellos podemos relacionar influencias espirituales.

LOS DESEQUILIBRIOS REPENTINOS QUE SE PRODUCEN EN LAS RELACIONES.

Muchas personas, en algún momento de sus vidas, enfrentan desafíos en el campo de las relaciones, y esas insatisfacciones pueden ser atribuidas a influencias espirituales.

Una relación amorosa que florece es muchas veces caracterizada por una combinación de atracción física, entendimiento mutuo y una conexión energética que muchos describen como “estar en sintonía”.

No en tanto, es común que, aun mismo en las relaciones antes amenas y equilibradas, ocurran cambios inesperados.

¿Más cómo entender esos cambios bajo la óptica espírita?

El Espiritismo explica cómo la baja autoestima afecta una relación afectiva.

El Espiritismo aclara que nuestros pensamientos y emociones emiten vibraciones que pueden influir en nosotros mismos, así como en quienes nos rodean.

La autoestima, que refleja el valor que nos atribuimos a nosotros mismos, es una poderosa fuente de estas vibraciones.

De esa forma, una persona que está en un estado de baja autoestima puede, involuntariamente, emitir vibraciones negativas.

Eso puede explicar porque, cuando uno de la pareja comienza a sentir menos valioso o atractivo, el otro se siente menos atraído, aun mismo sin una razón aparente.

Por tanto, la autoestima no es apenas una cuestión de autoimagen, sino también de energía.

Y la energía que emitimos, conforme las explicaciones espiritas, atraen influencias espirituales que están en la misma sintonía.

¿Qué son los “vampiros espirituales y que influencias ejercen ellos en las relaciones?

Un concepto interesante, y es bien comprendido a través del Espiritismo, es el del “vampiro espiritual” o, en términos más tradicionales, el “encosto”.

En el contexto espírita, la “espalda” o “vampiro” son espíritus incorpóreos que, por diversas razones, se apegan a personas encarnadas.

Actúan influyendo en tus emociones, tus pensamientos y, en consecuencia, también en tus relaciones.

Estos “vampiros” pueden sentirse atraídos por varias razones, una de las cuales es la vulnerabilidad emocional. Cuando un espíritu de esta naturaleza se acerca, puede causar extrañeza y malestar, especialmente en las relaciones íntimas.

Eso puede manifestarse como una aversión súbita, desinterés u hasta mismo sentimientos de ira inexplicable entre la pareja.

Como mantener la harmonía en los relacionamientos y protegerse de las influencias espirituales.

El Espiritismo, por tanto, nos ofrece una perspectiva única sobre las relaciones humanas, explicando que las influencias espirituales, además de las energéticas, desempeñan un papel importante en nuestras relaciones.

Es fundamental, entonces, estar atento y buscar la harmonía no apenas en el plano físico, mas también en el espiritual, de modo a evitar sinsabores en la vida afectiva, sea debido a la sintonía vibracional generada por nuestra autoestima o por la influencia de entidades espirituales.

Y para aquellos que enfrentan desafíos en sus relaciones, vale resaltar que el auto conocimiento y la búsqueda del equilibrio espiritual son, ciertamente, herramientas valiosas para restaurar la harmonía y la sintonía en el relacionamiento.

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Aclaraciones al respecto.

La influencia de los Espíritus en nuestros pensamientos y actos

Presentamos en esta edición el tema nº 17 del Estudio Sistematizado de la Doctrina Espirita, que está siendo presentado aquí semanalmente, de acuerdo con el programa elaborado por la Federación Espirita Brasileña, estructurado en seis módulos  y 147 temas.

Si el lector utiliza este programa para el estudio en grupo, sugerimos que las cuestiones propuestas sean debatidas libremente antes de la lectura del texto que a ellas sigue.

Si es destinado solamente para uso por parte del lector, pedimos que el interesado intente inicialmente responder las cuestiones y solo después lea el texto referido. Las respuestas correspondientes a las cuestiones presentadas se encuentran al final del texto abajo.

Cuestiones para debate

1. ¿Es cierto decir que los Espíritus nos influencian tanto, que muchas veces son ellos los que nos dirigen?

2. ¿Cómo podemos clasificar las influencias espirituales?

3. Si somos influenciados por otros individuos, ¿cómo distinguir con claridad nuestros pensamientos de aquellos que nos son sugeridos?

4. ¿Por qué a los Espíritus infelices les gusta perjudicarnos?

5. ¿Si las influencias espirituales negativas existen, cómo proceder para neutralizarlas?

Texto para la lectura

La influencia de los Espíritus puede ser buena o mala

1. La influencia que los Espíritus ejercen sobre nuestros pensamientos y acciones en el día a día es mucho mayor de lo que nosotros imaginamos, porque muchas veces son ellos los que nos dirigen. Esa influencia puede ser buena o mala, oculta u ostensiva, fugaz o duradera, pero, en cualquier situación, ella sólo se concreta por medio de la sintonía que se establece entre los individuos.

2. En muchos de los pensamientos que tenemos en determinadas situaciones nos surgen ideas diferentes sobre el mismo asunto, y a veces, ideas que se contradicen. Con seguridad en esos momentos estamos siendo blancos de la influencia de los Espíritus, hecho que no todos perciben, especialmente cuando ella se da de forma sutil y oculta. (Vea sobre el asunto el caso Custódio Saquarema narrado por Hermano X en el libro Cartas y crónicas, pp. 38 a 42, psicografiado por Francisco Cândido Xavier.)

3. Una forma de distinguir nuestros pensamientos de los que nos son sugeridos es comprender que, normalmente, es nuestro el primer pensamiento que nos ocurre. Pero, lo más importante es saber que, independientemente de sugerencias o no, la responsabilidad por los actos es nuestra, cabiéndonos el mérito por el bien que de ahí resultar o el demérito si la acción es negativa.

4. Allan Kardec explica: “Si fuera útil poder claramente distinguir nuestros propios pensamientos de aquellos que nos son sugeridos, Dios nos habría dado el medio, así como nos da el de distinguir entre el día y la noche. Cuando algo queda impreciso, es que así conviene a nuestro beneficio” (El Libro de los Espíritus, nota a la cuestión 462).

Pensamiento y vibración

5. Las ideas nutridas por los hombres de inteligencia y por los genios proveen algunas veces de su propio Espíritu, pero a menudo son sugeridas por otros Espíritus, en la forma de inspiración, cuando estos últimos consideran que sus ideas serán dignamente comprendidas.

6. Nos recuerda Rodolfo Calligaris que “pensar es vibrar, es entrar en relación con el Universo espiritual que nos envuelve, y, conforme la especie de las emisiones mentales de cada ser, elementos similares se le imantaran, acentuándole las disposiciones y cooperando con él en sus esfuerzos ascensionales o en sus caídas y deslices” (Páginas de Espiritismo Cristiano, FEB, cap. 53).

7. No podemos descuidar nuestra casa mental y seguir, como tal cosa, arrastrados por la acción maléfica de los Espíritus atrasados. “Los Espíritus infelices, de mente ultrajada, – dice Calligaris – viven más con los compañeros encarnados de lo que se supone.”

8. Se mezclan – añade Calligaris – en las actividades comunes, deambulan en el nido doméstico, participan de las conversaciones, siguen a los comensales, de quienes dependen en proceso legítimo de vampirización. “Se perturban y perturban. Sufren y hacen sufrir. Odian y generan odios. Mezquinos en sí mismos, intentan que sean mezquinos los otros. Infelices, hacen infelices a los otros.”

9. Los buenos Espíritus, al contrario, suscitan buenos pensamientos, desvían los hombres del camino del mal, protegen la vida de aquellos que se muestran dignos de su protección y neutralizan la influencia de los Espíritus imperfectos en aquellos que no se complacen en tales sugestiones.

Como neutralizar la influencia negativa

10.  Para neutralizar la influencia de los malos Espíritus, la Doctrina Espírita nos indica una receta simple, pero infalible: la práctica del bien y la fe en Dios.

11. He ahí lo que, acerca del asunto, enseñaron los Espíritus Superiores: “Haciendo el bien y poniendo vuestra confianza en Dios, repeleréis la influencia de los Espíritus inferiores y destruiréis el dominio que sobre vosotros intentan ejercer. Guardaos de escuchar las sugerencias de los Espíritus que os suscitan malos pensamientos, que os inspiran la discordia y que os inducen a las malas pasiones. Desconfiad sobre todo de los que exaltan vuestro orgullo, pues os atrapan por el punto débil. Por eso Jesús os hace repetir en la Oración Dominical: No nos dejes caer en tentación, más líbranos del mal” (El Libro de los Espíritus, ítem 469).

Respuestas a las cuestiones propuestas

1. ¿Es cierto decir que los Espíritus nos influencian tanto, que muchas veces son ellos los que nos dirigen?

R.: Sí. Es esto lo que aprendemos en la Doctrina Espírita.

2. ¿Cómo podemos clasificar las influencias espirituales?

R.: Las influencias pueden ser buenas o malas, ocultas u ostensivas, fugaces o duraderas, pero, en cualquier situación, ellas sólo se concretan por medio de la sintonía que se establece entre nosotros y los Espíritus.

3. ¿Si somos influenciados por otros individuos, como distinguir con claridad nuestros pensamientos de aquellos que nos son sugeridos?

R.: Una forma de distinguir nuestros pensamientos de los que nos son sugeridos es comprender que, normalmente, es nuestro el primer pensamiento que nos ocurre. Lo más importante es saber que, independientemente de sugerencias o no, la responsabilidad por los actos es nuestra, cabiéndonos el mérito por el bien que de ahí resultar o el demérito si la acción es negativa.

4. ¿Por qué a los Espíritus infelices les gusta perjudicarnos?

R.: Porque son inferiores y no saben que, actuando así, acaban perjudicándose a sí mismos. Por eso es por lo que no podemos descuidar nuestra casa mental y seguir, como si tal cosa, arrastrados por la acción maléfica de los Espíritus atrasados. Los Espíritus infelices, de mente ultrajada, viven más con los compañeros encarnados de lo que suponemos. Se mezclan en nuestras actividades comunes, deambulan en el nido doméstico, participan de nuestras conversaciones, siguen a los comensales, de quien dependen en un proceso legítimo de vampirización. Se perturban y perturban. Sufren y hacen sufrir. Odian y generan odios. Mezquinos en sí mismos, intentan que sean mezquinos los otros. Infelices, hacen infelices a los demás.”

5. Si las influencias espirituales negativas existen, ¿cómo proceder para neutralizarlas?

R.: Para neutralizar la influencia de los malos Espíritus, la Doctrina Espírita nos indica una receta simple, pero infalible: la práctica del bien y la fe en Dios. Actuando siempre así, conseguiremos neutralizar la influencia negativa, inmunizarnos contra la maldad que, en otros casos, podría alcanzarnos.

Bibliografía:

El Libro de los Espíritus, de Allan Kardec, ítems 107, 459, 461, 462, 464 e 469.

Páginas de Espiritismo Cristiano, de Rodolfo Calligaris. Somos lo que pensamos, cap. 53.

Glosario Espírita Cristiano, de Divaldo Pereira Franco. Perturbadores, pág. 106.

En los os Dominios de la Mediumnidad, de André Luiz. Dominación telepática, pág. 186.

Cartas y crónicas, del Hermano X. Obsesión pacífica, pp. 38 a 42.

Ideas e ilustraciones, de Espíritus diversos. El poder de las tinieblas, pp. 111 a 113.

Almas en desfile, de Hilario Silva. Protección espiritual, p. 33.

LA JUVENTUD DEL ALMA

LA JUVENTUD DEL ALMA

LAS ETAPAS DE LA EXISTENCIA MATERIAL.

André Luiz analiza las distintas etapas de la vida, desde la niñez hasta la vejez. Pero se detiene cuando se trata de la juventud del alma.

Porque, el esclarece, esas son fases de la existencia material. Pues el alma que se perfeccionó por el aprendizaje y que se dedica en la tarea de fortalecer a sus semejantes, la juventud es energía imperecedera, esencia divina de la vida inmortal.

Mocedad y vejez.

Infancia, juventud, madurez y vejez son simples fases de la experiencia material.

La vida es esencia divina y la juventud es savia eterna del espíritu imperecedero.

Mocedad del alma es condición de todas las criaturas que recibieron aprendizajes sublimes a través de su existencia, en pro de iluminarse y que acogieron, en la incesante obra del bien, el mejor programa para el engrandecimiento y ascensión de su personalidad.

La vejez, por tanto, como índice de senilidad o enfermedad improductiva, constituye, por tanto, sólo un estado provisional de la mente que ha renunciado a aprender y progresar en la lucha redentora y santificadora que el mundo nos ofrece.

LOS JÓVENES SENILES Y LOS VIEJOS REJUVENECIDOS

En este sentido, hay jóvenes en el cuerpo físico que revelan características avanzadas de senescencia, debido a la ociosidad y rebelión a la que se confinan.

Y ancianos con ropajes carnales que resurgen siempre en forma de jóvenes invulnerables, aclarando las tareas de todos a través del entusiasmo y la bondad, el valor y la alegría con que saben fortalecer a los demás en el camino hacia adelante.

Si la individualidad y el carácter no dependen de la vestimenta con la que el hombre se presenta en la vida social, la virilidad juvenil y el buen humor no están esclavizados a la vestimenta transitoria.

El joven de hoy, por las determinaciones biológicas del Planeta, será el viejo de mañana; y el viejo de ahora, por la sublime ley de la reencarnación, será el joven del futuro.

Recordemos, sin embargo, que la Vida es inmortal, que el Espiritismo es escuela ascendente de progreso y de sublimación, que el Evangelio es luz eterna, alrededor de la cual es nuestro deber estructurar nuestras alas de Sabiduría y de Amor.

Y, en un abrazo comprensivo de verdadera fraternidad, en el círculo de esperanzas, dificultades y aspiraciones que nos identifican unos con otros, sigamos trabajando.

André Luiz, en el libro “Correo Fraterno”, psicografiado por Chico Xavier

POR EL AMOR EMMANUEL (CHICO XAVIER)

POR EL AMOR

-Emmanuel-

No te olvides de la riqueza encerrada en tu propio cuerpo para tu auxilio.

Reflexiona en el tesoro del habla y ayuda al prójimo con tus buenas palabras.

Recuerda la herencia de tus manos y planta un árbol amigo o ayuda a tal o cual enfermo, mientras las horas pasan volando, en torno a tu estancia en la Tierra.

No menosprecies la fortuna de los oídos y guarda la enseñanza útil o dignificante, olvidando cuanto sea ruinoso o sin provecho en el camino diario.

No olvides la preciosidad de los ojos y enriquécete de luz, fijando las imágenes del Bien.

Medita en los dones de la inteligencia y aprende a raciocinar exclusivamente en el mejor hacer en la obra de la elevación.

No es preciso bolso relleno para encontrar la verdadera fraternidad.

El amor no depende del oro para servir.

Sin cualquier recurso monetario, Jesús transformó la Tierra, trazándonos enseñanzas inolvidables cuya grandeza crese para todos nosotros en el transcurso de los siglos.

Por el amor nacemos, por el amor nos desenvolvemos, a través de la muerte, para renacer de nuevo, hasta la perfección final. Esa es la Ley.

MAS AMOR ENMANUEL CHICO XAVIER

MÁS AMOR

-Emmanuel

Ama siempre para que puedas entender siempre más.

A menudo, en el mundo, lijamos el cerebro y envenenamos el corazón, investigando inútilmente los problemas que afligen a los grandes y a los pequeños, a los felices y a los infelices.

Mientras tanto, se necesitaría un rayo de amor en lo íntimo del alma para entender la profunda unión en la que nos imanamos unos a otros.

Ayuda antes de cualquier investigación.

No pidas direcciones para la Vida Superior, antes de haber practicado la hermandad dentro del círculo de criaturas en las que te encuentras.

La Tierra es nuestra escuela multimilenaria, donde el amor es el Sol para las menores lecciones.

Abrid vuestro espíritu a la claridad de esta luz y percibiréis el dolor que muchas veces se agita bajo las vestiduras doradas y observaréis el brillo de la vida que, en muchas ocasiones, resalta bajo los harapos y las sombras.

Abre tu mente y aprenderás que la alegría y el sufrimiento, la escasez y suministro, la seguridad y la inestabilidad en la Tierra no son más que oportunidades preciosas para nuestra elevación espiritual.

No te olvides de que solamente aquel que se hace hermano del prójimo puede levantarlo a más altos destinos.

Nuestros verbos darán discursos elocuentes.

Nuestra compasión escribirá una página muy conmovedora.

Nuestra influencia social asegurará que tengamos prominencia en la vida pública.

Nuestras instalaciones económicas garantizarán que seamos transitorios con el respeto entre las criaturas.

Sin embargo, ¿qué hay de nosotros sin el tesoro de comprensión que sólo el amor puede darnos?

Más amor en nuestras actividades diarias es una solución gradual a todos los acertijos que nos rodean.

Solo la luz es capaz de apagar la sombra.

Solo la sabiduría elimina la ignorancia

Solo el amor redime triunfantemente la miseria.

No ignoraremos la revelación, simplemente investigando, solicitando, quejándonos.

Aprendimos a trabajar y servir.

Amémonos unos a otros y emergerá una nueva luz en el suelo viviente de nuestra alma, avergonzándonos de sentir que sólo el trabajo al servicio de los demás es capaz de llevarnos a la comunión con la verdadera felicidad, que deriva de nuestro ajuste a las Leyes Celestiales.

LA OBSESIÓN Y EL EVANGELIO IVONNE A. PEREIRA

LA OBSESIÓN Y EL EVANGELIO

Ivonne A. Pereira

Libro: Canticos del Corazón

«Porque medio podemos neutralizar la influencia de los malos Espíritus?

– Practicando el bien y poniendo en Dios toda vuestra confianza, repeliendo la influencia de los espíritus inferiores…»

(«El Libro de los Espíritus», Cap. 9, ítem 469)

En verdad, fue el Evangelio el que, popularmente, primero instruyo al hombre sobre la obsesión y su cura, no obstante existir ejemplos de curas de ese mal fuera del Evangelio y mucho antes de él. Nosotros, sin embargo, vamos aprender allí a retirar al obsesor con la imposición de las manos y la palabra firme de la fe, sin, sin embargo, dialogar con él, a través de la aplicación de los llamados pases. Y, de esa forma, varios espiritas y muchos médiums han actuado para el bien del prójimo más veces que ellos mismos presumen. Más, para que tal caso consigamos, ciertamente necesitaremos hacer una iniciación antes de las tentativas, habilitándonos para el espinoso certamen, especialmente el espiritista que aprendió la práctica de intercambio directo con los personajes del mundo invisible.

El trato con obsesados y obsesores no es fácil ni lo podremos intentar sin garantías. Tales garantías serán, innegablemente, la resurrección de nuestros propios valores morales, la reeducación de nuestros principios y costumbres, si los mismos no pautaran por el padrón expuesto en los Evangelios, pues tales responsabilidades ciertamente no terminaran para personalidades comunes o mediocres, y si, para caracteres fuertes; moral elevada o, por lo menos, el esfuerzo continuo de moralizarnos, resurgiendo para Dios, cada día; la observación del sagrado sentimiento del amor a Dios y al prójimo; los principios solidos de la fraternidad, la práctica del bien ejemplificada en los Evangelios, en fin, la adquisición de la voluntad, al menos, de bautizarnos en aquella moral superior cuyo  modelo nos vino de Jesucristo, a la par de la certeza de una asistencia espiritual auténtica y de un medio ambiente no profanado por el tumulto, esto es, un centro espírita, cuyas vibraciones equilibradas y favorables permitan el éxito de los trabajos, sin siquiera mencionar el «don de expulsar demonios», es decir, obsesores, que tanto los Evangelios hablan. Y es precisamente la ausencia de esta moralidad y de estas condiciones ambientales las que nos impiden curar obsesiones en el presente, como debíamos y podríamos sanar.

No obstante, y a pesar de los contratiempos que nos afligen, muchos y muchos enfermos obsesados han sido curados por el Espiritismo, mas con el concurso de las sesiones llamadas mediúmnicas, cuando la presencia de los Espíritus Guardianes es manifestada a nuestro lado y la asistencia de lo Alto proporciona medios para el buen éxito del cometido. Son entonces ellos, los espíritus Guardianes, los que realizan la melindrosa operación sirviéndose de nosotros como instrumentos, por cuanto necesitamos de esa instrucción y el progreso moral, nuestra dignidad espiritual exigen que seamos colaboradores de Cristo, o de la ley divina, para el auxilio al prójimo y progreso moral del planeta, además de que la vida espiritual tiene que ser revelada al mundo.

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Muchas narrativas de los Evangelios se refieren a la obsesión y será útil meditar sobre ellas, por cuanto mucho lucraremos con ese aprendizaje, visto que hechos por así decir idénticos que se dan en nuestras sesiones prácticas del Espiritismo, los vemos en libros dictados mediúmnicamente los mismos hechos narrados por maestros espirituales.

En el Evangelio de Marcos – que es llamado «el evangelista de las curas hechas por Jesús”, pues casi todo su pequeño libro, que consta apenas de dieciséis capítulos, parece particularizarse en la descripción de aquellos hechos del Maestro, existen referencias que fácilmente podremos cotejar con lo que hoy pasa en nuestras sesiones espíritas y también en el día-a-día de la sociedad.

Veamos el siguiente drama evangélico: «…Después, aproximándose a los discípulos, vio alrededor de ellos gran multitud, y los escribas discutieron con ellos. Todo aquel pueblo, viendo de sorpresa a Jesús, se apresuraron para él para saludarlo. Él entonces les preguntó: — ¿Qué estás discutiendo con ellos? Respondió un hombre de entre la multitud:

– Maestro, yo te traje a mi hijo, que está poseso de un Espíritu inmundo, sordo y mudo. Este, donde quiera que lo apañe, lo lanza por tierra, y el espumea, le rugen los dientes, y queda endurecido. Rogué a tus discípulos que lo expulsasen más ellos no pudieron hacerlo.

– ¿O generación incrédula, hasta cuando estaré con vosotros? ¿Cuánto tiempo os he de aguantar? traédmelo acá.

Entonces le trajeron. Tan pronto como el niño vio a Jesús, el Espíritu se sacudió fuertemente, cayó al suelo y rodó, echando espuma. Jesús preguntó el padre:

– ¿Cuánto tiempo hace que le acontece esto?

– Desde la infancia, respondió el padre, y le ha lanzado muchas veces al fuego y al agua para matarlo. Pero si puedes hacer algo, ¡Ayúdame, ten piedad de nosotros! Jesús respondió:

– Si pudieras creer, todo es posible aquel que cree.

Inmediatamente exclamo el padre del niño:

– ¡Creo Señor! ¡Ven en socorro à mi falta de fe!

Viendo Jesús que el pueblo afluía, intimo al Espíritu inmundo diciéndole:

– Espíritu mudo y sordo, yo te ordeno: Sal de este niño y no vuelvas a entrar en él.

Y el Espíritu, gritando y maltratándolo violentamente, salió. El niño quedó como muerto, de forma que muchos decían: ¡Murió! Jesús, sin embargo, tomándolo de la mano, lo irguió y lo levantó. Después de entrar en casa, sus discípulos le preguntaron en particular: 

– ¿Por qué no lo pudimos expulsar? Él les dijo:

– Esa especie de demonios no se puede expulsar, sino por la oración y por el ayuno”. (6) Marcos, Cap. 9, v. 14 a 29; Mateos, Cap. 17, v. 14 a 21; Lucas, Cap. 9, v. 37 a 43.

El trecho que acabamos de transcribir es, incontestablemente, una de las más bellas narrativas de los Evangelios, bellas y significativas. En ella vemos la familiaridad de la creencia en los espíritus, la simplicidad de la conversación común sobre el asunto transcendente, la exposición de una narración terrible, cuyo obsesor quiere llevar al obsesado a la desgracia por la desencarnación violenta, para más fácilmente posesionarse de él. Vemos la dificultad de la cura, conseguida solamente por la autoridad irresistible del propio Jesús, a la violencia con que el obsesor trataba al infeliz niño, a la presión magnética poderosa sobre los órganos vocales de la víctima, tornándola muda para que no hablase y pudiese identificar al verdugo. Se trata pues de una narrativa que muestra, por así decir, la técnica de la obsesión también conocida en los días actuales.

Una y otra vez los espiritas ven repetirse tales casos en sus núcleos de trabajo, solicitados para intentar la cura, o soluciones. Y cuantas veces somos testimonio de que el obsesor lleva al suicidio a su adversario de pasadas existencias, no apenas arrojándolo al fuego o al agua, como específica Marcos, sino también bajo las ruedas de un tren, de lo alto de edificios inmensos, o de montañas elevas, etc.?

¿Cuántas madres y cuantos padres procuran centros espiritas y a médiums, también bañados en lágrimas, buscando alivio para los hijos atormentados por los malos Espíritus, como el pobre hombre socorrido por Jesús!

Los numerosos desastres de automóvil, que viene segando la mocedad actual, desorientada por la descreencia en Dios y el desconocimiento de las cosas espirituales, no tiene otra causa sino que la influencia obsesora sobre aquellos que, sin vigilancia y despreocupados, dan paso al mal por los abusos  de todos los tipos de inconveniencias que se permiten, en prejuicio propio.

Muchos casos de obsesión son dados como epilepsia. Más la verdad es que la mayoría de ellos es resuelta después de algún tiempo de tratamiento psíquico espirita, cuando un obsesor es desenmascarado y apartado por la misericordia de Dios! Otros son incurables porque casos hay en el que es la moral espiritual del obsesado que se encuentra en reajuste con el plano divino a través de aquel duro proceso: la expiación.

El espírita dedicado al estudio y al sector de operaciones espirituales conoce bien de cerca la semejanza de los casos asistidos en humilde secreto de sus sesiones experimentales y los narrados por los Evangelios.

Si, en determinados casos, el Espíritu inmundo, u obsesor, se aparta violentamente, también nosotros lo vemos retorcerse en convulsiones, lo vemos vociferar y espumar para luego después dejar al médium, o al obsesado, como muerto. Y el operante, que conoce los Evangelios y las instrucciones de los maestros de la Doctrina Espirita, y sabe del modo por el cual Jesús operaba en idénticos casos; el espirita, poseedor dela verdadera fe en su Maestro, que ora y vigila en torno de la propia moral, que siente el corazón arder de respeto a Dios y amor al prójimo, y que, por eso mismo, está asistido por los Protectores espirituales, no vacila en su confianza: apela a Jesús y despierta al paciente.

Jesús es el Maestro perfecto que debemos procurar seguir, pues es Él propio quien nos enseña la práctica del Bien y de la Caridad, y socorrer a un obsesado y a su obsesor es de las más sublimes acciones caritativas que podremos practicar, además de ser eficiente divulgación de las virtudes del Consolador, la Doctrina que tanto amamos.

No en tanto, tal trabajo, al principio frecuente en los centros espíritas, viene aminorándose lamentablemente día a día cuando la Humanidad tanto necesita de él, visto que las obsesiones en los días actuales son como que epidémicas. 

Necesariamente, habrá razones para ese lamentable disminución de posibilidades para su cura, veamos:

Falta de verdadera dedicación de aquellos que todo tendrían para realizar tales servicios.

Flaqueza de los médiums, que temen contactos con los «espíritus inmundos», cuando el deber es amarlos y servirlos por el amor de Dios, pues esos «espíritus inmundos» también sufren y necesitan de consuelo y protección, también ellos son hijos de Dios, nuestros hermanos a quien debemos auxilio, como colaboradores de Cristo que pretendemos ser, más allá de que, como ellos, así mismo procedemos contra el prójimo, en anteriores existencias, y fuimos asistidos por las almas buenas.

Falta de ambientación adecuada de gran número de centros espíritas, que se entretienen más en los servicios pertinentes a la vida material que en los transcendentes trabajos espirituales y, por encima de todo, la falta de conocimientos más dilatados de la Doctrina Espirita por parte de los directores de centros, sin hablar de los sentimientos de amor, fe, humildad, abnegación, olvidados de que el puesto de un médium, o de aquellos espiritas afectos al intercambio con el Más Allá de la Tumba, es un puesto de sacrificios, puesto espinoso, sí, pero sublime, porque de ahí podrá advenir  la felicidad espiritual con la que tanto soñamos.

Servir a obsesados y obsesores es seguir las pisadas de Cristo de Dios, es ser colaborador Suyo, y por eso el espírita debe cumplir ese deber de amor junto a su Maestro.

En cuanto al ayuno al que se refiere Jesús, es evidente que no será el ayuno físico, material, que suprime ciertas sustancias alimenticias en ocasiones especiales. Sabemos todos que la fuerza principal con la que es dominado un obsesor es ofrecida por las virtudes morales espirituales de aquellos que curan la obsesión bajo los auspicios de los mensajeros del Señor El ayuno alimentario sin ayuno mental y moral es ineficaz y absolutamente nada podrá lograr méritos en tal sector aquel que apenas observa el ayuno alimentario..

Y el que amonestaba a los fariseos de su tiempo acerca del formalismo del ayuno alimentario, que se observa sistemáticamente, despreocupado de la adquisición de virtudes -Jesús- que fue criticado por los  observadores maliciosos por no ayunar y no permitir que sus discípulos ayunaran, ciertamente no podría referirse al ayuno alimenticio, en esa narración cautivadora mencionada anteriormente.

Sería, por tanto, el ayuno espiritual y moral al que se refería el Maestro: vigilancia mental, serenidad del corazón, fe inalterable, estado constante de vibraciones sanas, armonizadas con el plano espiritual, permanencia afectiva del corazón para las cosas de Dios y del prójimo, una forma de vida, finalmente, lo más equilibrada y sensata posible, sino virtuoso, y si el ayuno material debe haber, este será, ciertamente, la abstinencia del alcohol, del tabaco, de los abusivos deleites sexuales, de la gula, que dificulta la digestión y, ciertamente, rebaja las vibraciones; de la vida ociosa y pernicioso de ciertos círculos sociales disolutos y muchos otras particularidades que pueden igualmente dificultar e incluso impedir el intercambios sensibles con las almas que habitan el mundo invisible.

No debemos, por tanto, olvidar: el espírita, médium o no, que desea practicar, realmente, los servicios que la Doctrina de los espíritus les confiere, han de renovarse moralmente para tornarse digno de ser llamado discípulo de Cristo de Dios.

Quien nos informa del importante caso que sigue, «El Endemoniado de la legión», sigue siendo el evangelista Marcos. No hay duda de que es una larga citación.  No obstante, debemos plantear y detallar cualquier estudio lo que hacemos y, cuando se trata del Evangelio y de la Revelación Espírita, aún más valiosa será el aprovechamiento. Marcos dice:

– «Mientras tanto, llegaron al otro lado del mar, a la tierra de los gerasenos. Al desembarcar, pronto salió de las tumbas para recibirlo, un hombre poseído por un espíritu inmundo, que moraba en los sepulcros, y aun con cadenas nadie podía atarle; porque, habiendo sido muchas veces preso con grilletes de cadenas, las cadenas fueron rotas y los grilletes despedazados por él. Nadie pudo someterlo.

Andaba siempre, de noche y de día, clamando por entre los sepulcros y por los montes, hiriéndose con las piedras. Cuando, de lejos, vio a Jesús, corrió y lo adoro, exclamando con alta voz: “¿Que tengo yo contigo, Jesús, Hijo del Altísimo Dios? “Te conjuro por Dios que no me atormentes”.

Porque Jesús le dijera: «¡Espíritu inmundo, sal de ese hombre!» Y le preguntó: ¿Cuál es tu nombre?

Le respondió: «Legión es mi nombre, porque somos muchos. “Y le rogo encarecidamente que no los enviase fuera del país.

Ahora, pastaba allí por el monte una gran vara de puercos. Y los espíritus inmundos rogaron a Jesús, diciendo: «Mándanos para los puercos, para que entremos en ellos.» Jesús lo permitió. Entonces, saliendo los espíritus inmundos, entraron en los puercos; y la manada, que era cerca de dos mil, se precipitó despeñadero abajo, para dentro do mar, donde se ahogaron.

Los porqueros huyeron, y lo anunciaron en la ciudad y por los campos.

Entonces el pueblo salió, para ver lo que había sucedido.  Yendo a Jesús, vieron al endemoniado, que tenía la legión, sentado, vestido, en perfecta juicio; y tuvieron miedo. Quienes habían presenciado los hechos le contaron lo que había sucedido con los endemoniados, y con los cerdos.

Y entraron a rogarle que ellos se retirasen de la tierra. Al entrar Jesús en el barco, le suplica, el que fuera endemoniado, que lo dejase, seguirlo.

Jesús, sin embargo, no lo permitió, más si le ordeno: Ve para tu casa, con los tuyos. Cuéntales todo lo que el Señor te hizo, y como tuvo compasión de ti. Entonces él fue, y comenzó a proclamar en Decápolis todo lo que Jesús le hizo; y todos se admiraron.” (7)

En la citación de antes vemos un legítimo diálogo entre Jesús y el obsesor, el «Espíritu inmundo», denominado por el evangelista.

Idénticos diálogos son oídos por los espíritas practicantes, durante las sesiones mediúmnicas para tratamiento de la obsesión, si el dirigente es minucioso y desea investigar en torno del caso, pues tenemos tal derecho y hasta deber, si nuestro propósito es la beneficencia, la instrucción doctrinaria y el análisis sobre los acontecimientos de la vida espiritual.

«¿Que nombre es el tuyo?» pregunta Jesús al obsesor del poseso del médium obsedido.

Mas, como todo obsesor que se ve sorprendido y desenmascarado, aquel responde con una evasiva, tal como vemos en nuestras reuniones, cuando tales entidades también se niegan a identificarse.

(7) Marcos, Cap. 5, v. 1 a 10; Mateos, Cp. 8, v. 28 a 34; Lucas, Cap. 8, v. 26 a

39. Traducción de Juan Ferreira de Almeida.

«¡Legión es mi nombre!» – responde el Espíritu a Jesús.

El, sin embargo, no ignora quien Jesús es, no obstante a su triste condición moral. Sabe que Jesús es el Hijo de Dios Altísimo, que posee poder sobre él, y hasta el mismo se humilla, alterado, suplicando que el Maestro «no lance fuera del país».

Muchos, muchos obsesores que se comunican en nuestras sesiones sienten horror con la idea de ser arrojados de los límites terrenos para los escenarios de lo invisible, donde serán reeducados bajo disciplinas austeras.

No concuerdan, de modo alguno, en abandonar los ámbitos terrenos, donde, por lo que parece, pueden permanecer a voluntad, atraídos por los vicios y pasiones de los hombres.

También Los obsesores actuales saben que Jesús es el Hijo de Dios Altísimo y el Maestro de la Humanidad, más se demoran a someterse a la necesidad de la enmienda, temiendo, justamente, las consecuencias de sus desatinos contra el prójimo en los ambientes de lo Invisible, donde se enfrentaran  a la propia conciencia y, lógicamente sufrirán el peso de la maldad practicada. En efecto, para una criatura humana, poseída de una voluntad propia, un razonamiento y un libre albedrío, si así lo vieras sometidos, hasta el punto de habitar tumbas, sin poder reaccionar contra tal dominio, sería necesario que los espíritus maléficos la envolviesen.

Mientras tanto, llamamos «falanges obsesoras» a la legión referida por el evangelista. Conocemos bastante los similares de la actualidad y sabemos cómo operan. No es que todos los obsesores que forman la falange se posesionen del obsesado. Este quedó como prisionero de ellos, envuelto en sus fajas vibratorias tenebrosas, con las cuales se afino, y, así dominado, sugestionado por varias voluntades negativas, hará, necesariamente, lo que las sugestiones de los componentes de la falange le ordenasen, tal como un hombre terreno sometido a un grupo de marginales que lo llevasen al crimen sin que el mismo desease practicarlo. Por lo tanto, las fuerzas físicas de los poseídos por demonios rompen las cadenas con que son atados y anulado su voluntad hasta el punto de preferir morar tumbas, contrariamente a la naturaleza misma, que instintivamente aparta al hombre de tales lugares.

Ahora, ninguno de nosotros ignora que muchos obsesados graves de la actualidad don debido al hecho de haberse aliado a ciertas prácticas de magia negra en grupos macabros, cuando incluso las visitas a cementerios, a altas horas de la noche, se programan y se llevan a cabo.

El obsesado, en esas ocasiones, se porta de forma quizás más lamentable que la citada por Marcos, llegando al punto de deglutir la carne descompuesta de los cadáveres, juzgándose a sí mismo como un perro por sugerencia de los obsesores, ladrando y corriendo a cuatro patas por el cementerio a dentro como un caso lamentable que llegó a nuestras manos hace diez años, intentando la cura. También esos tienen predilecciones por los cementerios, allí vagan extrañamente por la noche, hasta que, incurable para su deprimente situación, son metidos en manicomios donde sucumben materialmente, y solo Dios sabe cuánto tiempo así estarán, talvez siglos,  hasta que la misericordia de Dios les permita el restablecimiento en el plano normal de la vida.

El aspecto físico de esos infelices es repugnante y doloroso. Llegan incluso a exhalar el fétido hálito y solamente el amor a Cristo de Deus podrá animar a un médium a aproximarse a esos hermanos para hablarles del Padre y aplicarles el santo bálsamo de vibraciones caritativas a través de pases, la terapéutica divina que debemos respetar, amar y practicar con la mayor veneración de que seamos capaces.

Seria desagradable continuar citando tales casos, más los hombres necesitan conocer esas cosas a fin de procurar evitarlas, permitiéndose un modo de vida más sensato y más consciente con las cosas de Dios. Y los espíritas devotados al tratamiento de la obsesión no ignoran esos mismos hechos, sabiendo también que las obsesiones de ese género son de cura dificilísima, si no imposible en la misma existencia, requiriendo talvez siglos, con reencarnaciones dolorosas, para un completo reajuste con las fuentes del bien.

En cuanto a la fuerza súper-humana demostrada por el «poseído de la legión», igualmente no nos debe admirar. Sabemos que pruebas irrefutable, a la práctica del Espiritismo proporciona la poderosa fuerza que disponen los Espíritus, por así decir la fuerza física. En las sesiones orientadas por ilustres investigadores de esas fuerzas ocultas de la Naturaleza, se vio que los pianos de cola fueron colocados suavemente en el suelo por Espíritus que se prestaron a las experiencias; armarios pesados ​​caminaban «como un paquidermo», según lo informado por el «Rey de la Física» de su tiempo, William Crookes, en su famoso libro «Hechos Espiritistas». Los médiums eran elevados en el vacío hasta el techo, como le sucedió al médium Douglas Home, y luego, saliendo por una ventana, así suspendido, dio la vuelta al espacio y entró por otra ventana, colocándose luego él y su fardo de carne y huesos, en el lugar primitivo, y tantos hechos similares que atestiguan que los desencarnados poseen poderes inmensamente superiores a los de un ser humano. Por lo tanto, no es de extrañar, ni puede haber ninguna duda, que el «poseídos por la legión», envueltos en bandas obsesivas, rompen las cadenas con que lo ataron, y reventaron las prisiones donde estaba encarcelado.

¿Qué especie de fuerza, sin embargo, era esa?

No será, ciertamente, la fuerza física material terrena que conocemos.

Sera, entes, otras energías, ponderables, aún desconocidas de los hombres, utilizables por cualquier clase de espíritus, talvez el fluido eléctrico, talvez el fluido magnético, elementos estos tan conocidos y utilizados en el mundo de los espíritus. Ciertamente son, todos ellos, formas de la energía.

El diálogo, sin embargo, prosigue, con el «Espíritu inmundo» aun actuando en su vehículo, concordando en abandonarlo, mas requiriendo permiso para apoderarse de una vara de puercos que pastaba cerca.

No en tanto, es muy poco probable que los espíritus se hubiesen apoderado de los puercos, o de cualquier otro animal, llevándolos a ahogarse. Lo más probable es que los espíritus obsesores, dada su inferior categoría espiritual, habrían espantado a los animales y estos se precipitaron al abismo, tomados por el pánico.  

¿Más Jesús habría, realmente, permitido que tales espíritus cometiesen el acto en aprecio? La narrativa evangélica lo afirma. El hecho es transcendente, sin duda, y, si así fue, hemos de convenir que una razón especial llevara al Maestro a conceder tal licencia.

¿De otro modo, la reconstitución moral, mental, social y espiritual de un hombre no valdría más de lo que la perdida de algunos pobres animales, de cualquier forma votados al sacrificio para deleite de sus propietarios? ¿Aunque sacrificados por el ahogamiento, no tendrían una muerte menos atroz, humanamente hablando, que la de ser deglutidos por comensales? Ahora bien, el permiso de Jesús para que sucediera el hecho sería, probablemente una advertencia a los encargados de la escena, que horrorizados por lo que vieron, advirtiendo, efectivamente, la presencia de «Espíritus inmundos» y la necesidad de comportarse de tal manera que eviten, en sí mismos, la intrusión de un mal idéntico.

La creencia en los malos espíritus y la posibilidad de ellos de hacer desgraciados a los hombres era común en toda la región y aun mismo en todo el Oriente, y la advertencia antes referida seria, entonces, la razón de Jesús permitir el hecho.

Muchos pensadores, Allan Kardec inclusive, prefieren acreditar que se trataría, antes, de otros animales y no de puercos.(8)

Los judíos y casi en general los orientales nutrían horror a los puercos, no se alimentaban de esa carne, por cuestiones religiosas. Acrecienta que la región citada era pobre, y dos mil puercos serian un número elevadísimo. Es posible, pues, que las variadas traducciones sufridas por esas escrituras y consecuentes copias alterasen la verdadera indicación.

(8) La Génesis, Allan Kardec, Cap. XI, ítem 34.

Otros si, sabemos que el obsesor no habita el cuerpo del obsesado, no substituye el espíritu de este por su propio Espíritu. El obsesor apenas domina su mente, sus voluntades, sus acciones, descargando sobre el obsesado ondas vibratorias violentas, que lo obligan a actos que no querría practicar (incluido el suicidio)sugestiones y fluidos inferiores capaces incluso de producir enfermedades graves. Si un obsesor no se apodera del cuerpo de su adversario humano, porque las leyes naturales no lo permiten, con mayor razón no podrá hacerlo con los animales, cuyas vibraciones lo permitirían aún menos, por muy inferior que fuese el propio obsesor.

Apenas podrían espantarlos, creando para ellos una aparición adecuada, pues los obsesores son fértiles en la creación de fantasmagóricas alucinantes, y la observación ha constatado la posibilidad de los animales percibir la presencia de espíritus desencarnados a través de una facultad de videncia que, no siendo propiamente la mediumnidad, los permite ver espíritus y otras cosas de lo Invisible, especialmente entidades menos felices, lo que siempre les causa pánico.

Nos basta aun observar lo siguiente, siendo la precipitación una realidad de los animales en el abismo. Los gerasenos, impresionados por el evento, y temiendo la pérdida de otros animales en la región, pidieron a Jesús que se retirara de sus tierras, como narra Marcos, con tanta viveza y realismo. Habrían rechazado así las enseñanzas del reino de Dios por el celo a sus manadas de cerdos. ¿Y cuantos de nosotros aun hoy también rechazamos la Doctrina de Jesús por la ambición de las posesiones materiales, o de los goces de este mundo?

Marcos finaliza el noticiario declarando que el hombre que fue poseído por los malos Espíritus pidió permiso a Jesús, una vez curado, para acompañarlo. Más Jesús no lo permitió, y le dijo: “Ve para tu casa, con los tuyos, y anúnciales cuan grandes cosas el Señor te hizo y la misericordia que uso contigo”.

Y el hombre así hizo, ciertamente propagando por su ciudad el poder del Maestro.

Ese detalle, que podrá pasar desapercibido al lector, encierra, no en tanto, una gran enseñanza, que conviene registrar. Ese hombre, naturalmente, no estaría preparado para la melindrosa tarea de seguir a Jesús y podría dar aun un testimonio malo, comprometiéndose nuevamente.

Necesitaría, probablemente, recuperarse, madurar y educar mejor el propio carácter, reconciliándose consigo mismo a través de la conducta correcta, una vez liberado por el obsesor, meditar sobre las cosas de Dios, pues es sabido que la obsesión deja un rastro de inconveniencias en el obsesado y que conviene a este esforzarse mucho para dirimirlas completamente, después del apartamiento del obsesor. 

Detales semejantes a ese se ven en las lides espíritas. Muchos obsesados, después de curados, no obtienen permiso inmediato de los Guías Espirituales para responsabilizarse por encargos doctrinarios, en la práctica de la mediumnidad, inclusive.

Será necesario, para que la cura se complete, una preparación moral indispensable, el conocimiento de las cosas espirituales que lo fortalezcan para responsabilidades definidas.

La práctica de la caridad, el cultivo de la oración educando la mente, la reforma de los propios sentimientos, tanto como sea posible, serán el escudo que el precisará conquistar, a fin de reafirmarse en el propósito bendito, de caminar para Jesús.

Semejante compromiso – servir a Jesús – requiere de su candidato un espíritu fuerte y sereno, capaz de sufrir con buen ánimo todas las peripecias advenidas de las luchas a ser trabadas, lo que no rápidamente consigue un carácter vulgar.

DAD Y SE OS DARÁ EMMANUEL

DAD Y SE OS DARÁ

    Por el Espíritu Emmanuel.

    Psicografía de Francisco Cândido Xavier.

    Libro: Cartas del Corazón. Primera Parte. Doctrina Cristiana en Prosa.

“Dad y se os dará”. Jesús. (Lucas, 6:38.)

La idea generalmente recogida en la enseñanza del “Dad y se os dará” es casi solamente aquella que se reporta a la caridad ordinaria, a las puertas del Cielo. Materializando algún beneficio, el aprendiz se siente en la posición de acreedor de Bendiciones Divinas, solicitando la aureola de santidad, simplemente porque ha cumplido con algunas obligaciones de solidaridad humana.

        La afirmativa del Maestro, sin embargo, expresa una Ley clara y precisa, al exteriorizarse en efectos tangibles, cada día.

 Dar simpatía y se os dará amistad.

Dad gentileza y se os dará cariño.

 Dad aprecio y se os dará respeto.

Da sequedad y se te dará dureza.

Dad espinas y se os darán espinas.

Da estímulo al bien y se te dará alegría.

Da entendimiento y se te dará confianza.

 Esfuérzate y se te dará plenitud.

 Cooperad y se os dará ayuda.

  Dad fraternidad y se os dará amor.

Nadie necesita desencarnar para encontrar la Ley de Retribución.

 Un principio similar funciona invariablemente en nuestros pasos habituales.

 Las horas en el tiempo son como olas en el mar.

  Flujo y reflujo.

   Acción y reacción.

   Lo que damos de nosotros siempre volverá a nosotros.

Si encuentra algo anormal en su experiencia común, revise sus propias actitudes. Si algo te molesta y te disgusta, observa tu contribución al mundo ya las criaturas.

   Preguntémonos: ¿qué hago?, ¿cómo lo hago?, ¿por qué lo hago?…

   Recordemos que la vida está subordinada a Leyes que no engañaremos.

Plantad y cosechareis.

Dad y se os dará.

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Con buena voluntad aprendemos a encontrar al hermano que llora, al compañero en la dificultad, al enfermo desdichado, al niño desvalido, al animal herido, al árbol sin amparo y a la tierra seca, brindándoles una cooperación desinteresada, y es por ella que podamos ejercer el don de servir, a través de las pequeñas obligaciones de cada día, extendiendo las manos fraternas, silenciando la acusación irrazonable, sufriendo la agresividad y callando la palabra imprudente”.

Meimei y Chico Xavier. Lección: Buena Voluntad. Libro: Instrucciones Psicofónicas.

EL FLAGELO DEL SIGLO Ivonne A. Pereira

EL FLAGELO DEL SIGLO

Ivonne A. Pereira

Libro: Canticos del Corazón

“¿Puede el hombre eximirse de la influencia de Espíritus que procuran arrastrarlo al mal”?

– Puede, visto que tales espíritus solo se apegan a los que, por sus deseos; los llaman, o a los que, por sus pensamientos, los atraen.

(«El Libro de los Espíritus», Cap. 8, ítem 467)

No resta la menor duda de que la obsesión es el flagelo del Siglo XX. Eso mismo fue dicho por el eminente espírita Leon Denis, en sus obras. El estado actual de la sociedad, cuando vemos el «espíritu de las tinieblas» actuando en todos los sectores, colectivamente, también fue profetizado por ese gran inspirado, colaborador de Alan Kardec. Nunca es demás, por tanto, rebatir en esa desagradable tecla, recordando a los espíritas la urgente necesidad de habilitarse moral, mental y doctrinariamente, cuanto sea posible, para difundir las enseñanzas apócrifos que, en nombre del Espiritismo, vemos esparcidos  peor los cuatro vientos como verdades dichas por respetables entidades protectoras.

La obsesión merece de los verdaderos espíritas las más precisas atenciones. Ella ya se infiltra hasta mismo «en el seno de los santuarios», esto es, en los templos religiosos como en los templos espíritas poco vigilantes, promoviendo celos entre sus componentes, vanidades, disensiones, malentendidos, «reformas doctrinarias» y demás operaciones que contrarían los postulados de la Doctrina, teniendo en cuenta lo que, en este momento, pasa, cuando detectamos grupos espiritistas, previamente vistos y reconocidos como templos, para ejercer el perfecto intercambio espiritual, hoy reducidos a meros clubs donde lo comprobamos todo:  abusivas e inaceptables compras y vendas de «aperitivos» y meriendas, fiestas y cánticos, burocracia intransigente, diversiones, recreos, mas no la «casa del Señor», de donde los protectores Espirituales se retiraran, y  sonde no más contemplamos aquellas auténticas actividades propias del Consolador, que eran el testimonio de la presencia de Cristo entre nosotros.

Y sin hablar de la «manía», ahora en ejercicio, de «modificar», «renovar» y «actualizar» la Doctrina de los Espíritus, que, aparentemente, dejó de agradar a aquellos que desean colocar su propia personalidad.

Afirman los adeptos de tales movimientos que el Espiritismo «evoluciono», y que todo eso no es sino el «progreso» de la Doctrina. Mas tal aserción es insana, pues la lógica y el buen sentido indican que la evolución del Espiritismo seria, en parte, la venida de otras revelaciones de lo Alto, la comunión perfecta del Consolador con los hombres, la pesquisa legítima y seria, y no la deturpación que vemos en los ambientes que deben ser consagrados al intercambio con lo Alto, donde consolamos a los más infelices que nosotros, y donde somos consolados e instruidos por aquellos seres angelicales que nos aman y que, hace milenios, talvez, se esfuerza por vernos redimidos de tantos errores.

Ciertamente que muchos núcleos espíritas se conservan afinados con las fuerzas superiores de lo Alto, moviéndose normalmente, sin las intromisiones indebidas, que solo pueden desfigurar las enseñanzas que hemos tenido todos la honra de recibir de los códigos doctrinarios. 

Acreditamos mismo que la mayoría aun no haya sido atendida por las vanidades, por la burocracia, por los prejuicios del mundo, en fin. Más el número aventajado de los que adherirán al nefasto movimiento aquí recordado es, con efecto, desolador. Todo eso no es otra cosa sino la intromisión de las tinieblas, fruto infeliz de la invigilância, de la no asimilación de la Doctrina por parte de aquellos que, «abrazándola», olvidaron la reforma, dejando de asumir la gran responsabilidad que esa Doctrina representa para aquel que la acepta.

Porque el hecho de ser espírita no es apenas dirigir un centro de estudios o experimentaciones mediúmnicas, subir a una tribuna y decir cosas bellas, aun mismo porque el Espiritismo es siempre bello de decir; ni mismo ofrecer semanalmente tantas o cuantas bolsas de géneros de alimento o vestido a los necesitados. Este beneficio realmente encomiable, también lo hacen los partidarios de otras convicciones o que no tengan convicción, librepensadores, materialistas y hasta ateos. Muchos de estos, que sabemos, dan hasta con la mano derecha sin que vea la izquierda, observando un precepto cristiano altamente humanitario.

El hecho de decirse espírita es también celar por el patrimonio que nos fue concedido por la Revelación, respetar y practicar, con autenticidad y buenos ejemplos, las enseñanzas superiores, las cuales recibimos de lo Alto hace un siglo, es si asimilamos esas mismas enseñanzas libres de sofismas e ideas personales que la vanidad inspira; es ser humildes de corazón y dignos de asistencia espiritual que no cesamos de rogar, aprendiendo con el Maestro las cualidades que de cada uno de nosotros podrán hacer un verdadero discípulo, y no falsos profetas que falsifican todo aquello que en los códigos doctrinarios encuentran. En el actual momento, creemos que lo que de más urgente precisamos hacer es habilitarnos a fin de reaprender, porque eso fue olvidado, para evitar y combatir la obsesión, cuando ella ya se infiltró en el individuo o en el centro espirita.

Nuestras atenciones precisan volverse para ese sector, uno de los más importantes y humanitarios de la Doctrina Espirita.

Hoy en día vemos, con tristeza, que muchos médiums tienen miedo de los obsesores, siendo que algunos ni siquiera oran por esas entidades, tal es el terror algunas veces infundado que sienten.

No en tanto, esos Espíritus son grandes sufridores, sedientos de amor y protección, hermanos nuestros, fijos de Dios, extremamente necesitados de nuestro auxilio, pues poseemos todo para ofrecerles.  Las enseñanzas que hemos recibido brotan ciertamente no será para nuestro deleite, embelleciendo nuestras mentes solamente, sino para ayudar con ellas a los que tienen necesidad del pan espiritual también del Invisible.

Espíritus obsesores son hambrientos de pan espiritual y no siempre culpables y malos como nuestra exageración y nuestro terror nos hacen verlos. Son, comúnmente, grandes agraviados, grandes ofendidos, heridos en lo que tuvieron de más querido en el corazón, carentes de nuestro afecto. Si los amaramos, si por ellos oráramos con la sinceridad con que oramos por un ser querido, si tuviésemos confianza en el Cristo de Dios, ellos se tornarían nuestros amigos y ningún mal nos harían, porque el gran remedio para combatirlos es el Amor!

La «obsesión» – en la palabra del eminente Guía Espiritual Becerra de Meneses – «nada más es que un intercambio de vibraciones afines». Si estamos obsesionado es porque queremos estar obsesionados. Jesús mismo advirtió que el que busca encuentra, al que llama se le abre. Y estas admirables sentencias, que vemos en el capítulo VII del evangelista Mateo, v. 7 tanto nos instruyen sobre aquello de bueno que procuramos como también sobre el mal que procuramos con nuestros propios pasos; tanto se nos abrirán las puertas del bien, si en ella llamáramos, así como las del mal si las preferimos. Impiedad será, por tanto, si dejamos orar por esos hermanos tan necesitados del auxilio de nuestros corazones, tornándonos indiferentes a su desgracia. Recordemos que ellos solamente nos perturban, deturpando nuestros centros espiritas o perturbando nuestra vida, porque nosotros mismos los atraemos con nuestras pasiones inferiores, nuestra poca vigilancia, propia de los que no se esfuerzan para bien asimilar el Consolador.

En nombre de la Caridad Cristiana, por tanto, roguemos unos a los otros la limosna de la oración del corazón para esos desesperados del plano invisible que, impulsados por nuestras ruines pasiones, invigilância e indiferencia, hoy perturban familias, a los jóvenes, a las propias religiones, nuestros centros espiritas, negligencia las atenciones debidas a la Doctrina que recibimos.

Para el combate a tan gran mal será necesaria la reacción de un gran amor a Dios y a prójimo.

Es preciso educar médiums, aprovechando  las posibilidades por ventura existentes, a fin de socorrerlos, socorriendo nuestros propios,

pues que, para tan alta onerosidad, son indispensables médiums especiales, de alto garabito moral, mental y afectivo. Es preciso aprender con Cristo de Dios a ofrecer el pan espiritual también a esos pobres execrados, cuando la verdad es que ellos fueron hombres y mujeres como cualquier otro hijo de Dios, apenas un poco más heridos por la sociedad y por los propios individuos.

«En verdad os digo: Todas las veces que faltaseis con la asistencia a uno de estos más pequeños de mis hermanos, dejasteis de tenerla para conmigo mismo.»

Meditemos sobre eso, y fortalezcamos nuestra fe. Nadie hará ese trabajo por nosotros

SABER GANAR Y SABER PERDER

SABER GANAR Y SABER PERDER

Todo espíritu debe pensar que su vida entera ha de ser un acto de amor y de abnegación, y que cualquier cosa que haga para contrarrestar las decisiones del Señor, su justicia seguirá su curso. Puede, pues, sin miedo hacer todos los esfuerzos para endulzar la amargura de la expiación; pero sólo Dios es el que puede detenerla o prolongarla, según lo juzgue más conveniente.

Son muchas las tormentas que se dan en el hogar, y a nadie nos gusta sufrir, las riñas y peleas además de empobrecer nuestro espíritu, nos debilitan, es por eso que siempre que las podamos evitar, nos facilitara el sosiego en nuestro estado emocional

Bien es verdad que las tormentas al igual que siempre modifican la estructura de todas las cosas, ella son necesarias para cambiar así, el curso de la vida, porque muchas veces el hombre se encierra en estados viciosos, de los que nunca saldría, el saber perder en la mayoría de las veces es ganar.

Ganamos cuando conseguimos el objetivo propuesto, cuando tras un tiempo de vencer dificultades, obtenemos un resultado positivo. Ganar supone una gran satisfacción porque es el resultado exitoso del trabajo y del esfuerzo realizado durante un periodo de tiempo. Supone un estímulo, un fuerte empuje para seguir hacia delante en esa línea. Sirve de incentivo para buscar nuevos triunfos.

Gana quien saca una buena nota en un examen tras muchas horas de estudio, quien logra un ascenso en su trabajo o quien obtiene una victoria en el deporte. En definitiva, gana todo aquél que logra un objetivo que requiere esfuerzo y lucha personal por lograrlo.

Saber ganar demuestra elegancia y educación. Siempre hemos oído decir que hay que saber perder, pero rara vez, hemos reflexionado sobre la importancia de saber ganar.

Sabe ganar quien muestra la mejor actitud hacia su rival, no haciendo manifestaciones que le humillen ni deleitándose en su victoria frente al contrario. Tenemos que aprender a ponernos en el lugar del otro y reconocer y valorar el esfuerzo que ha realizado nuestro rival. También demuestra que sabe ganar, quien no presume de lo conseguido y quien es agradecido, no olvidándose de quien les ha ayudado.

Cuando uno gana tiene que ser conscientes de lo efímero que es el éxito, saber relativizarlo y no darle excesiva importancia. Es muy positivo disfrutar de los triunfos, pero siempre con mesura.

Cuando se pierde, hay que aceptar esa situación. Ya no se puede hacer nada que la cambie, tan sólo aprender de esa experiencia y de los errores que hemos cometido para la próxima vez. No debemos justificarnos cuando las cosas no han salido como esperábamos, tan sólo aceptarlas.

Muchas veces influyen factores que no dependen de nosotros y que pueden hacernos fracasar en nuestro objetivo como: fijarnos objetivos inalcanzables, no ser realistas con nuestras capacidades o limitaciones, subestimar a nuestros rivales, o simplemente porque nos enfrentamos a un rival superior.

La derrota hay que saber superarla. No podemos permitir que nos afecte hasta el punto que nos suponga un freno para futuros intentos.

Hay quien por temor al fracaso, deja de actuar. Consideran que es mejor no arriesgarse a perder, se paralizan y no se esfuerzan en conseguir aquello que tanto anhelan.

Pero hemos de tener en cuenta que ni siempre se gana ni siempre se pierde, hay que tenerlo siempre presente. Por ello, no podemos dejarnos llevar por la desazón que produce la derrota, sino pensar que habrá otra oportunidad que podamos aprovecharla mejor. Perder cuesta asumirlo, duele y supone una decepción, es difícil encajarlo porque es el resultado de un esfuerzo no compensado.

Saber perder también atañe a nuestra actitud con nuestros rivales. Cuando perdemos, nuestra actitud debe ser cordial con nuestro rival, ya sea en el deporte o en otro ámbito de nuestra vida como el profesional, y felicitar a quien ganó con prontitud. No debemos enfadarnos ni enfrentarnos a nuestro rival, y en ningún momento faltarle el respeto porque creamos que el resultado ha sido injusto. En el caso de que así fuese, tendremos que aceptarlo igualmente, mejor hacerlo con elegancia. Nunca podemos perder los nervios o las formas, tenemos que tener autocontrol.

Extraído del Evangelio Según El Espiritismo y de Internet de un texto de Dª. Trinidad Aparicio Pérez 

RELIQUIAS BECERRA DE MENESES

RELIQUIAS

De la serie Becerra de Meneses

Del libro: Historia de un Sueño

SI EL hombre de la Tierra, por más sumiso que sea a los decretos del Señor, no recibe impávido y firme el choque de la adversidad suprema, que es la pérdida del ente amado, de la misma forma que o cedro de un año recibe el choque de los vientos enfurecidos; si el propio espírita, que conoce el destino de los seres humanos y considera la muerte una orden de soltura del preso, que sufre las atrocidades de la peor de las esclavitudes, a la del mísero pecador; si incluso este último inclina la cabeza, pero envuelve  el corazón en negras nubes de dolorosa tristeza, como exigirse que el habitante de un mundo más atrasado que la Tierra mire, fría y resignadamente, al cuadro lúgubre de la extinción de un ser en quien concentró todo el amor de que es capaz el corazón de un hombre?

Es de admirarse, y mucho, que, en tales condiciones, se guarde la calma del príncipe, comparada a un océano manso en su superficie, más horrendamente convulsionado en las profundidades. La cabeza resistió, pero el corazón, entumecido, lo sofocaba El mandato, que revelaba una esperanza consoladora, fue seguido por los ronquidos de la desesperación, más terrible, más aterradora que el simún, agitando el océano de arenas del desierto, levantando montañas sobre montañas, que entierran, en su pecho, las caravanas desdichadas que pasan en la trayectoria.

¡Esperanza cándida, envuelta en el temporal indescriptible del más indescriptible desespero! Mimosa y blanca paloma, tomada en los espacios infinitos por una nube de negros ¡y cometas con dientes enfermos de sangre!

Con paso vacilante, llevando, apretado contra el pecho, el sagrado cofre que contenía las últimas reliquias de quien le endulzara la vida un instante, el mozo volvió a la gruta, en la que recibiera el ultimo pensamiento de aquella adorada criatura y, parando en el lugar de donde evolucionando el alma de quien le hacía llorar sangre del corazón, tomo la urna y balbuceo, entre sollozos, las palabras que el poeta mantuano vertió en su lengua y por sus arrobos poéticos: ““dulces exuvit dum fata deus, que sinebant» y, habiendo besado la reliquia exclamó con furia de aterrorizar:

— Por estas reliquias que me son sagradas, yo juro vengar la ofensa y el mal que me hicieron aquellos dos miserables.

El eco de su voz, cavernosa que hacía temblar, como si fuera un trueno, resonó por la cueva, repitiendo, en diferentes tonos, el tremendo juramento del pobre espíritu, que avanzaba hacia la luz y al mismo tiempo retrocediendo hacia la oscuridad.

— Es así mismo — dice Bartolomé de los Mártires. Imagina la ascensión de una montaña por las trillas resbaladizo y me dice si alguien puede hacerla, siempre ganando espacio, como quien marcha sobre terreno llano.

El espíritu sube caminos de progreso no por tales caminos, sino luchando contra sus impurezas, que ceden, aunque reaccionan y, mientras ceden, avanza y, mientras reaccionan, él retrocede. Afortunadamente, la ley del amor divino nunca le permite volver a estar por debajo del punto de partida desde donde emprende cada marcha. Y así, subiendo y bajando, él siempre conquista, poco o mucho, según las energías de que dispone para el bien, hasta que, lenta o activamente, llegue a la línea que separa la tierra blanda del mal del terreno en el que sólo florece el bien.

— De ahí por delante, hijo mío— acrecentó el guía —, el marcha con gallardía y seguridad, sin retroceder más, venciendo el espacio infinito que tiene que recorrer por entre risas y flores y siempre crecientes alegrías. Has visto tu marcha en aquel planeta y debes haber notado que, aunque te eleves por un poco de esfuerzo, te deslizas desde el punto al que llegaste, más siempre por encima de aquel donde partiste. Conseguiste así, de esas migajas de progreso, hacer la escalera por el cual viniste al mundo en el que te encuentras hoy, y de la misma manera, si no más fácilmente construirás la escalera que te llevará a las alturas de esa línea, más allá del cual se avanza sin interrupción, sin dolor, sin pena.

— ¿Ves el cuadro que te ocupa, en este momento, la atención? —indago Bartolomé de los Mártires. —Lo compara con aquel en que recibiste la misericordia de Jesús, manifestada por el descubrimiento de la mujer, cuya perdida abalaba constantemente tus pensamientos y sentimientos. Compáralos reconoce como subiste, por efecto de la caridad que hiciste, y como ahí estás casi precipitándote, por efecto del odio y del deseo de venganza, sentimientos opuestos al amor y a la caridad. Estos, los brillantes luceros, que iluminan el camino de la puerta estrecha, donde, únicamente, el puro Jesús espera a los peregrinos que vuelven a su seno paternal, cubiertos por los andrajos del hijo pródigo, del que nos habla en sus divinas enseñanzas.

— No te diré hasta donde llegarás, hijo mío, en el imperio de las tinieblas de que ya casi habías emergido, dominado ahora por esos sentimientos de fatalidad. Pero siempre os diré que un espíritu abierto a la luz del bien y de la verdad merece ayuda de las altas misioneras de la caridad, emisarias de las gracias del Señor. A pesar de que él se desvié, los buenos hermanos te llevan, más o menos rápido, directamente o indirectamente, según los méritos adquiridos en la carrera de salvación.

— ¡Bendito sea Dios!—exclame, poseído de delirante exaltación, oyendo la elevada exposición de los medios por el que el Padre regula, sabia y amorosamente, sin preferencias ni exclusiones, siempre por leyes eternas e inmutables, la marcha libre de todos sus hijos para su casa, que es el paraíso de delicias inefables.

—Bendito sea—respondió el buen guía—por todos los pueblos y siglos.

Volví a la contemplación del cuadro representativo del término de mi existencia en Venus, y mis ojos vieron aquel espíritu enemigo, que fue desterrado de la casa del padre del joven, a quien instó contra él, a acercarse de nuevo y acercarse directamente de él.

— ¡El espíritu de las tinieblas no duerme! — exclame.

— No duerme, a la espera de la primera entrada que le demos —respondió el guía. Si es por eso que debemos siempre, como recomendó Jesús, orar y vigilar…siempre, siempre, siempre. Ve, sin embargo, hijo mío, que, si el vela a la espera de cualquier falta nuestra, para atraernos a su reino, no menos solícitamente, vela por el alma que le fue confiada al espíritu de luz, que llamáis, en la Tierra, de ángel de la guarda. Allí está, junto al mozo desvariado, aquella mujer angélica, que ya lo salvo de la furia paterna. La lucha ahora será más terrible, porque el corazón habla más en el pobre muchacho que la razón, y el corazón está lleno de hiel de condenación.

Efectivamente, divise, en el punto indicado, la luz radiante de la santa mujer

TRES MENSAJES DE CHICO XAVIER

FATIGA Y JUICIO

Emmanuel/Francisco Cándido Xavier.

Libro: Fe, Paz y Amor

Observemos a la criatura que, juzgándose vanidosamente libre, se rinde a las sugestiones arrasadoras de la cólera…

Movilizando la independencia de que se cree detentora, para simplemente abusar, esparce, en torno de la propia senda, rayos siniestros de perturbación y de muerte, creando para si misma causas oscuras de frustración y aniquilamiento.

Si ha herido a su compañero de camino, sin duda complicará la propia hoja de ruta, sembrando angustia y amargura que volverán fatalmente al punto de origen, haciendo que la angustia y la inseguridad se expresen en los más extraños procesos de la enfermedad.

Si ha lacerado a sus seres queridos, seguramente habrá creado braseros de incomprensión y discordia en su propio templo doméstico, quemando su alma por mucho tiempo.

Y, si sin pensarlo ha llegado al borde del crimen, naturalmente será condenado al calabozo, con el cual la justicia del mundo le aguijoneará el corazón, segregándolo a distancia de la libertad.

En el símbolo reconocemos nuestras viejas fatigas de espíritus milenarios, encajonados en la oscuridad de nuestras propias debilidades. Asumiendo que estamos exonerados del deber de ayudar y comprender, apoyar y servir, admitimos que el mundo tendrá que emerger como el centro de atención de nuestros propios caprichos, terminando humillados y dementes, bajo los grilletes Kármico del rescate que la vida aún impone, sobre nosotros, hoy, en dolorosos procesos de sufrimiento.

Sin embargo, si nos ceñimos al yugo ligero de Cristo, he aquí, todo el panel se reajusta y se renueva, porque entonces, voluntariamente sumisos al cumplimiento de nuestras obligaciones, comprenderemos finalmente que, según Jesús, perder es ganar y esclavizarse a alguien a la felicidad de los demás es adquirir la propia liberación para la Vida Eterna.

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EXPERIMENTO

Emmanuel/Francisco Cándido Xavier.

Libro: Fe, Paz y Amor

Hermano mío

Si deseas penetrar la esencia divina del dolor, extiende la propia mirada por encima del círculo estrecho de tus pensamientos y busca ampliar los problemas y necesidades de los demás.

Si juzgas, colócate en la posición de aquel que se hizo objeto de tú apreciación, a fin de que no sentencies con la liviandad de la ignorancia.

Si te encuentras ante algún juez, pondera la gravedad de la misión del hombre que aplica los artículos de la ley.

Si administras, no olvides situar tu propio corazón en el lugar de aquel que te obedece, para que no decidas, en cuanto a los procesos de tu competencia, lejos del sentido de las proporciones. Si te encuentras subordinado, aprende a sentir las responsabilidades de quien te dirige en el trabajo, para no precipitarte en el tobogán de la inconsciencia.

Si te presentas en el cuerpo masculino, medita en las aflicciones de la mujer, para que no hagas de la vida un curso deplorable de animalidad deprimente.

Si te envuelves en la túnica femenina, reflexiona en los pesados menesteres del hombre, evitando la inmersión de la propia alma en las superficialidades inútiles.

Si guardas un cuerpo robusto, no olvides al enfermo, a fin de que la aflicción sea menos inquietante en tú espíritu el día en que fueras visitado por la enfermedad.

Si te encuentras enferma, no te revuelvas contra las personas de salud relativa que no comprenden aun el sufrimiento, para que la exteriorización de tú actitud no sea veneno mental. Experimenta ver más lejos.

En el momento en que te coloques en lugar de tu semejante, comprenderás los dolores y enigmas, habrá  no en el interior de tu corazón espacio para la verdadera fraternidad y, entonces, el dolor, de cualquier especie, surgirá a tus ojos inmortales por divina luz.

EMMANUEL

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PARA LA MUJER

Por el Espíritu Eugenia Braga

Del libro: Colecciones del Más Allá. Médium: Francisco Cândido Xavier.

 En la dolorosa situación de vuestros tiempos, observamos a la mujer, de modo general, indiferente con sus deberes. Las ilusiones políticas, la concurrencia profesional, los venenos filosóficos invadieron los hogares.

Son pocas las compañeras fieles que se mantienen, en los puestos de servicio con Jesús, convictas de la transitoriedad de las posiciones humanas.

Casi siempre, lo que se verifica es justamente el naufragio de luminosas esperanzas, que, al principio, parecían vigorosas incorruptibles. Semejantes desastres son oriundos del olvido de que nuestra línea al frente, en la batalla humana, es el hogar, con todas sus obligaciones sacrificiales, compeliendo a las madres, las esposas, hijas y hermanas a los actos supremos de la renunciación.

Nuestro Maestro es Jesús. Nuestro trabajo es la edificación para la vida eterna. Es imprescindible no olvidar que los hombres obedecerán, en todas sus tareas, al imperativo del sentimiento. Sin ese requisito, son muy raros los que triunfan. Es necesario convertir nuestro potencial de fe en fuente de auxilio.

Nada conseguiremos en el terreno de las competiciones mezquinas, más si en la esfera de la bondad y de la cooperación espiritual.

Busquemos comprender, cada vez más, el carácter transcendente de nuestras obligaciones. Cuando nos referimos al deber doméstico, claro que no aludimos a la servidumbre o esclavitud. Refiriéndonos a la dignidad femenina con Cristo para que todas nos tornemos devotadas cooperadoras de nuestros hermanos. El mal feminismo es aquel que promete conquistas mentirosas, perdido en predicaciones brillantes para toparse con realidades dolorosas más tarde. Reconocemos, sin embargo, que el feminismo, el que integra a la mujer en su propio saber, es el movimiento de Jesús, a favor del hogar, para el hogar y dentro del hogar.

Felices sois, por tanto, por la santidad de vuestro ministerio.

Unamos las manos en el trabajo redentor. Sea nuestra casa, el gran abrigo de los corazones, donde todos tenemos una tarea sagrada a cumplir.

Dios nos lo concedió, respondiendo a nuestras más altas aspiraciones ya nuestras más sinceras súplicas. Cada obstáculo es un nuevo motivo de victoria y cada pequeño dolor es para nosotros una joya en el cofre de la eternidad.

Deja que la tempestad del mundo, con sus viejos malentendidos, sea atenuada por el Poder Divino. No os dañe los oídos el rumor de las caídas externas. Continuad en la casa del corazón, seguros de que Jesús estará con nosotros siempre que sepamos preferir Su sagrada compañía.

¡YO SE QUE USTED SIENTE LA FALTA DE MI!

 Para reflexionar

¡YO SE QUE USTED SIENTE LA FALTA DE MI!

 Para reflexionar

«Yo sé que mi ausencia es dura, que desde que salí sus días no son como antes, sé que usted tiene dificultad en conciliar el sueño, se cuánto usted siente mi falta y cuanto desea que yo vuelva.

Yo ya te vi llorar y créalo, lloro con usted…

No es fácil verte triste, sé que es inevitable que llores, pues los recuerdos están en todo lugar, ves fotos y tú mirada se llena de tanto anhelo, lloras y yo acaricio tu cabello, ya sentí tus lágrimas, tu dolor y tus miedos…

Yo sé que usted está con mucho miedo, que cree que su vida está acabando.

Es normal, forma parte del luto… si tú supieses que yo estoy bien, que soy feliz y todo lo que yo quiero es consuelo.

No llores… ¡Ya no!

Tienes que aceptar que a todos nos acontece, que es así, está escrito, que no es injusto, que los tiempos de Dios son perfectos.

Yo viví y fui feliz, ame y me amaron… Viví mi tiempo como vivirás el tuyo.

No se preocupe conmigo, yo estoy bien, si usted supiese como es de lindo ese lugar, la paz y amor que existe. Hay colores que usted jamás imaginó, este lugar es realmente lindo y un día lo compartiremos más no tenga prisa, será en su tiempo, a su tiempo.  ¡Viva, aproveche su vida!

Llene su corazón con los mejores momentos que vivimos juntos… sé que mi ausencia está en todos los momentos.

Ya te vi llorar y te vi sonreír en alguna memoria. Si usted supiese que si usted ríe yo sonrió con usted, en cada conquista cada conmemoración, en cada alegría en cada tristeza yo ya estuve con usted, nunca voy a dejarte sola…

Recuerda que Dios nos presta el cuerpo, pero el alma nos da regalos y esa alma sigue viva, siempre aferrada a la suya.

Te amo y sé cuánto me amas.

El amor vive en nuestros corazones, ¿me oyes? … sigue latiendo en la tuya y ahí estoy yo…. no llores más, la vida es bella. Sé que te sientes solo, a pesar de las personas que te quieren y te necesitan. ¡Sea fuerte! Que tu fuerza es la luz que alimenta mi alma. Tus recuerdos son míos, consuélate, ten fe que Dios está contigo.

¡No desista!

Eres pura esencia de mí. Que el dolor no dure en tu corazón. Sonríe en esos recuerdos… sé feliz y aprende a vivir sin mi presencia física, y no olvides que la vida nos separa por un tiempo… pero Dios nos vuelve a unir.

No trates de entender la muerte, hazte mil preguntas… entiende la vida porque la vida es tu regalo… cuando pienses en mí por favor dame una sonrisa, envíame rosas blancas, soy más feliz de ver una demasiado hermosa. Sonríe y te lo repito una vez más… si piensas en mí, siempre, siempre estaré contigo.

Con amor:

Tu Ángel que te cuida desde el cielo»

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TRES LECCIONES DE EMMANUEL

EXPERIMENTA

Hermano mío:

 Si deseas penetrar la esencia divina del dolor, extiende tu mirada más allá del estrecho círculo de tus pensamientos y busca comprender los problemas y necesidades de los demás.

Si juzgas, ponte en el lugar del que se hizo objeto de tu apreciación, para no sentenciar con la ligereza de la ignorancia.

Si te encuentras ante un juez, considera la seriedad de la misión del hombre que aplica los artículos de la ley.

Si administras, no olvides poner tu propio corazón en el lugar del que te obedece, para que no decidas, en los procesos de tu competencia, lejos del sentido de las proporciones. Si te encuentras subordinado, aprende a sentir las responsabilidades de quien te dirige en el trabajo, para no precipitarte en el tobogán de la inconsciencia.

Si te presentas en el cuerpo masculino, medita en las aflicciones de la mujer, para que no hagas de la vida un curso deplorable de animalidad deprimente.

Si te envuelves en la túnica femenina, reflexiona sobre los pesados menesteres del hombre, evitando sumergir tu propia alma en superficialidades inútiles.

Si guardas un cuerpo robusto, no te olvides de los enfermos, para que la aflicción sea menos perturbadora en tu espíritu el día que te visite la enfermedad.

Si te encuentras enfermo, no te rebeles contra las personas de relativa salud que aún no comprenden tu sufrimiento, para que la exteriorización de tu actitud no sea un veneno mental. Intenta buscar más.

En el momento en que te coloques en el alma de tu prójimo, comprendiendo sus penas y enigmas, habrá en el fondo de tu grande y bendito corazón, espacio para la verdadera fraternidad y, entonces, el dolor, de cualquier especie, aparecerá en tus ojos inmortales por la luz divina.

Emmanuel

Fe, Paz Y Amor. Francisco Cândido Xavier. Emmanuel.

ÊXITO

Millones de personas creen estar en ascenso hacia el espectacular fulgor del éxito, cuando sólo se involucran en serios compromisos en la sombra.

Lanzan golpes calculados a la economía ajena, atrayendo respeto y admiración en el mundo bancario, organizando, sin embargo, una extraña retaguardia de lágrimas y maldiciones y oscureciendo su camino. Levantan columnas de oro fácil, desde las que suelen estrellarse en las trincheras del crimen. Arquitectan escándalos, enturbiando la vida de los demás, con el aplauso de la multitud, pero siembran espinas de aflicción para sus propios pies.

Desprecian las conciencias no preparadas, abaratándolas en la feria de los sentimientos, para la escalada del poder, pero cargándose de escabrosas deudas que les harán perder la cabeza con pesar y angustia en los tribunales de la Justicia Divina.

Toda adquisición sin esfuerzo es un camino a la derrota. Por tanto, no os situéis al margen del camino, mendigando guía para vuestros pasos, cuando no ignoréis que sólo el deber bien cumplido es paso seguro hacia la verdadera felicidad, ni pidáis el legítimo triunfo a los intereses inmediatos que pasan por el mundo como ciertas flores al amanecer. .

Acordaos que las conquistas sustanciales de la existencia proceden del corazón ajustado al arduo trabajo del propio refinamiento para la Vida Superior y, en vez de buscar el éxito en el destello temporal de las galerías terrestres, no olvidéis que la verdadera victoria casi te busca siempre en el rostro aparentemente agresivo de las grandes dificultades, enunciando amargas exigencias o vestido con la sencilla tela de un mono.

Emmanuel

Fe, Paz Y Amor. Francisco Cândido Xavier. Emmanuel.

ESTUDIANDO EL PERDÓN

El Padre Excelso esculpió potencialmente en el alma de todos Sus hijos la belleza y la sublimidades de Su Ley para expresarse no solamente en su Amor Infinito para todos los seres, más si  igualmente en dignidad para todas las criaturas.

En razón de eso, la Misericordia Divina atiende a múltiples medios de auxilio, desdoblándolos en favor de los espíritus sufridores y desviados, promoviendo la creación de obstáculos que restablecen  la esperanza, de luchas que desenvuelven facultades entorpecidas, de aflicciones que impulsan  la procura de la paz y de dolores que recuperan y reeducan; todavía, el entendimiento más obtuso y la sensibilidad más empedernida en acordando, un día, para la realidad, contemplan a si mismos y suspiran por la respetabilidad espiritual que legitima el sello de la elevación…

Y el primer impulso que guía su nuevo camino es precisamente el del hombre intachable que busca saldar sus propias deudas, elevando su carácter a la luz.

Aunque la deuda reclama siglos de tormento, ellos se entregan al tormento, renovados y confiados, en la certeza de que el tiempo, como gracia de Dios, les dará la posibilidad y la ayuda para rehacerse.

El perdón, en la vida, como ocurre en la organización bancaria del mundo, será préstamo de recursos, moratoria benévola, reforma de compromisos y respaldo generoso y noble, basado en la solidaridad y la tolerancia, porque, en pura verdad, no hay conciencia, cuando se vuelve al bien, quiere ser inocente y, ahora, hoy o mañana, se dedica a pagar sus deudas en el mundo para resucitar, limpia, ante la Justicia Eterna que corona de luz a quien, por fin, lavó el mal de sus propias cuentas , sobre la base de centavo a centavo.

Emmanuel

Fe, Paz Y Amor. Francisco Cândido Xavier. Emmanuel.

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Toda adquisición sin esfuerzo es camino para la derrota. Acuérdate de que las conquistas sustanciales de la existencia proceden del corazón ajustado al duro trabajo del propio mejoramiento para la Vida Superior y no olvides que la victoria real casi siempre te procura en el semblante agresivo de las grandes dificultades, enunciando exigencias amargas. No te coloques al margen de la senda, ni pida triunfo legitimo a los intereses inmediatistas que pasan en el mundo como ciertas flores del Alvorecer. Emmanuel

PROGRAMA DE AMOR

PROGRAMA DE AMOR

Divaldo Franco

Libro: Terapéutica de Emergencia

Bajo el estruendo de la tormenta que domina los paisajes morales de la Tierra, Cristo es la Bonanza, sosteniéndonos en la inmensa lucha, en la situación desesperada.

Ante las circunstancias rudas y calamitosas que se nos presentan — efecto natural de la irresponsabilidad y de la insania del pasado —, en vez de la posición derrotista y acomodada, neurótica y pesimista, reunamos las fuerzas claudicantes, invirtiéndolas en acción libertadora.

El programa que se nos desdobla, al frente, es un desafío al valor moral y a la resistencia espiritual de los cristianos decididos, porque del amor.

No obstante el socorro a los que cayeron bajo la vigorosa tormenta, y que amenaza a los caminantes descuidados, apliquemos todos los posibles esfuerzos en la educación y apoyo del niño, trabajando, desde hoy, por la humanidad de mañana.

En la raíz de la violencia del adulto yace una criatura estropeada, confundida, infeliz.

En cada agresor pulsa un corazón infantil asaltado por el miedo.

En la génesis del desconcierto social existe una vida que fue marchitada al nacer.

La marginalización de la criatura engendra la delincuencia juvenil, acarreando para el adulto la locura y la destruición.

Toda y cualquier providencia que vise el cambio del actual paisaje humano de la Tierra, por más respetable, no podrá lograr éxito, si no tuviera como soporte a la criatura, que prosigue siendo el amanecer del futuro.

En ese sentido, todos los recursos deben ser canalizados para ese fanal, obviamente no olvidando minimizar la situación de los mutilados en cuerpo y alma, que transitan bajo coyunturas infelices, atacados en sí mismos y agresores, sublevados contra todo.

Orientación sobre el sexo con responsabilidad — educación de los adultos; concienciación sobre la estructura familiar — educación comunitaria; dignificación del individuo, que deberá poseer lo mínimo que sea para sobrevivir como ciudadano — educación de los gobernantes; orientación espiritual en torno del destino inmortal, labrado en la realidad, sin tabús ni superstición — educación religiosa; ejemplos de ennoblecimiento humano y respeto a la criatura — educación infantil; apoyo y socorro a los carentes de pan y de paz, de amor y de solidaridad — educación social, constituyen algunos ítems para, encarados de frente, para emprender la tarea de transformar el momento de /angustias que se vive, en los días sonrientes de alegría que vendrán.

No se trata de una fácil tarea o de un difícil emprendimiento, más de un compromiso que el hombre del presente mantiene en relación con la sociedad futura.

Nadie se puede excusar de iniciar este ministerio: o de preparar el futuro.

Aquel que no se considere en condiciones de levantar el edificio de la paz, no niegue el ladrillo de la cooperación; quien no se

Crea capaz de donar el techo, no deje de ofrecer la teja indispensable; no pudiendo hacer todo, contribuya con su parte, sin embargo, no se detenga a generar problemas, apuntando errores e impidiéndose la solución de ellos.

El joven carente se torna el adulto desdichado, sin rumbo.

El niño hambriento, tal vez sobreviva a la falta de leche y pan, en los primeros días de la vida infantil, sin embargo, marcados por degeneración cerebral, que la armará de violencia y de idiotez, hará que ella cobre la indiferencia socioeconómica de quien fue víctima.

… Mientras prolifera aritméticamente la natalidad entre las llamadas clases abastecidas, en los en los guetos y barrios bajos se multiplica la vida geométricamente humana que, en ese orden, cuando menos se espere, aparecerá, desnutrido y agresivo, en una gran masa, promoviendo el caos…

No hay, para el problema, solución de emergencia. Nadie se deje engañar.

Cada familia sea en un santuario de amor y un techo para el pequeñito de hoy, tumbado en la planta baja.

Cada hogar abra sus puertas a una criatura ahora sin rumbo, ofreciéndole directriz.

Cada criatura da ternura a una vida que comienza, dirigiéndola al bien.

… Y mientras no llega la hora de así proceder, cooperemos con los nidos de amor, que son los hogares colectivos donde gorjean esos seres cantores que, en la infancia inocente, merecen y poseen el “reino de los Cielos”, como dijo Jesús, ayudándoles, por nuestra parte, a ser felices en los paisajes de la Tierra, donde siguen en la actualidad, para no perder la plenitud que los aguardará en el futuro espiritual.

MARÍLIA BARBOZA

LA LEY DE GRACIAS

LA LEY DE GRACIA

De la serie Becerra de Meneses

Libro: Historia de un Sueño

Si, él tuvo misericordia. De otro modo, no se podría explicar el hecho de haber llegado al descansillo donde agonizaba su amada, para aliviar sus últimos momentos: gran bien para el que ama al ser que se marcha. La misericordia es una gracia, y las gracias no se conceden sin ley, pues entonces Dios tendría preferencias y exclusiones, en detrimento de su principal atributo: la justicia.

La ley de gracia requiere títulos de parte de los que la reciben, títulos que la provoquen, sea quien sea aquel que las posea. Y, por tanto, así como ella es general, es también proporcional a los títulos de beneficencia. Quien practica el bien como uno, recibirá gracia como uno y quien merece como diez, recibirá como diez.

El que mereciera como cien, y tenga culpas como mil, no recibirá la gracia que lo lave de todas las culpas, más si solamente en razón de aquellas que sus buenas obras rescataran.

La ley de gracia es paralela a la del perdón, que no se obtiene por todas las culpas y si en razón de los merecimientos que se van alcanzando, hasta obtener tantos que cubran todo el mal hecho, todo el pasivo. Así, pues, cuando Bartolomé de los Mártires dice que, por aquel acto de piedad para con la pobre viejo, el recibió misericordia, no se debe entender que quedo perdonado y purificado. Y tanto es así que, alcanzada la satisfacción de su mayor deseo, de descubrir a la querida esposa, aunque moribunda, recibió luego el golpe de perderla, un dolor que no sufriría si estuviera purificado, porque sólo sufren los que tienen culpas que redimir.

El joven quedó postrado ante ese golpe, el más cruel que podía herirle el corazón; Sin embargo, no perdió la razón y, pensando en ello, concluyó:

Prefiero tenerla muerta entre mis brazos, pura y hermosa como volvió a la vida, que recibirla viva e maculada por el hálito infernal del miserable. Morir es ley para todos y yo sabía, cuando le di mi corazón, que la muerte más temprano o más tarde nos separaría.

Ella vino más temprano de lo que yo esperaba, sin embargo antes así de lo que saberla viva y no saber su paradero y encontrarla contaminada. ¡Qué horror! amar con todas las fuerzas y saber que el ser amado ya tuvo los besos, aunque por violencia, de un otro. ¿Nada tan egoísta como el amor, y lo que sería de mí, al contacto de la mujer amada, vino a mi recuerdo que ese cuerpo ya había satisfecho la concupiscencia de otro? En tal caso, se debe sentir placer y dolor: placer porque se ama, dolor porque ese amor no puede satisfacer su egoísmo, que es su néctar, su ambrosia, su razón de ser.

La mujer amada — continúo el príncipe – — que fue violada, es una muerte en forma de áspid: Atrae y repele al mismo tiempo. Se desea con todas las fuerzas del amor y se evita como la fresca sombra de la mano. El amor requiere pureza, y pureza no posee, sino en el alma, la mujer que ha sufrido violencia en su pudor.

Felizmente, mi amada murió pura, digna de mi amor, murió por mi amor.

Fue una sombra que me encanto la vista y se perdió en los espacios, gravando en mí una impresión que jamás se apagará y será cada vez más resplandeciente; un sueño que se deshizo al despertar; más que permanecerá en mi memoria; una estrella brillante que surgió en mi vida y que densa nube me encubrió a los ojos. No importa: sombra, sueño, estrella prenderán mis pensamientos, harán palpitar mi corazón, nortearán mi camino por todos los días de mi triste vida. Adiós, mujer querida, adiós, hasta que yo valla a encontrarte en el seno del infinito.

En Venus, como en todos los mundos, hay la intuición de la existencia de Dios — el creador y regulador de los seres del Universo. La diferencia está en ser más grosera o más nítida esa intuición. Allá, aun hoy, ella corresponde al período mosaico de la Tierra. El príncipe, uno de los espíritus más adelantados de la humanidad venusina, poseía no solo la idea de Dios, mas también la de la inmortalidad del alma, aunque muy imperfectamente, y fue con esa creencia que dijo adiós à su amada, hasta su encuentro fuera de la vida corpórea.

Aquellas manifestaciones, verdadero arrebato, lo hizo llorar, lo cual funcionó como una válvula de seguridad contra las explosiones orgánicas y morales que la desesperación puede tomar. Triste pero tranquilo, se levantó y fue a preparar la hoguera que debía incinerar, a la manera de su tiempo y de su mundo, el cuerpo sin vida de la que fue, por un momento, la bóveda de todos sus anhelos. Hechos los lavados, según el rito de su pueblo, tomaban el cuerpo sagrado y lo llevaban afuera de la cueva donde ardía la pira. Un adiós más, entre lágrimas del corazón, y ese tesoro fue entregado a las llamas, que lo redujeron a cenizas.

^E£-¡Es a lo que queda reducido! —- exclamo, sollozando. El meteoro que ilumina el espacio donde gira, que arranca de su ser, en las artes, en las ciencias, en todas las relaciones, los elementos del progreso de la humanidad; que da encantos a la vida pesada de este mundo; que descubre, por entre los himnos de la naturaleza, el origen de los seres, la causa de las causas, el ser infinito! ¿Pero qué digo? No es a un puñado de cenizas a lo que se reduce el Rey de la Creación ni a estas cenizas que se reduce mi amada. El hombre es polvo, en virtud del cuerpo que nació del polvo, más su esencia, su verdadero ser, viene del infinito y va para el Infinito. Yo guardo las cenizas en que se convirtió el cuerpo de mi amada, todavía su esencia subió, inalterable, para las estrellas y, de estrella en estrella, para… el gran Ser que la creó. Es allá donde se encuentran los que se amaron aquí; es allá donde se cambian las lágrimas por alegres risas; es allá donde tiene solución el problema misterioso del ser pensante, el hombre; y es allá donde yo espero encontrarte, alma de mi alma, dulce bien que me huiste, luz etérea que guiarás.

Duerme tranquila, en el seno de la eternidad, que yo no tardare en despertarte, a fin de ser felices, una felicidad pura como transparente es el aire, límpida tal cual la linfa que brota de la roca, sin contrariedades, sin fin como la de este mundo.

Descansa y espera así como espero, luchando contra las ondas encapilladas del océano de esta vida, antítesis grosera de la cristalina vida del más allá. Duerme que yo velare, hasta que, unidos a semejanza de dos rayos de luz o del perfume de dos flores hermanas, gocemos de la misma vida, del mismo amor, de la misma felicidad, en la esencia purificada de todos esos bienes.

EN EL INTERCAMBIO MEDIÚMNICO

EN EL INTERCAMBIO MEDIÚMNICO

La comunicación con los espíritus no siempre es   dada con buenos espíritus, ellos están cuidando de los que componen la reunión mediúmnica tanto del plano terrenal como espiritual. Ellos se manifiestan de vez en cuando, si lo creen conveniente, y siempre para un fin útil, nunca lo hacen para satisfacer nuestra curiosidad y deseos, pues ellos han de recibir el permiso de Dios para hacerlo. Los que normalmente se manifiestan son espíritus sufridores de toda índole, rebeldes y maleducados que hay que empezar por controlar, para que no dejar   mostrar la rebeldía que llevan en sí.

Por eso, es conveniente que ejerzamos la mediumnidad en grupos serios y formales, porque si no seremos presa de las tinieblas, vamos ver lo que nos dice Chico Xavier al respecto:

En el trato con nuestros hermanos desequilibrados hay que ajustar nuestra buena voluntad a la condición en que se encuentran, para hablarles con el debido provecho.

 No desconocéis que cada criatura humana vive con las ideas a que se habitúa. ¡Cuántos en el mundo se juzgan triunfantes en el vicio o en el crimen, cuando no pasan de viajeros en declive hacia la caída espectacular!

 ¡Y cuántos compañeros, aparentemente vencidos, son candidatos a la victoria verdadera!…

¡Igual entre vosotros no es difícil observar mendigos harapientos que, por dentro, se creen hidalgos y personas bien nacidas, conservando la humildad real en el corazón, entre el amor al prójimo y la sumisión a Dios!…

Aquí, en la esfera en que la experiencia terrestre se prolonga, los problemas de ese orden sólo se dilatan. ¡Tenemos miles de hermanos esclavizados al recuerdo de lo que fueron en el pasado, pero, ignorando la transición de la muerte, viven por mucho tiempo estancados en tremenda ilusión!…

Se sienten dueños de recursos que perdieron hace tiempo, y tiranos de afectos que irremediablemente se alejaron del tramo de camino en que perpetuaron su visión.

 En los campos y ciudades terrestres, a cada paso encontramos antiguos dominadores del suelo, los cuales la muerte no consiguió alejar de sus haciendas; magnates de la industria que el túmulo no separó de los negocios materiales, y hombres y mujeres en masa que, sin la vestidura del cuerpo, continúan encadenados a los placeres y a los hábitos en que atraparon su alma…

 Invitados a la revisión del estado de conciencia en que se alojan, se irritan y se defienden como puercoespines contentos en el espinar en que viven, cuando no se ocultan, astutos, en el egoísmo en que se deleitan, como viejas tortugas que se escondieran en el caparazón al primer toque extraño a las sensaciones con que se acomodan.

 Si insistimos en el auxilio espiritual que necesitan, vomitan improperios y escupen blasfemias…

 Pero, con eso, no dejan de ser enfermos y locos, actuando contra sí mismos y solicitándonos amparo.

Se sienten vivos, tan vivos, como en la época en que se embriagaron de mentira, fascinación y poder. El tiempo y la vida corren hacia delante, por fuera de ellos, por dentro, inmovilizaron su alma en la fijación mental de imágenes e intereses, que no existen más sino en el mundo estrecho de esos infelices hermanos.

Quieren aprecio, consideración, apoyo, cariño…

 No os pedimos estimularles la fantasía, sin embargo, recordamos la necesidad de nuestra tolerancia, para que podamos bordear, con éxito, sus complicaciones y laberintos, dándoles, a la vez, ideas nuevas con que emprender su recuperación. Imaginémoslos como prisioneros, cuya miseria no nos debe sugerir escarnio o indiferencia, pero sí auxilio deliberado y constante para que se ayuden.

Cultivemos, así, la conversación con los desencarnados sufridores, sin curiosidad maligna, oyéndolos con serenidad y paciencia. No nos olvidemos de que solamente la simpatía fraternal puede garantizar la obra divina del amor. 

Tomado del libro: Instrucciones Psicofonicas

EN BUSCA DE LA VERDAD

EN BUSCA DE LA VERDAD

Cairbar Schutel

Libro: La Vida en el Otro Mundo

En todos Los tiempos, ilustres pensadores y grandes filósofos han dedicado vidas enteras para solucionar el problema de la vida. Infelizmente, sin embargo, sus pesquisas no ultrapasaron los limites corporales, dejando a un lado los fenómenos psíquicos, que atribuyeron, en la mayoría de las veces, a causas sobrenaturales y milagrosas.

El problema anímico aparecía obscurecido a los estudiosos, que basaron sus consultas en torno a la del hombre en la suposición de que él era un alma creada juntamente con el cuerpo.

Las Escuelas de Leucipo y de Epicuro, por ejemplo, admitían al alma; más decían que ella se componía de átomos que se desagregaban, y era, por tanto, incapaz de sobrevivir a la muerte del cuerpo.

Esta idea, más tarde presentada con modificaciones sucesivas por Locke, Condillac, Helvetius y Holback, degeneró en absoluto negativismo, proclamando la Escuela Materialista el siguiente “artículo de fe”; “Solamente en el organismo humano la materia puede sentir y percibir”.

Fue también está la divisa adoptada por Molleschot, Buchner, Karl Vogt, Broussais, Haeckel y otros príncipes de la Ciencia, aplaudido por los hombres más eminentes del siglo.

Karl Vogt afirmaba: “el pensamiento es una secreción del cerebro”, y acrecentaba: “las leyes de la Naturaleza son inflexibles, no conocen moral ni bondad”.

Haeckel decía: “el alma, esto es, la actividad espiritual, nada más es que una función fisiológica, producto de fenómenos mecánicos”.

Parece ser aun corriente entre los sabios oficiales y sus adeptos que la “conciencia es determinada por los elementos constitutivos de la sangre y las obras de la virtud y del genio no pasan de una cuestión de hereditariedad, o sea, el resultado de la física y de la química de los cuerpos”. Fue lo que llevo a un ateísta a decir que el hombre no pasa de un Oxinitrocarbureto de hidrogeno coloidal, y nada más existe en él a no ser la materia.

Las doctrinas espiritualistas

Las doctrinas espiritualistas de Aristóteles, de Santo Tomás de Aquino, de Descartes, que brillaron con verdadero fulgor secundadas por las de Jeffrey, Cousin, Villemain, y las cuales, en el terreno filosófico, demostraron la existencia e inmortalidad del alma, no conseguirán, entretanto, detener la onda de los nihilistas, que crecía cada día más.

La vieja concepción del alma no daba lugar a pruebas positivas, de eso resultando, no solo entre los materialistas que negaban, como entre los espiritualistas, la adopción de un panteísmo comodista, que hacía a estos cuidar solamente de la vida corporal en detrimento de la vida espiritual, del presente, con exclusión del futuro.

Con efecto, perdida la orientación de la vida, limitado el espíritu a las cosas materiales, sin esperanza de una vida mejor, la sociedad tendría forzosamente de precipitarse en un abismo, donde ninguna adquisición duradera le podría mejorar la situación. La Razón, desvirtuada de sus principios, no puede permanecer al lado de la Moral de la Ciencia.

Fue en tales circunstancias que se hicieron sentir, en nuestro planeta, las manifestaciones paranormales, de orden extra físico, que habrían de, sometidas al método experimental, proclamar el establecimiento definitivo del alma como factor del organismo corpóreo, su preexistencia al nacimiento del cuerpo y sobrevivencia a la muerte de este.

El Espiritismo muestra que, en el hombre, la alianza de los dos elementos – alma y cuerpo – íntimamente unido, reaccionan uno sobre el otro, como lo prueba el testimonio diario de los sentidos y de la consciencia; y tiene por intermediario el involucro del espíritu, que Allan Kardec hubo por bien denominar periespiritu, elemento este ya previsto por el Apóstol Pablo, que lo llamo cuerpo espiritual, y por el inglés Cudworth, que lo intitulo medidor plástico.

La Teoría Espírita, trazando una nueva idea del alma, extendió a su acción ligando los dos mundos, el mundo de la vida corpórea y el mundo de la vida espiritual, facilitando, así, la solución del gran problema del “ser”, con sus principios de evolución entrevisto por Darwin, Lamarck y Haeckel, más infundiendo en las concepciones evolucionistas el espíritu, sin el cual no podrían prevalecer.

Con la inestimable contribución que el Espiritismo a todos proporciona, libre de las adjunciones del feudalismo intelectual, todos los hombres de buena voluntad, en un esfuerzo supremo para su mejoría, pueden y deben abordar, ahora, con orientación más firme, aquello que, antiguamente, era privilegio de los sabios y sacerdotes.

Favorecidos por los fenómenos psíquicos, por la evocación de los Espíritus y sus manifestaciones, aún más, auxiliados por una enorme biblioteca de obras que tratan del asunto, muy fácil será al hombre de buena voluntad encontrar la Verdad fuera de las academias y de las religiones sectarias que han retardado el progreso humano.

EL REVERSO DE LA MEDALLA

EL REVERSO DE LA MEDALLA

Ivonne Pereira

Libro: Cantico del Corazón Parte II

«Los sufrimientos debidos a causas anteriores a la existencia presente, como los que se originan de culpas actuales, son muchas veces a consecuencia de la falta cometida, esto es, el hombre, por la acción de una rigorosa justicia distributiva, sufre lo que hace sufrir a los otros.» (E.S.E., Cap. 5, ítem 7)

Recuerdo de que, cuando yo contaba once años de edad, mi madre me dijo, cierto día:

– Vamos hoy al Hospital del «Radium», a visitar al Capitán Domingos.

– ¿Quién es el Capitán Domingos, mamá? – indague.

– Un gran amigo de mi familia, y le debemos muchos favores, desde mi infancia. Cuando yo y mis hermanas quedamos huérfanas de padre, él ayudó mucho a tu abuela a acabar de criarnos y a tratar de nuestra educación. Debemos mucho a él; es un excelente hombre.

Así recomendado a mi corazón por quien lo merecía de mí todo respeto y confianza, fui al hospital con el ser involucrado en simpatía y buena voluntad. Así que conocí al amigo capitán, apreté su mano derecha, como era costumbre de los niños frente a sus mayores, por ese tiempo; Fui acariciado y besado por mi buen amigo, cuya edad rozaría por los setenta y muchos años, tal vez ochenta, y quede encantada con su cortesía de un verdadero caballero.

El Capitán Domingos era alto y elegante, a pesar de la edad, cabellos blancos como un tufo de algodón, hablaba correctamente, con nobleza y distinción impecables; trató a mi madre como a una hija que le era querida. El mal que lo llevara a hospitalizarse era un cáncer en la rodilla. Una pequeña llaga aparentemente inofensiva, pero realmente terrible amenaza, estigma doloroso que debería realizar para  su redención, tal vez, de pecador incurrió en una de las faltas más graves señaladas por las leyes de Dios: crueldad con los más débiles.

– Yo no sabía nada del apuesto anciano, excepto que era genial. Amigo de mi abuelo, médico de su familia, y que a la familia le dio mucha dedicación, tras el traslado de su jefe. Por eso llegué a estimarlo profundamente, estima que aún hoy llena mi corazón. Él permaneció hospitalizado durante seis meses.

Por aquel tiempo, el cáncer era tratado con aplicaciones de «Radium», tratamiento peligroso, que podría aun mismo quemar gravemente los tejidos de la parte afectada del enfermo que se sometiese a dicha operación.

Mas nada aconteció con él y, al obtener el alta, el enfermo fue considerado radicalmente curado, habiendo seguido para el interior de Minas Genérales con su hijo bien situado en la vida. Durante algún tiempo, no supimos ninguna noticia del Capitán Domingos.

Con el transcurrir de los días, sin embargo, mi madre, cuyos recuerdos del pasado revivido con el reencuentro de un querido amigo, comenzó a desentrañar el rosario de hechos pasados ​​que ocurrieron alrededor del amigo.

El Capitán Domingos fue un gran señor de esclavos, propietario de dos haciendas, rico, bien relacionado y muy culto.

Adoraba a los hijos y a las dos esposas que tuviera, pues se casara dos veces, además de ser bueno y servicial amigo para aquellos que le merecían los afectos, aunque cruel para con los pobres esclavos, los cuales, para él, valían menos que los propios animales.

En sus haciendas, raros eran los días en que los castigos no flagelasen a los esclavos, y dramas constantes avergonzado a los invitados que casualmente estaba allí de visita, ocasiones en las que se demoraban, a veces medio año, como es costumbre en esos tiempos de la vida aristocratizada. Incluso mi madre y sus hermanas pasaban allí meses y meses, pues el gran señor, como pequeño aguacil moderno, se complacía de tener una corte en sus dominios, y suntuosas fiestas se realizaban, inspiradas en la elegancia y en el encantador gusto francés, que los brasileños de entonces mucho apreciaban.

Pero, junto a las hermosas veladas, donde la música de los grandes maestros siempre estaba presente, el tratamiento paradójico de negros, quienes, como fundamentos de esa brillantez social, debían, al menos por interés, para ser bien tratados, para que el trabajo de sus brazos no vacilaran, ya que era uno de sus sacrificios con el azadón o el trabajo doméstico que aparecían esos aparatos que, a sus comensales, eran presentados.

Había una gran baranda en el fondo de una de sus salas de comer, pues existían tres en la casa, donde, de preferencia, vivía el con la familia y los huéspedes. En esa baranda, pasaban el día varios niños esclavos de tierna edad, ya protegidos por la a Ley del Vientre Libre, vigilados por una esclava anciana, que de ellos cuidaba, mientras las madres trabajaban en el campo, y ella misma cosía o tejía en el tamiz para el uso de la señoras, una vez que ociosa no podía permanecer.

Si el Capitán Domingos, pasase por allí  y viese a uno de estos «pequeños niños» llorando, les daba un puntapié tan vigoroso, con tanta fuerza que el infeliz niño muchas veces rulaba por la escalera en el extremo de dicha baranda, hiriéndose y lastimándose.

Cierta vez, el descubrió oculto en un hueco de la pared, en el patio, un hierro roto. Se informó y supo que la responsabilidad del “desastre” era de la esclava Rita, ama de leche que le criaba a los hijos, y planchadora de la casa. Ordenó, entonces, que el capataz le aplicase palmetazos en las manos hasta que ella adivinase la razón por la que sufría el castigo, pues el no dijo el motivo por el cual actuaba de esa manera. Rita, llorando, tuvo las manos horriblemente hinchadas, heridas, sangrando, hasta que se acordó del hierro roto. Más, en seguida, sufrió otra docena de golpes porque, probablemente, sabía por que la golpeaban y no quería confesar…

En otra ocasión, hizo azotar a un esclavo anciano en la picota existente en el patio interior. Eso – dijo mi madre – era verdadera ¡Inquisición! EL negro se retorcía, gemía, imploraba perdón, lloraba, clamaba a Dios por ayuda. Mi madre, entonces una niña de doce años, estaba en la hacienda y viendo el drama. Tuvo un acceso de desespero, un ataque de nervios ante la horrible escena. En dado momento, gritando por las escaleras, llegando al patio; se abalanzó sobre el capataz y lo mordió en la mano con tal furor que el verdugo tuvo que interrumpir la tortura, porque la sangre brotó. Por poco la mordedura no le arranco un trozo de carne de la ruda mano. Más, fue tardío aquel socorro insólito. El negro desfalleció y fue transportado para la enfermaría de la propia hacienda, mientras mi madre, gritando, se debatía en terrible crisis nerviosa. Tres días después, el esclavo moría sin haber recuperado los sentidos, «deitando os miolos y sangre por los oídos», según el diagnóstico de mi abuelo, médico de la hacienda.

Más, el tiempo pasó… Antes mismo de romper la Ley Áurea, el Capitán Domingos perdió las dos haciendas, tornándose paupérrimo, por haber endeudado. Los hijos, ahora pobres, buscaron medios de subsistencia en otras ciudades, y las dos hijas, casadas, habían muerto.

El capitán, ya viejo, sin saber trabajar, reducido a vivir de casa en casa, ayudados así por antiguos comensales. Rita, la mulata, ahora casada con un ex capataz español que le había comprado una licencia para manumisión, se compadeció del antiguo maestro y lo acogió en su casa durante mucho tiempo. Hasta que uno de sus hijos, ya bien asentado en la vida, lo envió de regreso a su propia casa, cumpliendo con su deber filial. Más unos años, ya en la República, allá por el año 1920, necesito hospitalización debido al cáncer de rodilla.

Dos años después de recibir el alta del «Hospital del Radium», el cáncer volvió. Más retorno en la región de la cabeza, en el cerebro. El bello anciano Domingos pasó dos años en gritos, tales eran los horrorosos dolores que lo flagelaban sin alivio, porque, si la medicina actual no resuelve tales casos, mucho menos los resolvía la medicina de cuarenta o cincuenta años pasados. Y, un bello día, el antiguo hacendero murió, en casa del hijo, en Minas Gerais, «derramando sangre y sesos por los oídos», según el diagnóstico de los médicos asistentes. Un violento tumor canceroso en el cerebro incluso le había roto el cráneo, según la palabra del propio hijo, en cuya casa había muerto.

O eminente pensador Peter Van der Mier aseveró que «todo encuentro con otro ser humano tiene sentido, y debe significar algo, en el plano de la creación de Dios”. Así debe ser. Jamás pude olvidar la bella figura del Capitán Domingos. Lo estime mucho, a pesar de verlo una única vez, agradecida à su gran bondad dedicada a mi madre y su familia, cuando les falto el jefe querido.

Esa ternura aun hoy vive en mi corazón.

Lloré mucho, cuando partió para el Más Allá, penalizada por su gran sufrimiento. Y, durante quince años, ore diariamente por la paz de su alma.

Me torne espírita militante, presidente de trabajos en sesiones mediúmnicas. Cierta noche, durante una sesión de aquella naturaleza, tuve la sorpresa de constatar la incorporación de su Espíritu en un médium que absolutamente no lo conociera, y junto a quien yo nunca había dicho su nombre o eventos pasados.

Debo declarar que mi madre y mis tías informaban que el Capitán Domingos, en su hacienda, interrumpía, por veces, sus brillantes tardes, a fin de practicar la experiencia de las «mesas girantes», para conversar con los Espíritus, lo que mucho divertía a los convidados, y que solamente se abstuviera de esa práctica después que el Espíritu de su primera mujer se comunicara por esa forma, pidiendo que no hiciesen más tal experiencia, pues se trataba de una ciencia importante y muy seria, destinada por Dios al bien de la Humanidad. Y que, en su biblioteca existían los libros de la codificación del Espiritismo, más que en los lea como curiosidad, sin medir el alcance de lo que tenía en las manos.

Ahora, la comunicación del bello anciano fue dolorosa y conmovedora.

Arrepentido, torturado por el remordimiento de su trato a los esclavos, teniendo ante sí,  sin interrupción, la hacienda, el patio de los suplicios, la picota, los gritos de aquellos mártires, hijos de Dios, como él, sus sufrimientos eran superlativos e inconsolables.

Después de longa conversación, durante la cual le presenté la esperanza y el consuelo ofrecidos por el propio Consolador, y notando al médium ya fatigado, fue hecha la oración para que la piedad del Eterno permitiese la presencia de un amigo espiritual, un instructor que orientase al Capitán en su nueva caminada, donde él se encontraba solo, abandonado, desorientado.

Pasados algunos minutos, durante los cuales se adivinaba que la mano de Cristo de Dios se extendía sobre aquella reunión, se presentó al Guía solicitado, a través de otro médium, uno solo, y ese Guía era, ni más ni menos, el negro esclavo que desfallecerá en la picota, golpeado con un látigo por su orden.

El Capitán Domingos, en Espíritu, avergonzado, sorprendido, aturdido y deshecho en lágrimas, acompaño para el más allá al antiguo esclavo, que murmuraba a sus oídos, antes de partir, a nosotros permitiéndonos también oír:

«Ten paciencia, Todo, pasará… ¡Dios es nuestro buen Padre!…»

¡Oh, Dios mío! ¡Los hombres precisan saber de estas cosas para que aprendan a respetar al prójimo como a sí mismos!

Lo que queda amigos, no es fantasía, novela para propaganda espiritista Es la realidad presenciada y experimentada por numerosos testigos del pasado. Si los hombres sufren alguna vez, es porque desprecian las advertencias del Señor, nuestro Maestro y Educador, pues entre otras advertencias sobre cual deba ser nuestro procedimiento para con los otros, hay también estas:

«De cierto os digo que cada vez que lo hicisteis con uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí me lo hicisteis.” (Mateo, 25, v. 40)

– «Ved, no despreciéis a cualquiera de estos pequeñitos; porque yo os afirmo que sus ángeles en los cielos ven incesantemente la cara de mi Padre, que está en los Cielos.» (Mateos, 28, v. 10)

En los días actuales, es muy probable que el Capitán Domingos este reencarnado en las huestes espíritas, pues no fue de todo malo, y supo también amar y servir a la propia familia y a los amigos, aunque despreciase a los pequeñitos, además de haber conocido el fenómeno espirita a través de las mesas giratorias, y poseído y leído la codificación del Espiritismo.

Seguramente se esforzará ahora para ayudar con amor a los niños pobres y abandonados, ancianos sin recursos y enfermos, rescatando así a los errores de ayer mismo, en los santos servicios de la caridad, «que cubre un multitud de pecados».

Terrible, sin embargo, será si él también está ahí fuera, imaginándose un misionero de Cristo, o al menos un Carlos IX, Rey de Francia, ya que hay varios; algún Lord de Inglaterra, o un emperador en cualquier lugar.

Gracias a Dios, «Dios no quiere la muerte del impío, sino que él se vuelvan de sus malos caminos y vivan…»(5)

(5) Según Ezequiel XVIII, v. 23 y XXXIII, v. 11.61

ATRAYENDO BENDICIONES

Quien hace el bien es el primer beneficiado, quien enciende una luz es el que se ilumina en primer lugar.

Emmanuel

Perlas del Más Allá, Psicografía de Francisco Cândido Xavier, FEB

ATRAYENDO BENDICIONES

Bendiga la vida y la vida le bendecirá la existencia.

André Luiz

Respuestas de la Vida, psicografía de Francisco Cândido Xavier, IDEAL

Vivimos en un mundo de pruebas y expiaciones donde el mal aun predomina sobre el bien y ejerce gran influencia sobre nosotros. Sabiendo que aun somos espíritus imperfetos y que toda imperfección es la causa de nuestro sufrimiento, es fácil concluir que el hombre necesita de mucha ayuda espiritual para no dejarse arrastrar por la fuerte onda de negatividad que envuelve la humanidad. El mal ronda nuestros pasos hora y minuto. Es el mal que viene de los pensamientos desequilibrados de millares de personas, las cuales se agregan por afinidad a nosotros cuando nuestros pensamientos también entran en las fajas del desequilibrio. Cuando eso ocurre, nuestra energía se contrae, pierde vigor, y, por consecuencia, mudamos repentinamente de humor, pasamos a experimentar un cansancio inexplicable, un peso cae sobre nuestra cabeza, el corazón queda oprimido, y una avalancha de pensamientos mórbidos comienza a martillear en nuestra mente.

Es claro que nadie es víctima inocente de ese proceso, pues el contagio de pensamientos negativos solamente ocurre a partir de algún punto de afinidad de estos con nuestros pensamientos negativos.

En verdad, nadie piensa solo.

Cuando, por ejemplo, me fijo en pensamientos de continua tristeza, hay más gente triste pensando conmigo, encarnada y desencarnada, todas ligadas por la misma onda pensante, una alimentando la tristeza de la otra.

Nuestra mente podría ser comparada a un verdadero condominio, muchas ideas de otras personas morando con nosotros.

Más no es solo por ahí que el mal puede pegarnos. No podemos cerrar los ojos para la posibilidad de la influencia prejudicial venida de la parte de los espíritus desencarnados. Los llamados “muertos” no están muertos. Ellos viven en regiones espirituales que se comunican con la Tierra, están más próximos a nosotros de lo que pensamos. Y, si tenemos del otro lado de la vida espíritus buenos, espíritus que nos ayudan, tenemos también espíritus volcados al mal y que muchas veces desean perjudicarnos. Ni aun mismo Jesús escapó del asedio de un espíritu malo que lo tentó en el desierto durante cuarenta días y cuarenta noches. Y

¿Y, si Jesús fue amenazado por las tinieblas, aunque haya vencido todas las tentaciones, porque nosotros no habríamos de experimentar semejante situación?

En su apostolado de amor, Jesús aun expulsó centenas de espíritus inferiores que perjudicaban la vida de muchas personas, lo que comprueba la posibilidad de la intervención de los llamados «muertos” en la vida de los vivos. Y tales ocurrencias continúan surgiendo cada día, de modo de un espíritu inferior, porque, en el fondo ellos actúan siempre a través de nuestras propias inferioridades.  Nadie sufre el asedio de una obsesión sin tener algún punto de afinidad con el obsesor.

Es por eso que el hombre carece de mucha protección espiritual para no ser tragado por las ondas avasalladoras del mal, del mal que comenzó dentro de sí mismo y retorno a él en forma de problemas de los más variados, como enfermedades, conflictos íntimos y familiares, dificultades financieras, accidentes y perturbaciones espirituales. Muy oportuna es la lección de Herminio C. Miranda:

Cuando se practica el mal, se firma un pagaré en blanco, sin fecha de vencimiento. Un día llega la Ley y dice: ‘Aquí está su deuda’. ¿Cómo huir de ella? ¡Tú firma está ahí!

Cuando se habla de protección espiritual, no queremos apenas referirnos aquella que se busca en los templos religiosos a través del socorro de los Espíritus buenos que atienden en nombre de Dios. Precisamos de apoyo espiritual, si, precisamos de ayuda externa para erguirnos de nuestras caídas. No, en tanto, no podemos olvidar que la mejor protección espiritual que el hombre confiere a si mismo se da a través de sus propios actos, cuando actúa de acuerdo con las leyes divinas. El hombre naturalmente se desprotege cuando entra en atrito con esas leyes. El proceso de cura y liberación demanda muchas veces la actuación directa de los Espíritus Superiores en nuestro favor, no en tanto jamás dispensará la reformulación de aquellas nuestras actitudes que están afrontando los códigos divinos. Recordemos las palabras de Jesús dichas a un hombre que él había acabado de curar:

Vea que está curado; no vuelvas a pecar, para que no te acontezca cosa peor.

¿Antena de bendición o de maldición?

El mal que vino de fuera sintonizo con el mal que aun grita dentro de nosotros. Usted se encuentra con este concepto en varias páginas de este libro. Mi propósito es que tomemos conciencia de ese mecanismo, porque siempre queremos culpar a los otros por nuestros problemas, lo que reduce por completo nuestras posibilidades de cura y liberación. Solamente se cura quien acredita que dejo germinar dentro de sí las causas de la dolencia. Solamente se libera quien asume que se permitió quedar preso a las garras del mal.

Somos como una antena que a todo instante está captando situaciones positivas o negativas en nuestra vida, todo dependiendo de qué manera está posicionada la antena.

Este libro está proponiendo que usted cambie la posición de su antena, quítela de la sintonía del mal y colóquela en la posición del bien. Actuando así, el mal va desapareciendo y solamente las bendiciones van surgiendo. Es una cosa muy sencilla, aunque de trabajo.  Nosotros estamos hace siglos con la antena instalada en la posición errada, y ahora precisamos subir en el tejado de la mente y cambiar la dirección de nuestra vida. Si no hiciéramos ese cambio, el mal continuara envolviéndonos.  El mal no puede encontrar más espacio en mis pensamientos, palabras y actitudes. Yo preciso instalar la antena del bien en el tejado de mi vida. Ese cambio de antena exige esfuerzo diario, perseverante, voluntad firme, sin embargo sus resultados son altamente compensadores. Con la antena del bien, muchas cosas buenas van a surgir en la programación de nuestra vida.

¿Cómo instalar la antena del bien?

La enseñanza espiritual revela que la mejor forma de tener una bendecida existencia es bendecir la propia vida. Nadie es bendecido sin antes bendecir. Nadie recoge el bien sin plantarlo.

Bendecir es desear y promover el bien. Cuando bendigo a alguien, yo estoy donando el bien para esa persona, yo estoy dándole una bendición. Al envolverla en las ondas del sentimiento del bien, automáticamente yo entro en el flujo de la energía del bien divino que envuelve toda la Tierra y soy tocado abundantemente por esa fuerza grandiosa que emana del corazón de Dios.

Cuando actuó en el bien yo me aproximo al bien de Dios, cuando actuó en el bien, el bien actúa en mí. Yo no preciso decir cuanta cura y liberación esa actitud es capaz de traernos. Ser aquel que bendice es hacer caer lluvia de bendiciones en su propia vida.

Dios nos colocó en el mundo para que concluyéramos la obra de la creación divina, implantar el Reino de los Cielos entre nosotros. Y nadie hará eso maldiciendo a las personas, criticándolas, derrumbándolas, actuando con crueldad o guardando amarguras por tiempo indefinido.  Nadie vino al planeta Tierra para criticar al mundo o ser juez de los otros, censor de la moral ajena. ¿Si el propio Jesús se presentó como siendo nuestro amigo, diciendo que vino para salvar el mundo y no juzgarlo, perdono a la mujer hallada en adulterio, comprendió las fragilidades de Pedro sabiendo que él lo negaría por tres veces, aceptó el beso traidor de Judas, y murió crucificado entre dos ladrones orando a Dios para que perdonase toda nuestra maldad, con qué derecho nosotros nos colocamos en la vida para criticar, herir o maldecir quien quiera que sea?

Dios no precisa de críticos del mundo y de las personas que El concibió. Como autor de la vida, Él sabe lo que creo, y sabe que todo lo que hizo es bueno. Dios quiere cooperadores para su obra de amor, quiere colaboradores y no destruidores rebeldes que apenas identifican heridas y no se dan al trabajo de cicatrizarlas con el bien.

Cuando nos tornamos críticos del mundo, asumiendo una posición de rebeldía, indiferencia o agresividad contra el prójimo, creamos y lanzamos en el mundo una energía negativa que descompone, energía esa que los mecanismos divinos de preservación y manutención de la vida se encargarán de devolvernos a través de la Ley de Retorno. El mal que está en mi vida hoy es el mal que antaño yo desee, pensé o hice a alguien.

Todo el bien y todo el mal siempre retornan a la fuente de donde partieron. El mal de hoy es el mal de antaño que volvió.

Bendecir para ser bendecido.

Es claro que podremos pedir una bendición a terceros, antiguamente era muy común los hijos pedir la bendición a los padres. Hoy aun muchos católicos suplican la bendición del sacerdote. De cierta forma, en todas las religiones, se pide expresamente o no la bendición, lo que se desea en última análisis es recibir un amparo espiritual, una gracia, una luz, una protección para nuestra vida, sin la cual muchas veces el camino se torna casi imposible.

47 N.T. João 15,15.

48 N.T. João 12,47.

49 N.T. João 8,1-11.

50 N.T. Mateos 26, 31-35.

51 N.T. Mateos 26, 47-50.

52 N.T. Lucas 23, 24.

53 Génesis 1,31

Mas André Luiz habla de una bendición especial, porque es una bendición generada por la propia persona necesitada a partir del instante en que ella misma pasa a tener una actitud positiva de bendecir todo aquello que la rodea. Quien desea el bien precisa entrar en el flujo energético del bien, donando de si lo que tiene de mejor. Cuando hablo del flujo energético del bien, quiero decir que nada es estático en el universo, esto es, la energía divina está en constante circulación y solamente pasa por donde los canales del bien están abiertos. Si yo me cierro para el bien, el bien no tiene como pasar por mí.

Cuando yo bendigo a alguien por palabras, pensamientos u otras formas más concretas de apoyo, y hago eso con sinceridad y placer, estoy abriendo las puertas de mi vida para la energía divina circular trayéndome abundantemente todo aquello que yo este necesitando. Cuanto más doy, más recibo, y, cuanto más recibo, más soy capaz, de dar. Si he recibido poco, es porque poco he dado.

De aquello que usted desea recibir.

Aquí está el principio espiritual más poderoso que Jesús enuncio:

Haga a su prójimo lo que a usted le gustaría que él le hiciese.

Jesús quiere decir que el bien que yo deseo tener de la vida depende del bien que yo plante en la vida de mi semejante. El sufrimiento en la Tierra se explica por el hecho de que la gran mayoría de nosotros desea ser tierra y no sembrador. Desea florecer sin plantar. Desea recibir sin dar. Desea bendiciones sin bendecir. Peor aun cuando deseamos vencer pisando sobre el otro, robándole la esperanza, quitándole la vida, segándole su patrimonio, sustrayendo su dignidad.

No evaluamos cuantas sombras estamos atrayendo para nosotros mismos, porque lo que hago a mi prójimo lo hago a mí mismo. Es de Ley.

Más con Jesús aprendemos el secreto de la felicidad, el remedio de la cura y de la liberación, que consiste en dar a nuestro prójimo todo aquello que a mí mismo me gustaría recibir. Solo el amor es el antídoto del mal que hoy me angustia.

N.T. Mateos 7, 12.

Meditemos en las palabras del Dr. Deepak Chopra:

Si usted quiere alegría, de alegría a los otros. Si desea amor, aprenda a dar amor. Si procura atención y aprecio, aprenda a dar atención y aprecio. Si quiere bienes materiales, ayude a los otros a volverse ricos. La manera más fácil de obtener lo que se quiere es ayudar a los otros a conseguir lo que quieren. Si usted desea ser bendecido con todas las cosas buenas de la vida, aprenda a bendecir silenciosamente a todos con las cosas buenas de la vida.

Poniendo en práctica

Acredito que nuestro primer punto de partida para la cura y liberación es pensar que muchas otras personas, como yo, también están precisando de algún tipo de ayuda, y que Dios, para socorrer a todos, precisa contar con nosotros. Chico Xavier decía:

Sé que la obra es de Jesús, que el servicio es de lo Alto, mas no ignoramos que los Mensajearos Divinos precisan de las manos humanas”.

Me gusta pensar que la Tierra es un gran hospital donde todos son médicos y, al mismo tiempo, todos están enfermos. Yo no puedo actuar apenas como enfermo esperando solamente ser ayudado, porque, si el médico que puede atenderme también está enfermo, él precisa ser socorrido por mí, que también soy médico. Si cada uno piensa exclusivamente en sí, todos morirán. Usando ese raciocinio para nuestros problemas individuales, en la vida no podemos actuar apenas como necesitados, precisamos socorrer también las necesidades ajenas para que alguien esté en condiciones de socorrer las nuestras.

Si una persona carente y hambrienta ora a Dios pidiendo un plato de comida, Dios precisa contar con manos humanas para atender aquella persona. Entonces Dios inspira alguien que también está en dificultades para socorrer a ese hermano con el remedio del pan o del plato de sopa, y de ese gesto de caridad brotan poderosas fuerzas de auxilio en favor de quien extendió la mano a su prójimo. Yo siempre me acuerdo de un sueño que tuve con Chico Xavier, en una fase difícil de mi vida, cuando estuve de él en el mundo espiritual y lloraba por mis dificultades. Chico me dijo: “Amigo mío, vamos a enjugar  las lágrimas del prójimo para que Dios enjugue las nuestras”. Y así vengo haciendo eso más de once años de trabajos espirituales a través de libros y conferencias, y puedo asegurar que Chico Xavier estaba en lo cierto, pues es en el campo del auxilio al prójimo que yo vengo recogiendo las mayores alegrías de mi vida y donde Dios viene enjugando mi llanto cuando el dolor me visita. Y nuevamente Chico es quien enseña:

Cuando nos esforzamos por ofrecer algo de nosotros a los compañeros que sufren dificultades y sufrimientos mayores que los nuestros, de esos mismos compañeros nacen fuerzas benéficas que pasan a funcionar en nuestro favor.

Me gusta pensar que siempre hay alguien precisando de algo que nosotros podemos dar, no necesariamente bienes materiales. Procuremos aprovechar todos los momentos en que podamos lanzar una bendición silenciosa a las personas que se cruzan en nuestro camino. No despreciemos una sola oportunidad de ayudar a quien nos pide un pedazo de pan, un abrigo, un cobertor, un consejo amigo, sea ello lo que sea.

Cuando una persona nerviosa nos procura y pasa a hablar sobre sus dolores, procuremos ofrecer toda nuestra atención cariñosa, y, mientras ella habla, proyectemos pensamientos de calma y serenidad sobre ella.

Si pasa delante de nosotros una ambulancia en régimen de atendimiento urgente, procuremos hacer una oración en favor de la persona que está siendo socorrida.

Si nos encontramos con un accidente en la calle, procuremos orar por la paz, de los conductores envueltos.

Si pasamos frente a un hospital procuremos dejar una vibración de amor para os que están internados, y también oremos por los médicos y enfermeros que allí trabajan.

Si vemos un comercio abriendo sus puertas, hagamos una oración por la prosperidad de aquel nuevo estabelecimiento.

Si un vecino nuestro está enfermo, hagámosle una visita llevando palabras de optimismo y buen ánimo.

Si una noticia trágica nos sorprende, oremos por la serenidad de todos los que la sufren.

Se algún hermano pasa hambre en la calle, procuremos repartir la comida que sobra en nuestra mesa.

Si alguien nos provoca con la injuria, ofrezcámosle la caridad de nuestro perdón.

Sigamos el consejo de la Madre Teresa de Calcuta:

No debemos permitir que alguien salga de nuestro lado sin sentirse mejor y más feliz.

Esa es la bendición más poderosa que alguien podría alcanzar. Y está accesible en cada uno de nosotros, cerca de nuestras manos, ahora mismo. Sigamos pidiéndole a Dios las bendiciones que necesitamos, pero tampoco olvidemos que Dios nos ha dado el poder para bendecirnos a nosotros mismos a través de la bendición de la caridad de lo que hacemos a los demás.

Sigamos el consejo de la Madre Teresa de Calcuta

TECNICAS DE ACCIÓN DIVALDO FRANCO

TÉCNICAS DE ACCIÓN

Actuarás en paz si cultivas la tranquilidad.

Harás lo correcto si te mantienes fiel al bien.

Actuarás con amor si ejercitas la prudencia en todos sus actos.

Actuarás con bondad si recuerdas que mañana podría ser el necesitado.

Actuarás con perdón si consideras que el ofensor es un enfermo.

Actuarás con humildad si tienes en cuenta el propio valor.

Actuarás con misericordia si sabes que el otro es su hermano.

Actuarás sabiamente si te apegas a la oración.

Actuarás caritativamente si desarrollas los recursos sublimes de confianza en nuestro Padre.

El hombre es los hábitos que desarrolla durante su existencia en la tierra.

La vida cotidiana son ejercicios que el hombre despliega para el instante de la prueba que es la acción.

Asimilando los legítimos valores del Evangelio del Señor, guarda preciosos regalos para ser utilizados en el momento de las pruebas a las que va sometido en la ruta de la redención.

Jesús siempre actuó correctamente, porque todos sus actos se basaban en la conjugación indeclinable del verbo amar y en la característica trascendente de servir y servir, con total confianza en el Amor de Nuestro Padre.

Entonces actuarás correctamente cada vez que tu actitud significa lo que te gustaría recibir si fuera lo que necesitas del otro, o si fuera para su espíritu ese recurso que ahora le deba ofrecer.

MARCELO RIBEIRO

RELAJARSE

Las modernas conquistas de la Psicología aplicadas en el día a día de los hombres atormentados por mil cuestiones aflictivas, procuran liberarlos de las cargas emotivas que, habitualmente, llevan a tensiones destructoras.

No obstante los avances de la Era Industrial, las consecuencias de la explosión tecnológica no siempre positivas se patentizan en la anarquía social y moral que irrumpe avasalladora en todo lugar. De par con la miseria económica lamentable, difícilmente contenida, gracias a la ganancia general, surgen los dramas de variada naturaleza que la Penología intenta remediar a través de medidas punitivo-reeducadoras con que constatamos la falencia de las actuales técnicas pedagógicas, que no lograran, en la condición de terapéutica preventiva, impedir la irrupción de los males voluminosos que ahora aplastan atónito al ser humano…

Contraídos, explosivos, sobrecargados, los individuos se arman de cólera y rebeldía, intoxicándose terriblemente, y marchando, vencidos, en la dirección de las tragedias que engendran la locura que los domina, o en cuyas telarañas hábilmente distendidas acaban dejándose coger, indefensos…

Están armados por procesos psicológicos muy complejos, engendrando una actitud defensiva, y se vuelven agresivos, brutales, pasando de la humanidad en la que se encuentran a las rampas de animalidad que se quedó en la retaguardia.

Aun deseando realizarse, cuando son llamados a la nobleza, flaquean y, desacreditando los valores éticos, repiten las hazañas pasionales en cuya procesión se involucran, permitiéndose arrastrar.

Ante la generosidad, se vuelven suspicaces, compañeros de mes que se tornaran de la indignidad, por la convivencia mantenida con los explotadores y los promotores de la rebelión y la deshonestidad.

La gran mayoría está formada por jóvenes, en cuya inmadurez impulsan, instintos agresivos, haciéndolos deslizarse en escapes espectaculares a través de los tóxicos, de barbitúricos, adicciones, estimulado por los ases de la criminalidad de todos los tamaños, que pululan en las calles de la exploración por donde la ignorancia y la falta de previsión transitan por la ingenuidad.

Otros, adultos, cultivadores del pesimismo, se arman de amargura y destilan los venenos de la mala voluntad, cuando no son los vapores destructivos de ira exhalando el desencanto que embrutece y el miedo que produce estertor.

El desdén al estudio y a la reflexión del Evangelio de Cristo, no debidamente cultivado, se hace responsable por la caída espectacular del hombre de hoy en los pasillos del armamento individual que, en consecuencia, moviliza el equipo general de todos, fomentando guerras de exterminio en pequeños grupos o entre las grandes ciudades de las diferentes Naciones de la Tierra.

Aunque los valientes esfuerzos de psicólogos, sociólogos y diversos estudiosos interesados ​​en reformular los fundamentos actuales de estrategia mental a favor del desarme mundial, llamando a la relajación general e individual, solamente el estudio y la vivencia evangélica obligará a predisponer al hombre a la naturalidad, al equilibrio a través del optimismo y la esperanza de que se hace portadora el mensaje de Jesús.

Relajarse significa proporcionarse una relajación refrescante con el precioso enriquecimiento de los bienes inalienables que están al alcance de todos.

Al niño se le educa, al niño se le enseña, sin embargo, pocos están dispuestos a escuchar al niño, aprender con el niño, en un clima de relajación y amistad. * Falta de tiempo”- aseveran…

Se atiende al paciente, se medica al paciente, se ofrece hospitalización al enfermo, pero no se crean condiciones en el paciente psicosomáticas por la palabra edificante, por la paciencia eficiente para que el paciente se ayude a sí mismo. «No se puede aplicar demasiado tiempo»- dicen los que cuidan a los enfermos…

Sucede que el aburrimiento, el malestar, el desgaste se estampan en los rostros como reflejo del mundo íntimo, cuando aquellas no están contraídas, cerradas, belicosas…

Psiquiatras, analistas, terapeutas encuentran más espíritus atormentados, armados contra todo y todos más que enfermos Para estos, la terapia de catarsis oral, la relajación a través del ejercicio, por su eficaz labor tranquilizante, es el mejor resultado.

Sin embargo, hay una armadura que puede y debe reemplazar todas las armas: ¡La mansedumbre!

El que la viste logra desarmarse de las demás, relajarse y encuentra la verdadera felicidad, gracias al poder atractivo, dominante que contagia, genera simpatía y cordialidad que acaban favoreciendo a quien las posee.

Todo es perfecto en las leyes divinas, como invitación perenne a la felicidad y armonía.

Relajarse hoy y ahora como terapia salvadora es medida saludable, dejándose guiar por las sabias orientaciones de la vida, no haciendo el mal, ni devolviéndolo, sino por el bien que se puede y se debe hacer, y más que eso, cultivando la esperanza y promoviéndola.

Quien vea una noche oscura, ante el horror que inspira, no debe olvidar que más allá de las nubes pesadas hay plenitud de luz transitando en todas direcciones, cuales sublimes expresiones de los astros en perenne mensaje alentador de la magnanimidad de Dios, cantando modulaciones de vida exuberante a través de las galaxias efervescentes, en las órbitas infinitas y perfectas en las que gravitan.

MARCELO RIBEIRO

LA BUSQUEDA DE LA SERIE BECERRA DE MENESES

LA BÚSQUEDA

De la serie Becerra de Meneses

Libro: Historia de un Sueño

Aquel buen sentimiento, por el cual conquisto el príncipe la misericordia del Señor, no lavo su corazón de los sentimientos de odio y de venganza contra los dos miserables que le robaron la perla de su alma, la luz de su vida. ¿Cómo, pues, coexistirán, en un mismo recipiente, principios o elementos que se destruyan unos a otros como el odio y el amor, la avaricia y la caridad, el agua y el fuego?

Es que la carne tiene instintos, y el espíritu, sentimientos. Como el hombre es carne y espíritu, el encierra, en sí, los instintos de la carne y los sentimientos del espíritu.

La evolución humana hacia el alto destino fijado para la humanidad consiste, precisamente, en purificar el ser de la influencia de los instintos sobre los sentimientos.

Sólo cuando se logra tal purificación se llega al estado de espíritu superior, libre de toda influencia material. Por lo tanto, es necesario para el progreso humanos la coexistencia de sentimientos e instinto s, porque el choque de unos contra los demás es que nace la luz, es que resulta el merecimiento para la elevación del ser humano, es que se quitan los elementos de la lucha, sin el cual no habrá merito, ni luz ni elevación.

El príncipe; que aún no se había desprendido de la materia, aunque ya la hubiese vencido en gran parte, como vimos en los trazos expuestos de su historia, debía todavía estar sujeto a las influencias de la materia, de ahí la coexistencia de los instintos de odio y venganza, sentimientos de piedad y caridad. Medio luz, medio tinieblas, ahí va, dejando una estela de luz por el cuidado que dio a la pobre vieja y deslizándose en la oscuridad, en busca de saciar el odio y el deseo de venganza, en el ímpetu con que busca a los secuestradores de su amada.

Fue a la casa del padre de la pobre mujer y la encontró desierta. Fue a la casa del bandido juró poseerla y la encontró desierta también. Como un loco, tomó el bastón de peregrino y, después de pedirle a su padre el permiso, quien puso el anillo símbolo de su poder en su dedo, salió por cerros y valles, veredas y espesos bosques, en busca de los fugitivos.

Corrió todos los dominios de su padre, sin descubrir ningún rastro de la que estaba buscando Ya desanimado, pensó en volver a la casa de su padre; pero qué horror!

¿Cómo vivir sin la luz de los ojos, sin la vida del alma, sin el alma de su ser? Una noche, noche oscura, cuando todas las tormentas del cielo se derramaron sobre la tierra de ese mundo, se refugió en una cueva tallada en monstruoso acantilado, que se elevaba sobre el gigantesco bosque secular.

Encaminándose para allá, noto un carril abierto en el espesor por la mano del hombre. El descubrimiento no lo sorprendió, porque, como él, otra persona podría haber buscado refugio de las tormentas. Siguió el rastro y entró en la inmensa caverna, donde buscó un lugar adecuado para dormir. Ya cerca del amanecer del nuevo día, se despertó asustado por un horrible sueño que tenía. En el sueño, vio a la mujer que era su pensamiento casi exangüe, atravesada por un puñal afilado, vibrado por la mano del bandido que quería forzarla a entregarse.

La desdichada gritaba pidiendo auxilio y sólo le pidió a él, él, que ni siquiera la oía. En el desespero de tal visión, despertó y, tan pronto como despertó, escuchó, claramente, un gemido lastimero como de alguien que se está muriendo. De un salto, se levantó de la cama improvisada y, escuchando, reconoció que, en efecto, alguien estaba gimiendo, allí en el fondo de la cueva. Tomar su túnica y armadura fue obra de un segundo, después del cual con cautela marchaba hacia el punto de donde procedían los gemidos. Ya la luz del día penetró por una ancha grieta en el acantilado, en el interior de la inmensa cueva, fue cuando se encontró con un cuerpo tendido en un rincón de la ruda habitación. Fue de allí de donde provenían los gemidos y, temblando de emoción, se dirigió hacia allí. Sobre hojas silvestres, dispuestas en forma de cama, yacía el cuerpo que lo atrajera y lo hacía singularmente. Era de una mujer, pero estaba colocado de manera que la luz no permitía ver su rostro. Cuando se acercó al cuerpo, el príncipe sintió que su corazón latía y sus piernas se debilitaban, como si hubiera ocurrido alguna desgracia inminente. ¿Era una predicción o el efecto del sueño que había tenido? Fuese lo que fuese, se arrastró en lugar de caminar hacia la pobre mujer, a quien dirigió la palabra, preguntando lo qué la hizo gemir. Su voz, un grito de dolor y de alegría brotó de las profundidades de ese cuerpo casi inanimado.

— ¿Será posible que yo te vea antes de dejar la vida? Dos gemidos y dos cuerpos se unieron, dos labios se atraparon. Era ella la causa de todos sus dolores en la vida, a quien procurara por montes y valles, caminos y montes cerrados. ¡Más qué horror! Era ella la deseada, sin embargo, en qué estado la encontraba! Si aún estaba viva, pero pendía a ella por un hilo finísimo. Talvez fuese mejor no haberla visto nunca más que encontrarla en ese estado: verla, sentir los gozos del cielo y caer en las profundidades de las más horribles torturas.

Así mismo, aquellas dos almas se bañaron en un océano de alegrías.

¡Es así el corazón humano! ¡Su lógica no es la de la razón, es la del sentimiento, y el sentimiento tiene su horizonte circunscrito al presente! Los dos amantes vivieron, en aquellos segundos, una eternidad. Gozaron, en un cuarto espacio de tiempo, las alegrías de una vida sin término.

La niña, después de que la dulce emoción había pasado, habló sobre lo que le había sucedido desde que se separaron. Los dos cuervos cayeron sobre ella y la llevaron a ese lugar, pensando que estaban, allí, exentos de cualquier persecución.

No hubo amenaza ni promesa que no usaron, para que ella se entregara al amor de lo que había sido su presentado por su padre. Pero al darse cuenta de que todo sería inútil, la dejó entregada al bandolero, quien la trató con extremo rigor, usando violencia, para derrotarla. Desilusionado con llegar a su fin, el perpetrador recurrió, en la víspera, al puñal con la intención de intimidarla; pero tal fue su resistencia que, perdiendo la razón, se la clavó en el pecho y la postró en ese estado.

Terminada la narración, la pobre se irguió para abrazar y besar al querido esposo y apenas podía articular estas palabras:

— Alégrate y llora por mí.

Estaba muerta

GIRO DE VUELTA JOSE CARLOS DE LUCCA

GIRO DE VUELTA

José Carlos de Lucca

Libro: Cura y liberación

Valoricemos, por eso, el tiempo que se llama hoy.

Hoy es el sol, la vida, la posibilidad, la esperanza.

Ayer se acabó el día.

Mañana es el día que vendrá.

Hoy, sin embargo, el tiempo está con nosotros.

Es nuestra oportunidad de elevar nuestros pensamientos a alturas más altos niveles, de conquistar la felicidad de las obligaciones bien cumplidas, de proclamar la buena voluntad hacia todos y extender las manos a los compañeros.

Hoy es el momento de renovar el corazón barriendo el óxido de la ociosidad, expulsando el vinagre del desencanto, extinguiendo el moho de la tristeza y pulverizando el gorgojo del desánimo.

Meimei

Instrucciones Psicotónicas, Espíritus Diversos, psicografía de Francisco Cândido Xavier,

FEB.

Este mensaje es un verdadero remedio espiritual para cualquier crisis que nos sobrevenga. Aquí está la respuesta divina a nuestras oraciones clamando por ayuda.

Es la llave que nos ayuda a dar la vuelta por encima de los problemas que nos afligen. El socorro llego en forma de indicación del camino que debemos seguir. Si trillamos los pasos prescritos en ese mensaje recibido por Chico Xavier del mundo espiritual superior, tengo certeza de que nuestra liberación comenzará inmediatamente. Escogí algunos puntos para nuestra reflexión. ¿La vemos?

1. Pasado, Presente y Futuro.

Nosotros vivimos con el gran desafío que es lidiar con esas tres dimensiones del tiempo. Tenemos los recuerdos del pasado, los desafíos del presente y las expectativas del futuro. El desafío no sería así tan difícil si esos aspectos pudiesen ser vividos separadamente uno del otro. Más no es eso lo que acontece. Todo eso está embarullado en nuestra cabeza, no hay prioridades establecidas, o hay hasta prioridades equivocadas, y la consecuencia de ese desorden mental es una gran confusión en nuestra vida, que provoca desaliento, frustración y pérdida de mucha energía. Personas hay que, por ejemplo, están volcadas para las experiencias del pasado que no consiguen siquiera divisar el presente, y con eso también jamás tendrá un futuro promisor. Otras, entretanto, están con la cabeza tan fijada en el futuro que dejaron sus manos completamente ociosas en el presente.

Para resolver ese problema, nosotros precisamos poner en orden nuestra mente. Y la primera pregunta que tenemos apara hacer es: ¿Qué debo valorizar más? ¿El pasado, el presente o el futuro?

El mensaje que estamos estudiando nos apunta que es necesario valorizar el tiempo que se llama hoy, porque es el único tiempo que está con nosotros.

El ayer es el tiempo que se fue. El mañana es el tiempo que aún está por venir.

Entonces ni el pasado y ni el futuro están con nosotros. Por eso no tenemos como actuar en el pasado ni en el futuro. Yo no puedo volver al pasado y cambiar determinado acontecimiento.

También no consigo ir al futuro, porque el futuro aun no vino. Centralizar nuestra vida en el pasado o en el futuro es una actitud que nos desequilibra y que nos causa muchos problemas. Quien vive en el pasado no consigue curar sus heridas. ¿Sus heridas están sangrando hace mucho tiempo? Ahí está la razón. Está viviendo fijado en el pasado. Y voy a decirle una cosa: Usted no va a resolver nada por ahí. Usted está enterrado, inmóvil, inerte, parado, atascado, porque no es posible hacer alguna cosa en el pasado. Estás queriendo mover un cadáver, y la única cosa que podemos hacer con un cadáver es enterrarlo. Nada es posible también hacer en el futuro. Usted no puede avanzar en el tiempo para interferir en una realización por ahora inexistente, pese a que sea eso lo que nuestra mente quiera hacer constantemente. La demasiada atención en el futuro genera preocupación, miedo, inercia y ansiedad. 

No es que no podemos transitar con las alas del pensamiento en el pasado y en el futuro. Hasta precisamos de eso. Necesitamos aprender con

los errores del pasado para mejor acertar hoy. Nos hace muy bien a nosotros recordar los acontecimientos felices que pasamos. Podemos también pensar en el futuro feliz; es fundamental que tengamos sueños que nos motiven a vivir hoy con entusiasmo. Mas tales conductas no pueden ocupar el mayor espacio de nuestro tiempo, porque aprendemos con el mensaje espiritual que hoy es el tiempo que está con nosotros, hoy es el sol, la vida, la posibilidad, la esperanza. Veamos qué consejo importante:

¡Hoy es la posibilidad!

No es el ayer ni el mañana. Es hoy la posibilidad, la única posibilidad, porque pasado y futuro no existen concretamente. Y nadie tiene cualquier garantía que estará encarnado en este planeta mañana para hacer aquello que debería hacer hoy.

Yo no diría que hay mucho desperdicio de tempo, digo que hay mucho desperdicio de vida.

Son amores postergados, sueños aplazados, talentos enterrados, sentimientos ignorados. La vida pasando ahora justo en frente de nuestro ojos y casi todos esperando algo que aún sucederá, cuando la vida está sucediendo ahora y mañana quizás ya no estemos aquí para sentirlo.

Puedes ver el programa de televisión Fantástico a las 20:45, así que no podrás verlo antes ni después de esa hora.  Así sucede con las posibilidades de sanación y liberación, las cuales no están ni en el pasado ni en el futuro, pues es solamente en el presente que la vida acontece. Bien dijo Dalai Lama que hay dos días en el año en que nada puede ser hecho: es el día de ayer y el día de mañana. Más es en el día de hoy que podremos tomar las actitudes que desencadenarán los milagros en nuestra vida.

En la vida nada cambia si nuestra actitud, y la única posibilidad que alguien puede actuar es en el presente. No presente podemos corregir el pasado y preparar el futuro. Hoy es la posibilidad de actuar para recrear nuestro destino. La felicidad está directamente ligada a la habilidad que el hombre debe desenvolver de recomenzar y recrearse a cada instante.

Ayer no funcionó, pero hoy Dios me dio un nuevo día para actuar en la dirección correcta.

Ayer fracasé, pero hoy Dios me ha dado un nuevo día para aprender a hacer como se debe.

Ayer fracasé en el amor, pero hoy Dios ha puesto gente nueva en mi camino para demostrar mi amor.

Ayer fui cruel conmigo mismo, pero hoy la vida me permite tratarme con amor y respeto.

Ayer me fui a dormir sintiéndome herida, pero hoy Dios me ha dado un nuevo día para perdonar.

Ayer reprobé mis estudios, pero hoy Dios me da un nuevo día para estudiar con más determinación. Ayer fui agresivo, pero hoy Dios me concede una nueva página en el libro de la vida. para actitudes de paz.

Ayer tomé el camino equivocado, hoy Dios me muestra otros caminos.

Esto nos lleva a pensar en una gran verdad:

Cura y liberación no llegará a aquellos que insisten en quedarse cavilando sobre sus caídas, heridas, traumas y disgustos sin reconocer que en el presente todo puede cambiar, todo puede ser diferente.

Hoy el pasado es sólo una fotografía. es un recuerdo Una historia que ya terminó, a menos que quieras seguir viviendo este drama sin fin. Si sigues mirando tus historias tristes, estas son las historias que se repetirán en tu vida hoy y mañana. Es porque estamos tan obsesionados con el pasado que llenamos nuestro subconsciente de historias tristes, historias que inevitablemente se repetirán por la fuerza que les damos.

A lo que presto atención a través de mis palabras y pensamientos es lo que usualmente aparecen en el escenario de mi vida, en un claro proceso de atracción y resonancia entre lo que hay dentro de mí y lo que hay fuera a mí. Y Dios no nos dio el presente para repetir el pasado. Yo necesito recrearme todos los días, escribir nuevas historias felices para mi vida. No mirar fotos antiguas recordando la tristeza, que necesito olvidar para que la alegría vuelva a ocupar el escenario de mi vida.

  1. Quien cede espacio a la tristeza manda lejos la alegría.

Dígase con firmeza: a partir de hoy yo voy a escribir una historia bonita en mi vida.  Me canse de sufrir, estoy cansado de quejarme de lo que no funcionó y de no hacer algo para que funcione. Hoy es el día de mi independencia espiritual, es el día que asumo el control de mi vida, es el día que deje de ser ese pobre chico o chica y voy a tomar las riendas de la situación, antes que los otros pasen a controlar mi vida.

Y si hago eso, no tengo ningún miedo al futuro, porque sé que el futuro es la suma de todo lo que sembraré en mi vida desde hoy. El futuro es la feliz cosecha que recogeré por las semillas de amor, trabajo, alegría y confianza que sembraré de ahora en adelante, apenas cierre las páginas de este libro.

Hoy empiezo a cambiar mi vida, hoy empiezo mi cura y liberación, voy a empezar de cero, voy a hacer lo que Dios me pida en este mensaje captado por Chico Xavier del Mundo Espiritual Superior:

  • Elevaré mi pensamiento a niveles más altos.

No pensaré más cosas malas sobre mí y mi vida.

Invertiré pensamientos elevados. Pienso y me visualizo disfrutando de un futuro promisorio, me veo feliz, productivo, próspero, saludable y contribuyendo para la felicidad de las personas a mi alrededor.

Estoy seguro de que buenos pensamientos repercuten en mi cuerpo, llenando mis células y órganos de energías positivas y vigorizantes. Buenos pensamientos crean un campo magnético alrededor de mi atrayendo el bien que fije en mi mente y en mi corazón.

3. Voy a cumplir muy bien todas mis obligaciones.

Mis tareas serán cumplidas con todo mi empeño, colocare lo mejor de mí en todo lo que haga. Todo va a tener mi cara, mi gesto, mi talento. Quiero que las personas queden orgullosas y satisfecha con lo que hago, pues sé que solamente cuando consigo mejorar la vida de los otros es que la vida mejora para mí.

Estoy consciente que mis obligaciones son las tareas que Dios me dio para ejecutar aquí en la Tierra en nombre de Él, por eso siempre estoy trabajando para Dios, y quien trabaja feliz para Dios jamás quedará sin la justa remuneración.

4. Hoy voy a renovar el corazón.

Quiero limpiar mi corazón de toda amargura, culpa y odio. Mi corazón precisa estar leve para que mi vida fluya con más alegría y placer. El corazón pesado hace mal, me deja sombrío, agresivo, triste, y por causa de eso acabo poniéndome enfermo e impidiendo que cosas buenas se manifiesten en mi vida. Quiero escuchar mi corazón batiendo otra vez, quiero entender más y criticar menos, quiero procurar belleza en las personas y no sus defectos, quiero sentir que Dios me ama y que jamás se ausenta de mí, quiero más amar que ser amado.

5. Hoy voy a barrer el óxido de la ociosidad.

La ociosidad es un gran peligro para mi cura y liberación.

Cuanto más parado, más cautivo yo quedo en mis propios problemas, más ensimismado me torno, sumergiéndome en pensamientos confusos y torturantes que apenas me llevan para el fondo del pozo. El trabajo despeja preocupaciones, interrumpe el circuito de pensamientos negativos que alimentan actitudes negativas, las cuales, por su vez, retroalimentan pensamientos negativos, en un círculo vicioso y destructivo.

Hablamos tanto del trabajo material que nos sustenta el cuerpo, como también de la necesidad del trabajo espiritual que nos sustenta el alma.

El cuerpo sin actividad enflaquece, la mente sin entrenamiento no se ensancha, y el alma sin trabajo no crece.

Muchos problemas en nuestra vida surgen del alma debilitada por falta de actividad. Así como el cuerpo se desenvuelve con ejercicios físicos, el espíritu también precisa ejercitarse en su aspecto transcendental. El hombre se preocupa con los tesoros de la Tierra, todos pasajeros, mas no cuida de los tesoros espirituales que son los tesoros eternos y de beneficios duraderos. Por eso hay tanta depresión, tanta queja de vacío existencial en los consultorios psiquiátricos, sobretodo de personas que no tienen mayores problemas materiales pendientes. ¡Ah, como el trabajo de amor al prójimo podría curar a esas almas debilitadas!

Sentirse útil a alguien en mayor sufrimiento que el nuestro hace bien a nuestro espíritu porque es raro momento en que abrimos la puerta de nuestro corazón para que entre el amor de Dios. Mi relación con Dios pasa necesariamente por mi relación con el prójimo. Mi semejante es la puerta que se abre para Dios. Cuando esa puerta está abierta en cuidado con el prójimo, Dios entra y cuida de nosotros.

Cuando trancamos la puerta con las llaves del egoísmo, Dios no tiene como entrar y curar a mi vida. Por eso la Espiritualidad Superior enseña:

Fuera del trabajo que se expresa en servicio al bien general estamos con nosotros, pero dentro del servicio que se expresa en trabajo constante por el bien de los demás y la felicidad de todos, estamos y estaremos con Jesús.39

39 Mas Luz, Batuira, psicografía de Francisco Cândido Xavier, GEEM.

Tome alguna iniciativa en ese sentido y usted verá los grandes beneficios que experimentará. Vea algunos ejercicios espirituales sugeridos por el Hermano José: 40

Un plato de sopa al hambriento.

Una visita al enfermo.  

Una palabra de ánimo a los desesperanzados.

Un minuto de atención a quien necesite ser oído.

Una gentileza en la vía pública.

Una sonrisa, aunque discreta, a quien, hace mucho, este esperando por ella.

Un gesto de reconciliación con el adversario.

6. Hoy voy a expulsar el vinagre del desencanto, extinguiendo el molde de la tristeza y pulverizando el gorgojo del abatimiento.

Desencanto, tristeza y desánimo jamáis ayudaran alguien a encontrar cura y liberación. No espere que la situación de vida mejore para que la alegría y el ánimo vuelvan a usted. Invierta la táctica. Ponga alegría, ánimo y encantamiento en todo lo que haga, que así la vida mejora para nosotros a partir de la mejora de nosotros mismos. La orientación espiritual nos sugiere que expulsemos la tristeza; ahora, eso yo solo lo conseguiré hacer si colocara la alegría en lugar de la tristeza. Voy a expulsar el desánimo con la escoba del humor. Voy a expulsar el vinagre del desencanto con el vino del encantamiento. Voy hacer todo eso porque es eso lo que me da fuerzas para vencer los obstáculos del camino. Si el obstáculo es grande, yo preciso dar un salto grande; tengo, entonces, que tener mucha fuerza en las piernas para saltar. Con ánimo, yo soy fuerte, con alegría, yo me estimulo positivamente y, con encantamiento por la vida, yo me robustezco con la fuerza de un león.

Sé que usted me está preguntando: “¿Cómo puedo ser alegre si no tengo motivos para tener alegría?” Primero yo dudo que usted no tenga mismo algún motivo para ser alegre. Talvez este tan enfocado en su problema que no consigue divisar la existencia de otras situaciones en las cuales todo está caminando bien.  Es bueno que usted se acuerde de ellas, pues eso le hace ver que usted no es tan desventurado.

Después de eso, es bueno saber que la alegría también puede surgir a partir del momento en que nosotros comencemos a actuar como si ya estuviésemos alegres. Usted ya no sintió como es verdadero aquel dictado

“¿Quien canta sus males espanta”? Eso mismo. ¿Cuantas veces estábamos tristes y de repente comenzamos a cantar una canción que nos gusta que tocaba en l radio, y cantamos después otra, y sorprendentemente nos sentimos más aliviados, más calmos y animados? Entonces, aunque tristes, vamos pensar en la alegría, actuar en la alegría, hablar con alegría, proporcionar alegría al prójimo, y entonces luego la alegría estará envolviéndonos por completo.

Lo mismo vale para cualquier otro tipo de sentimiento que deseamos experimentar. ¿Preciso tener ánimo y no sé cómo? Me voy a comportar cómo se comporta una persona animada, aun mismo que en el comienzo yo este forzando mis actitudes.

Empiezo a hacer esto por mi postura corporal. Una persona animada camina con los ojos y hombros erguidos. Tiene una voz firme y vibrante, y por lo general camina con una sonrisa en su rostro. La persona animada y alegre no se queda contando los peores momentos de su vida, al contrario, busca resaltar lo bueno, lo que la ha hecho feliz, y al hacerlo se alimenta con más energía y motivación para seguir progresando.

Bien, creo que ya tenemos bastante material para trabajar. Pero no pospongas tu cura, ni vuelvas al pasado para quedar atrapado en tu dolor. El presente es el único momento que Dios te ha dado para dar la vuelta definitivamente. Para empezar su calentamiento, quiero cantar contigo esta rica samba

Pablo Vanzolini:

Llore, no procure esconder

Todos vieron, fingieron

Pena de mí, no precisaba

Allí donde yo llore

Alguien lloro

Dar la vuelta por que yo de

Quiero ver quien la daba

Un hombre de moral no se queda en el suelo

Ni quiere que una mujer

Venga a darle la mano

Reconoce la caída y no se desanima

Levanta, sacude el polvo

y da la vuelta para arriba

EL AMOR-JESUS

EL AMOR-JESUS

Trayendo el mensaje más brillante que el cielo ha enviado a la Tierra, el Evangelio trae a la humanidad las bases de la vida legítima del bien y del amor de los demás.

A través de las buenas noticias de Jesús, Dios se revela a los hombres como el Padre de bondad y misericordia, y el amor se convierte en la hoja de ruta esencial, por ejemplo en nuestras vidas.

«Jesús es para el hombre, el modelo de la perfección moral a la que la humanidad puede aspirar en la Tierra. «Dios le ofrece como el modelo más perfecto y la doctrina que enseñó es la expresión más pura de su ley, porque fue animado por el espíritu divino y fue el ser más puro que apareció en la Tierra. Allan Kardec, el libro de los espíritus

Conscientes de que sólo el amor construye para la eternidad, es al Evangelio al que debemos recurrir si queremos ser verdaderamente felices. Entendemos que la Buena Noticia de Jesús es un poema de luz, alegría y liberación, del cual debemos cuidarnos para practicar, en busca de nuestra propia felicidad.

Anunciado por los profetas y exaltado por los salmistas, Jesús ha nacido en Belén de Judá, en el linaje de José de David.

En una mansión, cerca de Belén, Jesús tiene como primer lecho, el manjoor, símbolo de la misión del que vio para alimentar almas.

Asistiendo a las duras obras de la carpintería de José, Jesús nos ofrece el ejemplo de excelencia del trabajo honesto para la dignificación del espíritu.

Comenzando su ministerio público a los treinta años, en las bodas de Canaán, durante los próximos tres años, cada momento de su vida fue una donación constante para todos los que se cruzaron en su camino, enseñando, sanando a los enfermos y anunciando el reino de Dios.

Encarcelado, ridiculizado y vilipendiado por la ignorancia de los hombres, Jesús se va por los brazos de la cruz, rogando a Dios perdón por sus transgresiones. Por la resurrección, regresa a la comunión de los discípulos, legando a la humanidad, el mayor mensaje de inmortalidad.

Así que, toda la vida de Jesús, la Palabra que se hizo carne para habitar entre nosotros, fue una manifestación de luz que iluminaba la oscuridad de nuestra inferioridad. Programada en sus más finos detalles, la vida del Rabino de Galilea, constituye una manifestación permanente de Amor entre hombres, escoltándonos el camino, la verdad y la vida.

Dejándonos la bendita lección de Inmortalidad del Alma, Cristo nos enseña que la muerte no existe y que todos formamos parte de una gran familia con compromisos comunes. Más que eso, dejó en claro su gran amor por todos nosotros cuando dice ser nuestro Divino Pastor y que, como tal, no permitirá que ninguna oveja se separe de su rebaño. La humanidad tiene en Jesús, el sol espiritual divino, para guiar su destino.

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COMPULSIÓN Y EL DESEO DE REPETIR VIEJOS HÁBITO(PARA REFLEXIONAR)

COMPULSIÓN Y EL DESEO DE REPETIR VIEJOS HÁBITOS

Además de reflexionar, sobre repeticiones educativas de actos buenos y malos en las reencarnaciones, y siendo que ambos contribuyen para nuestra evolución moral y espiritual, en que la repetición de los buenos actos consolida ensañamientos y atributos morales adquiridos, y la de actos ruines surgen como oportunidades de corrección, reparación y regeneración del Espíritu.

A pesar de las oportunidades disponibles, algunos Espíritus insisten en los mismos errores, actos y comportamientos, compulsivamente.

La Compulsión está relacionada al acto o a la actividad repetitiva, excesiva o ejercicio mental sin sentido, que es realizado en la tentativa de aliviar o evitar, generalmente de forma temporaria, una aflicción, ansiedad o angustia. Se trata de comportamiento para reducir el des confort psíquico debido a diferentes factores.

El comportamiento compulsivo presenta cambios en las actitudes y en los pensamientos, cultivando rituales y repeticiones, acompañado de preocupaciones excesivas, obsesión, miedo, duda, malestar, aflicción, culpa y otros sentimientos negativos.

En la compulsividad, la persona no consigue controlarse, haciendo alguna cosa que, al principio, da placer, más después trae culpa y resentimiento.

Haroldo Dutra Dias, en el libro “El Evangelio de Juan: Interpretado y comentado”, en el “Capítulo 7: Testimonia”, en su narrativa sobre Juan Bautista, apoyado en el libro “Buena Nueva”, del Espíritu Humberto de Campos, destaca la lucha de Juan Bautista contra las propias imperfecciones y los desafíos para superar la compulsión, repitiendo imperfecciones atávicas:

“Otro aspecto destacado por Humberto de Campos: Juan Bautista representa al cristiano en lucha con las propias imperfecciones (malas inclinaciones, vicios, defectos, dificultades, impulsividad), resaltando que nuestras malas inclinaciones, imperfecciones, impulsividad son un desierto árido.

Tenemos vicios de todo orden: vicios de alimentación, de bebida, de maledicencia. Tenemos vicios de naturaleza sexual, de naturaleza emocional, de tristeza, de rabia, de ansiedad; vicios físicos, mentales, espirituales… (…)

Por eso, la asertiva de Humberto de Campos: Juan Bautista representa al cristiano en lucha activa para vencer sus vicios. Por esa razón, la alusión a estar en el desierto – una voz que clama por preparación. Es esencial prepararse para vencer un vicio, para vencer una mala inclinación, una dificultad. Es preciso planear antes de actuar, elaborar una estrategia, caso contrario, incurriremos en el mismo problema, porque se trata de una compulsión, una energía impulsiva que hace que el vicio quiera, a todo instante, repetirse.

La persona que tiene el vicio de la maledicencia siempre encuentra ocasión de hablar mal de alguien. De modo similar, la criatura que tiene el vicio de la crítica jamás enfoca el lado bueno de las personas o de las situaciones, pues constantemente busca alguna cosa para criticar.

Entonces, es relevante tener una estrategia para lidiar con eso, de otro modo usted no vence, no supera. Sin embargo, esa estrategia exige disciplina, contención, exige una parcela de trabajo duro, desagradable. No es agradable superar un vicio, una imperfección, una mala inclinación, visto que es doloroso, es desafiador, genera tensión… ese es Juan Bautista.”

Por ese texto, verificamos que a compulsión hace a la persona actuar por impulso, repitiendo actitudes anteriores sin conseguir controlarse, sabiendo que está errado, mas sigue practicando la misma cosa e incurriendo en faltas recurrentes.

En la vida, deparamos con diversas situaciones conflictivas representadas por las dificultades de todo orden. Esas situaciones pueden ser vistas como condicionamientos o reflejos dominantes de la personalidad, que se expresan bajo la forma de intereses pasajeros, superficiales y que no ceden espacio a entendimientos más profundos.

La esencia está en la lucha íntima, en el combate de las imperfecciones morales, en que debemos buscar la mejoría como seres humanos, estableciendo harmonía en nuestras convivencias fraternas.

Siendo así, trabamos, dentro de nosotros, una lucha interna del bien contra el mal, luchando contra las tendencias inferiores. La corriente vibratoria del bien estimula el progreso, capacita para la harmonía y posiciona para la gloria inmortal. La lucha interior es bendecida desafío que la ley del progreso impone.

Podemos combatir por el conocimiento de las verdades que libertan al Espíritu, aprovechándolas para edificar la morada interior en cimientos perennes. Del entendimiento y de la conducta de cada uno de nosotros, dependerá la felicidad o el infortunio.

Se consiguiéramos desencadenar esa lucha, escalando las cumbres de la evolución para la emancipación del alma, usando los arsenales del amor, del trabajo, de la abnegación, de la devoción y del testimonio vivo de las virtudes, habremos, como Pablo de Tarso, peleado el buen combate y vencido una etapa más, y mantenido  la fe y la confianza en Dios.

Las malas tendencias resultan de experiencias infelices vivenciadas por el ser humano, en la existencia actual y en las pasadas, y siempre provenientes de su nivel de evolución, morales e intelectual.

El Espíritu evoluciona en cada experiencia reencarnaría y en el plano espiritual, siendo que las malas tendencias son sustituidas por las buenas, de forma que el hombre vicioso de hoy, será el virtuoso de mañana.

En el combate a los vicios y a las pasiones es importante mantenerse vigilante, emitiendo pensamientos relacionados al bien, neutralizadores de las consecuencias indeseables provenientes de los procesos viciosos, serios obstáculos al progreso intelectual y moral del Espíritu.

En verdad, tenemos coraje para muchas cosas, mas, cuando se trata de combatir nuestro interior, más fácil será emprender una lucha externa, donde encontraremos las disculpas para justificar nuestros equívocos, errores, fallas y vicios, postergando la introspección que debemos realizar para cambiar el comportamiento y corregir el rumbo en la vida.

Por la metodología científica, se hizo un experimento de igual manera, en condiciones y circunstancias semejantes y controladas, siguiendo las etapas definidas, repetidamente, el resultado de la observación será el mismo, buscándose el descubierto de la relación de causa y efecto del fenómeno estudiado.

Análogamente, podemos transportar esa visión para nuestra vida en la búsqueda de la mayoría de las causas de nuestros problemas, cuyos efectos poseen sus motivos. Y para cambiar lo que nos viene perturbando hasta ahora, será preciso buscar un nuevo camino para superar las montañas de dificultades. Si no hay cambio, no hay como esperar resultado diferente.

La reforma íntima envuelve la lucha contra las propias imperfecciones en la procura de la paz interior, por medio del auto descubrimiento y del auto conocimiento, tornándonos más conscientes de nosotros mismos y de nuestros recursos latentes, liberándonos de los sentimientos inferiores contrarios a las leyes de Dios, en razón de la propia evolución, mediante esfuerzo, trabajo edificante, práctica del amor y de la caridad.

Las imperfecciones morales conducen al ser humano al cometimiento de faltas que pueden resultar en desequilibrios causadores de grandes perturbaciones físicas y espirituales.

Normalmente, procuramos mejorar la apariencia física, cuidar de la belleza del cuerpo, hacer ejercicios físicos para el fortalecimiento de la musculatura, mas no nos preocupamos con nuestra mejoría moral e espiritual para enfrentar los llamamientos que las pruebas proporcionan. ¿Cuidamos del cuerpo físico, porque no cuidamos del alma?

Dominados por el materialismo, damos alas al egoísmo, al orgullo, a la vanidad, de entre otros sentimientos inferiores que evidencian la pequeñez espiritual en que vivemos, engañándonos en la posesión de bienes materiales y en el placer de la riqueza y el poder, teniendo el “yo” como hoja de ruta de la vida.

El egoísmo es un gran obstáculo para la reforma íntima. En la auto cultura, miramos a la gente que nos busca. A través de la cortina del yo, no podemos ver a nuestro prójimo que necesita nuestra ayuda.

La importancia de la transformación moral surge cuando el ser humano descubre que los placeres de la vida material ya no lo satisfacen, marcando un hito para el despertar del Espíritu en su viaje de ascensión hacia el bien supremo.

Esta transformación moral y espiritual tiene que llevarse a cabo dentro de nosotros, en una obra de mejora interna, una acción de adentro hacia fuera, a través de un proceso continuo de mejora moral del Espíritu para su necesaria evolución.

Sin embargo, la reforma íntima no se logra de la noche a la mañana. Se necesita tiempo, buena voluntad, disciplina, esfuerzo implacable, mucha resignación, luchar contra tendencias inferiores y sobre todo estar atento a los defectos y centrarse en la tarea de mejorar.

Cada ser humano está en una determinada etapa evolutiva. Para identificar esta etapa, se debe realizar un examen de conciencia, un diagnóstico íntimo, para identificar las circunstancias reales de su vida.

Seguro que no detendremos nuestra evolución para hacer la reforma íntima, debe llevarse a cabo durante la existencia actual. No puedes esperar a mejorar para trabajar. Está trabajando para mejorar.

La acción incesante de la transformación moral es cada día, cada hora, y la vigilancia debe ser constante para evitar tropiezos y caídas. Pronto será importante mantener una actitud positiva, de vigilancia mental y emocional. Será imposible mejorar moralmente sin sacrificios o renuncias.

Si cada ser humano cambia su comportamiento, sembrando paz dentro de sí mismo, eliminando sentimientos inferiores, contribuirá a la paz en el planeta en una acción de hermandad universal.

Así, sin conocernos y luchar contra nuestras imperfecciones, no hay reforma íntima, recordando que el proceso de iluminación íntima requiere disciplina y esfuerzos constantes, comenzando dentro de nosotros.

¡Así que despierta ahora y ten el coraje de enfrentarte a ti mismo!

CIENCIA MATERIALISTA

CIENCIA MATERIALISTA

Cairbar Schutel

LIBRO: LA VIDA EN EL OTRO MUNDO

El gran mal de nuestra época es el Materialismo deprimente que envuelve a las masas. Por todas partes la descreencia y la ignorancia hacen víctimas, matando cuerpos y adormeciendo almas. Aun mismo en el seno de las iglesias que se dicen cristianas, no habrá, tal vez, diez por ciento de “religiosos” que crean firmemente en la sobrevivencia.

El materialismo penetró en el amago de los corazones, y la ignorancia labra, tristemente, oscureciendo espíritus.

¿Al final, en que se funda el Materialismo? ¿Cuáles son sus principios, considerados dignos de tanta consideración y obediencia?

En una palabra – ¿qué es la materia?

“La materia es una cosa inerte y tingible, compuesta de átomos”.

Diversos sabios acrecentaron la “indestructibilidad e irreductibilidad a la materia, también como su ponderabilidad e imponderabilidad”, lo que llevo Berthelot a decir que “esos atributos de la materia permanecerán registrados en la Historia como un romance engañoso y sutil”.

Como se sabe, la materia era poco conocida; solo se percibían sus tres estados: sólido, líquido y gaseoso.

Fue en 1878 que el estudio de la materia recibió influjo más positivo. En la misma ocasión en que Davi hacia conocer la disociación de los compuestos químicos por una corriente eléctrica, William Crookes, en su trabajo sobre Física Molecular, demostró la existencia de un cuarto estado de la materia meta gaseoso, es decir, radiante. Y acrecentó, en sus conclusiones, que este estado (radiante) es absolutamente material, concluyendo, por eso, que la materia no es sino un modo de movimiento, que pasa del estado sólido al etéreo de donde vino.

Luego después, el ilustre físico inglés Sir Oliver Lodge, hizo una comunicación a la Sociedad Real de Londres, sobre la materia, cuyas conclusiones así resume: “La evolución o transmutación de la materia fue experimentalmente puesta en evidencia por los hechos de la radioactividad. Los átomos pesados de los cuerpos radioactivos parecen desagregar y lanzar en el espacio átomos de peso atómico más débil”. Eran para Lodge cargas iónicas, que otros científicos entre los cuales William Crookes, llamaron de electrones.

Por todo eso se ve que la materia no tiene las propiedades con que la brindaron los sabios de otro tiempo. Su estado primordial y su último estado se resumen en el éter, y, como dice Sir Oliver Lodge, no se puede dejar de concluir que el éter es todo, la fuente de que Dios se sirve para crear todo cuanto existe, porque el éter, por sí mismo, no es inteligente, y no pasa de un reservatorio infinito, eterno, de fuerzas que se materializan y modelan, y se desmaterializan, dependientes de una Voluntad Superior, de una Inteligencia Suprema, Eterna, que llamamos Dios.

Si lanzásemos, una mirada en los trabajos del Dr. Gustavo el Bueno, veremos que, según la idea este ilustre hombre de ciencia, como de otros físicos, la materia no es sino “energía concretizada”.

Como se ve, los propios materialistas han perdido sus principios; son reacios, entretanto, en afirmar, aunque sobre bases movedizas, la realidad de su doctrina. Más lo interesante es que cada uno de ellos mantienen teorías meramente personales y discordantes una de las otras.

Unos hallan que el Organicismo y la Histología son suficientes para explicar los fenómenos vitales por el mecanismo de los órganos. En este caso entran en escena los efectos de las fuerzas psicoquimicas, considerando la sensación, el pensamiento, la voluntad, como una propiedad de los neutonios. Otros son materialistas porque no conciben un espiritualismo de acorde con la ciencia experimental que aconseja el estudio, la investigación, el libre-examen. Estos son los epicúreos, que afirman: “Post mortem nihil este, espsaque mors nihil”, traduciendo

“Después de la muerte nada hay, la muerte es la nada mismo”. Sin la más ligera noción de psicología, miran indiferentemente todos los fenómenos objetivos y subjetivos que se van verificando todos los días en todas partes, y, cara a esas manifestaciones inteligentes, que revelan conocimientos muy superiores a los del individuo, repiten locamente el viejo aforismo aristotélico, que “nihil est in intellectu quod prius non fuerit in sensu”, traduciendo “No hay nada en la inteligencia que no haya pasado por los sentidos”, como si estos conocimiento había sido recibido por el sujeto, a través de sus sentidos físicos y existencia presente. Ellos no pueden ver que este adagio, tal como se aplica, es absolutamente falso, principio sin sanción en la Ciencia como también en Filosofía.

En fin el Materialismo, felizmente, está en su verdadera agonía.

Combatido a través de los tiempos por inteligencias de elección, como Voltaire, Malebranche, Leibnitz, Swedenborg y muchos otros, el materialismo no podía dejar de reconocerse como derrotado, frente a los fenómenos metapsíquicos y espiritistas, observados hoy por los más grandes sabios del mundo.

El Espiritismo llegó en el tiempo propicio para escalpar la ciencia materialista, diseccionando cada nervio en ella, y hacer ver a la gente la impotencia de los principios que enseña, absolutamente contraria a la veracidad de los hechos.

Nos damos por felices en asistir a esa derrocada y concurrir, aunque con minúscula parcela, para que breves sean los días en que las aguas movidas de la nueva ciencia que surge, dispare a los vórtices insondables de esta otra “barcaza” tripulada por “piratas” que ha llevado a la desolación al mundo.

COMENTARIO AL RESPECTO:

“El Materialismo puede ver que el Espiritismo, lejos de temer los descubrimientos de la Ciencia y su positivismo, va hacia ella y los provoca, por tener la certeza de que el principio espiritual, que tiene existencia propia, no puede con nada.

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El Espiritismo marcha junto al materialismo, en el campo de la materia; admite todo lo que admite el segundo; pero avanza más allá del punto donde éste se detiene. El espiritismo y el materialismo son como dos viajeros que viajan juntos, partiendo del mismo punto; cuando han llegado a cierta distancia, uno dice: “No puedo ir más lejos”. El otro sigue adelante y descubre un nuevo mundo. ¿Por qué, entonces, el primero ha de decir que el segundo está loco, sólo porque, vislumbrando nuevos horizontes, decide traspasar los límites donde el otro debería detenerse? ¿No se consideraba también loco a Cristóbal Colón, porque creía en la existencia de un mundo más allá del océano? ¿Cuántos no cuenta la Historia de esos sublimes locos, que han hecho avanzar a la Humanidad ya quienes se les tejen coronas, después de haberles arrojado lodo?

⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀

¡Pues bien! El Espiritismo, la locura del siglo XIX, según los que se empeñan en quedarse en las orillas de la tierra, nos muestra todo un mundo, un mundo mucho más importante para el hombre que América, porque no todos los hombres van a América, mientras que todos, sin excepción, ir a la de los Espíritus, haciendo cruces incesantes de uno a otro. Llegado al punto en que nos encontramos en relación con el Génesis, el materialismo se detiene, mientras que el Espiritismo prosigue su investigación en el dominio del Génesis espiritual».

CARMELITA Ivonne Pereira Franco

CARMELITA

BREVE RECORDACIÓN DE LA MEDIUMNIDAD

Ivonne Pereira Franco

Libro: Cantico del Corazón II parte

 “… entonces dará a cada uno según sus obras.»

(Mateos, Cap. 16, v. 27)

En mi larga existencia como militante partidario de la gran Doctrina de los Espíritus, he visto tantos dramas, tantos hechos impactantes de la vida cotidiana de los hombres y de la vida espiritual de los desencarnados que, si los escribiera todos, sería capaz de un libro extenso.

El espiritista llega a un punto en que ya no puede conservar ilusiones.

Conoce la vida en su realidad más elocuente, y cuando me refiero a la vida incluyo también la situación espiritual, el mundo intenso de las almas, nuestras hermanas, que en otro tiempo también fueron hombres y mujeres, sufrieron, amaron, lucharon como nosotros y hasta se desesperaron, en su mayor fatalidad en Más Allá de la Tumba. Aquí está uno de esos dramas al que antes encima me refiero:

En los primeros días de mayo de este año, me desperté al amanecer, viendo al borde de mi cama el espíritu de una joven a quien conocí mucho en mi juventud, Era hermana de un amigo mío, ya también fallecido, llamada Carmelita. Para el año 1938, esta chica se suicidó por amor, en una lejana ciudad de Minas Gerais, donde yo residía entonces.

Frente a mi cama, la escuché decirme, en una expresión dramática, pero visiblemente resignada y serena ante la propia situación:

«Ivonne, vengo a agradecerte las oraciones que con tanto cariño ha estado dirigiendo a Dios a mi favor durante casi cuarenta años. Las escuché siempre, así como las lecturas del Evangelio para mi instrucción. Me consolaron mucho y me reanimaron, aprendí algo útil en estas lecturas, que ahora me ayudan. Vengo a despedirme, porque voy a reencarnar para expiar y reparar mi pecado…»

Con una oración, agradecí la gentileza, mientras ella pedía para no olvidarla jamás en mis oraciones, pues su nueva existencia sería amarga, durísima.

Ahora, en los días actuales, cuando dramas inmensos sacuden al hombre y a la sociedad, exigiendo testimonios decisivos para la selección de los valores de los pueblos y de los individuos aquí organizados para las pruebas, nunca será demás tocar la vieja tecla del suicidio.

Sin creencia definida, sin el amparo de una fe salvadora de sí mismas, sin confianza en los valores de su semejante y entregados al impenitente materialismo, que las absorbe, las criaturas de

Dios fácilmente desanima ante las pruebas y se dejan resbalar para el abismo de la negación, que les facilitará todos los excesos, o se precipitan en la trágica vorágine suicida. De entre ellas, muchas son jóvenes mal salidas de la adolescencia y ya sin fe en nada, absolutamente sin nociones del lado bello de la vida, gastadas ya, moralmente, por los excesos que se permiten. Es para esas que escribo esta crónica, sincera expresión de la realidad a la que asistí hace casi cuarenta años.

Como dije, la hermana de mi amigo se llamaba Carmelita, era gentil y linda, con ese cabello rubio bien peinado y esos ojos luminosos de un azul celeste puro.

Como toda joven soñadora, al completar los veinte años de edad, Carmelita deseo casarse, más fue infeliz en su pretensión, porque el candidato no la amaba: ella amaba, sim, a su hermana de nombre Alice, la cual jamás se interesara por él. Con todo, firmaron el contrato de casamiento y los preparativos para las bodas, en tres meses, estaban preparados, inclusive el vestido tradicional, y hasta los dulces para los convidados.

En la entre víspera del casamiento, sin embargo, el novio desapareció de nuestra ciudad, huyendo de San Pablo sin dejar siquiera una explicación y nunca más se supo de él. Lo que Carmelita sufrió es algo que yo no sabría describir aquí. Más allá de todo, para mayor martirio de la pobre moza, cuya familia le era un tanto hostil, sus hermanos la ridiculizaban con bromas pesadas y remoques irritantes, recordando la fuga del novio, que no consideró aun siquiera con una explicación de su cobarde gesto.

No obstante, Carmelita se recuperó. Pasó a frecuentar sesiones de estudios evangélicos en un Centro Espírita donde encontró amigos que la aconsejaron y consolaron muy fraternalmente.

El mejor antídoto para el dolor de un amor infeliz siempre fue, en todas partes, el advenimiento de otro amor, que entonces pasa a ser considerado el más querido.

Otro candidato apareció, y Carmelita, sentimental, dirigió a ese segundo novio las emociones más puras del corazón. Más, así entretenida y feliz, ya no recordaba los dulces reencuentros evangélicos en el Centro Espírita que la consolaron en días adversos. Y   tres años transcurrieron entre entregas, esperanzas, caricias edificantes, y también miedos, ansiedades, insomnio.

Estaban comprometidos y finalmente se iban a casar.

Un día, sin embargo, al fin de tres años de caricias y ternuras, el novio le declaró que retiraba la palabra empeñada. El padre, soberbio capitalista, no aprobaba la unión y declarara que le desheredaría si se uniese a aquella criatura tan inferior a él en fortuna y posición social.

Entonces, Carmelita se desesperó.

Tras algunas vanas tentativas para la reconciliación, atormentada por los hermanos, que no le perdonaban el nuevo fracaso, cubierta de vergüenza delante de los amigos, inconsolable ante el futuro, que se le   parecía sombrío, la pobre moza ingirió terrible corrosivo: Sosa caustica mezclada con yodo. Le llevo morir tres meses, durante los cuales, inmóvil sobre el lecho, sufriendo dolores incalculables en las entrañas corroídas por el toxico, se deshacía en vómitos revueltos con fragmentos del propio estómago y de la garganta, para desespero de su pobre madre.

Y cuando el ataúd pasó frente a la casa de la ex prometido, para quien se deshonró ante Dios, con el acto de suicidio, éste, que sermoneaba con un amigo, en la puerta de la calle, ni se dio la vuelta, ni siquiera  cortésmente para rendir homenaje a la mujer muerta, que se dirigía a Campo Santo.

Creo inútil informar que nosotros, directores del Centro Espírita que la acogiera cuando del primer drama de su vida, oramos por ella meses hilo, entre lágrimas, suplicando al Señor misericordia por su Espíritu.

Cerca de seis meses después de su trágico deceso, desperté, por la madrugada, viendo en mi aposento una sombra venerable del Padre Vítor, uno de los amados protectores de nuestro núcleo espirita, que en vida fue considerado el apóstol de la caridad. Él me dijo: Necesito hija mía, de tu auxilio para Carmelita. Ven conmigo, por caridad.

Caí en trance y seguí, desdoblada, ante el fiel discípulo de la Caridad.

Me reconocí, en seguida, en el cementerio de la ciudad y percibí las cruces que se elevaban aquí y allí, señalando los túmulos.

Absolutamente ninguna preocupación me enervaba. Era naturalmente que yo me conducía junto aquel apóstol.

Me vi, entonces, delante de Carmelita: ella estaba sentada al lado del túmulo donde fuera sepultado su cuerpo, sirviéndose de un taburete, una  reproducción mental de lo que existía en la casa de su padre, y que le perteneció en la infancia. Parecía extrañamente traumatizada, lisiada en movimientos, extática, mirando, al vacío sin siquiera una vibración que mostrase vida; los ojos, antes tan luminosos y expresivos, ahora borrado, como ciego. Su dramática figura espiritual se mostraba vestida como lo había estado en el cuerpo enterrado: el traje de boda además de un manto azul y una corona de rosas en la frente.

 

El padre Vítor, a quien no pudo distinguir por la niebla en sus ojos, me dijo, que yo allí nada más era que su médium, como lo era en nuestras sesiones mediúmnicas:

– ¡Háblale por mí!

Entonces, ¡Dios mío! Extraño coraje me agitó y exclamé: dirigiéndome a ella, mientras sobresalía una pequeña lata de refresco cáustico y un vaso de yodo, que la desventurada entidad sostenía con las manos apretadas:

– ¡Carmelita, mi querida amiga! ¡Vuelve a ti, en el nombre de Dios! ven con nosotros ¡saca de tu mente esa lata y ese vaso que te estigmatiza!

¡No puedes quedarte aquí, eleva tu pensamiento a Jesús, ora, Hija mía, y levántate de ahí! ¡Sabes que ya no tienes ese cuerpo, definitivamente debes separarte de él! Dios es misericordioso, seguramente Él te ayudará!

Pero ella respondió, como automáticamente:

– Dios no existe. Es una ilusión más que se vino abajo en mi vida.

¡Oré tanto, pedí tu ayuda para mis ideales! yo también fui olvidada por el!

– ¡Despierta, Carmelita! ¡Razona, ora conmigo! Levántate de ahí, ven con nosotros y sentirás alivio!

– No puedo despegarme «de él». «El» es mío, tengo que vigilarlo hasta el fin, para que no lo profanen.

¡Preciso recuperarlo para continuar la vida de otra forma!

– Eso acontecerá más tarde, cuando te reanimes. ¡La misericordia del Eterno te dará un nuevo traje con un nuevo cuerpo, ese que ahí está no te servirá más, está podrido, muerto!

Y yo veía, en efecto, el cuerpo, descomponiéndose en lo hondo de la cueva, pues, para la visión espiritual no existen barreras materiales. No en tanto, ella parecía no comprenderme, tal era su perturbación.

Diez años más tarde, Carmelita se presentó en una sesión de nuestro núcleo espírita, acompaña visión espiritual. Estaba serena, confiada, fortalecida por la esperanza.

– ¡Adiós, mi buen amigo! Muchas gracias por sus oraciones perseverantes. Sólo ahora estoy en condiciones de resistir las pruebas que me esperan. Sufriré intensamente. Pero es necesario que así sea, en mi propio beneficio. No me olvides en tus oraciones.

Otro cuerpo me fue dado por la bondad de Dios…

Y lentamente desapareció de mi videncia.

Y así fue, mi lector. No hay condenación eterna, porque Dios no repelería su propia creación. Lo que hay es el cumplimiento de una ley. Y, tal como es, debemos aceptarlo para nuestra propia salvación.

 

MUEVA SUS ALAS JOSE CARLOS DE LUCCA

Si miras demasiado tiempo al abismo, el abismo mirará para usted.

Nietzsche

Nietzsche para estresados, Allan Percy, Sextante

MUEVA SUS ALAS

La actitud es una pequeña cosa que hace una gran diferencia.

Clarice Lispector

Quiero contarle la historia del pájaro colorido. Había un pájaro de plumaje elegante y colorido. Infelizmente, un día el cayó en una cueva profunda. Amedrentado y confuso, el pájaro nota que allá delante hay personas mirando para él. Con mucha rabia, el ave grita con ellos: “Ustedes son totalmente culpables por lo que aconteció conmigo. 

“Si ustedes hubiesen tapado la cueva, yo no habría caído dentro de ella”.

Como nadie dijo nada, el pájaro resolvió gritar por ayuda:

“¡Por favor, ayúdeme. Sáquenme de esta cueva!”

Las persas que estaban por alrededor miran para el fundo de la cueva y, viendo allá al pájaro, le dicen: “Abre tus alas y vuela para fuera de la cueva”.

Mas el pájaro, afligido, responde: “Yo tengo miedo. Tengo miedo de golpearme en la pared de esta cueva cuando abra mis alas.

Como nadie dio más atención al caso, el pájaro lamentó:

“Este es mi destino. Estoy condenado a vivir toda mi vida aquí, en el fondo de esta cueva”.

Pasados muchos y muchos años, el pájaro resolvió intentar abrir sus alas, más ahora se da cuenta de que no tiene fuerzas, está demasiado viejo, cansado, sin energías. El, perdió toda la fuerza de sus alas y no conseguiría más salir de la cueva.

Cuando leí esta historia, inevitablemente me identifique con el pájaro y con algunas de las conductas que el adoptó después que cayó en la cueva. Creo que usted, tanto como yo, también este en la cueva de algún problema y desea salir cuanto antes. ¿Más será que también no estaríamos actuando como aquel pájaro? Hasta hoy el no salió del agujero, y puede ser que nos quedemos así adoptamos las mismas posturas improductivas que él tuvo. ¿Vamos a conversar un poquito a respecto de cada una de ellas?

Creo que no va doler mucho.

1.“Ustedes  son totalmente culpables de lo que paso conmigo. “Si ustedes hubiesen tapado la cueva, yo no habría caído dentro de ella”.

En regla esta es la primera reacción que tenemos al surgir un problema con nosotros. Queremos encontrar a los culpables eximiéndonos de cualquier responsabilidad por lo sucedido.

Expresamos ira y rebelión contra los demás y asumimos la posición de víctima inocente, como si no hubiéramos desencadenado el problema, directa o indirectamente.

Directamente porque, según Allan Kardec:

Que todos aquellos que son golpeado en el corazón por las vicisitudes y desengaños de la vida, interroguen fríamente vuestra su conciencia; que remonten progresivamente l fuente de los males que los afligen, y verán si, lo más frecuente, no pueden decir: SI yo hubiese o no hubiese, hecho tal cosa, yo no estaría en tal situación. ¿A quien, pues, culpar de todas sus aflicciones sino a si mismo?             ‘Nosotros somos la fuente de donde se originan los males que nos afligen.

No existe el acaso. Todo tiene una causa, y esa causa está en nosotros por aquello que hicimos o por aquello que dejamos de hacer. Yo me acuerdo de un amigo que me procuro quejándose porque había perdido una vacante de empleo y estaba muy rebelde con lo acontecido.

El decía que la persona responsable por la selección de los candidatos no había ido con su cara y acabo eligiendo a una persona más joven para la vacante. Más, en verdad, lo que mi conocido no quería admitir era que el candidato seleccionado tenía un currículo bien superior al suyo. La persona contratada era de hecho más joven, no en tanto mejor preparada para el cargo en razón de una gama de capacidades superiores que mi amigo no tenía.

¿Y por qué no lo mostraste? ¿Por qué no se ha actualizado a lo largo de los años, no recicló  conocimientos, no aumentó el lastre de su habilidades, se acomodó. Mi amigo no quería dar su brazo a torcer no quería admitir que no estaba preparado para las nuevas exigencias que el mercado hacía para la vacante que pretendía ocupar, hallando más fácil culpar al funcionario que hizo la selección, bajo un argumento incierto. Que no es que al reclutador no le gustaba mi amigo, no le gustaba el contenido de su currículum. Y si sigues con el discurso de víctima inocente, mi conocido se quedará para siempre en la fosa del paro.

De forma indirecta, más no menos real, también desencadenamos situaciones que fomentan el surgimiento de dificultades en nuestro camino. No apenas las actitudes exteriores forman nuestro destino, no apenas nuestros actos y omisiones, más también nuestras palabras, pensamientos y sentimientos. Creamos a todo instante la energía que nos rodea a través de lo que hablamos, pensamos y sentimos.

Esa energía será buena o ruin de acuerdo con el tipo de conducta mental y emocional que yo estuviera manifestando. Las energías buenas atraerán situaciones favorables y energías negativas atraerán problemas y dificultades.

Vamos a reflexionar con Louise Hay:

Acredito que todos, inclusive yo misma, somos 100 por ciento responsables por todo en nuestra vida, desde lo mejor hasta lo peor. Cada pensamiento que tenemos está creando nuestro futuro. Cada uno de nosotros crea sus experiencias a través de los pensamientos y emociones. Los pensamientos que tenemos y las palabras que hablamos crean nuestras experiencias.

Ante cualquier  ocurrencia, paremos de culpar a los otros y examinemos en nosotros mismos las causas que nos llevaron a los problemas de ahora. Ellos reflejan las elecciones que hicimos y los padrones mentales que estamos indebidamente sustentando en nuestro prejuicio.

Parar de culpar a los otros es asumir el poder de resolver nuestros propios problemas. Y eso talvez sea la gran liberación que estemos precisando en nuestra vida. Liberarnos de los otros y asumir la responsabilidad por nosotros.

2 “Por favor, anúdenme. Sáquenme de esta cueva!”

En esta segunda conducta, el pájaro simplemente pide ayuda y espera, acomodado, que alguien lo saque de la cueva. ¿No sucede de la misma forma también con nosotros? Muchas personas vienen a pedirme ayuda espiritual después de ya haber pasado por decenas de médiums, padres, curanderos e iglesias de las más variadas. A ellas les gustaría que yo resolviese sus problemas sin que ellas tengan que hacer algo por si mismas. Ellas me piden oración, mas no oran por la resolución de sus dificultades. Me piden consejos espirituales, mas no quieren ponerse al trabajo de abrir la página de un libro para comprender el motivo por el cual están sufriendo y lo que es preciso ser hecho para extinguir el mal que entro en sus vidas.

Veamos la lección de Chico Xavier:

Ni Jesucristo, cuando vino a la Tierra, se propuso resolver el problema particular de alguien. Él se limitó a enseñarnos el camino, que necesitamos caminar por nosotros mismos.

Eso no significa que no podamos recibir el auxilio espiritual, más la condición para que eso acontezca es que primeramente el hombre haga algo por sí mismo, haga aquello que está a su alcance para que Dios haga la parte que el hombre, por si solo, no es capaz de hacer. El hombre comienza y Dios termina. Como dijo Jesús: “Pedid, y os será concedido; buscad y encontrareis; llamad, la puerta será abierta para vosotros”.

Veo personas buscando los templos religiosos a la procura de milagros, mas con la mente vacía de fe. Quieren primero el milagro para solamente después acreditar en el auxilio divino. Meditemos en la cura que Jesús realizo en dos ciegos. Ellos abordaron al Maestro y suplicaron misericordia. Y Jesús les preguntó: “¿Ustedes creen que yo pueda curarles a ustedes?” Ellos respondieron que sí, y Jesús toco en los ojos de ellos y dijo: “Entonces sea hecho como ustedes creen!” Y los ojos de ellos quedaron curados.

Sin la fe, Jesús no los curaría, porque sería hecho conforme la creencia de ellos.

No resta duda, por tanto, que toda acción espiritual en nuestro favor depende de alguna actitud que el hombre desencadene en favor de la resolución de sus dificultades, aunque él no tenga condiciones de, por sí solo, hacer todo lo que fuera preciso, mas debe hacer aquello que está a su alcance. El socorro espiritual opera en bases de sinergia entre el hombre y las fuerzas divinas. Pidamos socorro, si, sin olvidar la parte que nos compete realizar en la resolución de todo y cualquier problema, para comenzar por la fe en nosotros mismos y en la fe en Dios, que a todo instante vela por cada uno de sus hijos.

“Yo estoy con miedo. Tengo miedo de golpearme con la pared de esta cueva cuando abra mis alas.”

Esa reacción del pájaro es muy común a nosotros. En el contexto de la historia presentada, el único gesto que el pájaro tenia para salir seria mover las alas y volar para fuera del agujero. Más él tenía miedo de golpearse cuando abriese sus alas en la estrecha cueva.

Muchas veces sabemos lo que precisamos hacer para resolver nuestras dificultades, más no queremos actuar porque hacer lo que es preciso puede implicar en algún dolor que no queremos tener. Por ejemplo: alguien se descubre diabético y precisa parar con la ingestión de azúcar. Cortar el dulce, de hecho, es un sacrificio, demandará mucha fuerza de voluntad,  más si ese sacrificio será fundamental para evitar males mayores, porque la diabetes, cuando no es tratada, puede llevar a la persona  al  óbito.

Probablemente el pájaro se heriría cuando moviese las alas en la cueva.

Mas era un dolor necesario e insignificante, menor ante el premio de su libertad.

Piense siempre: ninguna transformación positiva surge en nuestra vida sin que estemos dispuestos a pagar el precio de nuestra liberación. Ese precio implicara un cambio de comportamientos, dejar la convivencia con ciertas persona, parar de frecuentar  determinados lugares, abdicar de hábitos que nos perjudican, enfrentar nuestros miedos, esfuerzo para superar nuestras limitaciones, etc. Toda mudanza genera des confort. No crea en mejora sin movimiento. Un dicho popular afirma: “Para grandes males, grandes remedios”. Eso quiere decir, para grandes problemas, grandes transformaciones. 

Más hay que incentivarse con la victoria que nos aguarda. No se fije en los obstáculos que toda transformación va a exigir de usted. Visualice fuertemente los beneficios que usted tendrá cuando salga de la cueva de sus problemas. No se preocupe con algunos golpes o arañazos, no recule ante las carencias que gritarán alto dentro de usted llamándolo de vuelta al fondo del pozo. Un pensamiento que suele ayudarme mucho es este:

Mira para la fe y rema.

4.“Este es mi destino. Estoy condenado a vivir toda mi vida aquí, en el fondo de esta cueva.”

Quien piensa así como el pájaro está cometiendo uno de los mayores errores de interpretación de su vida. Imagine si Dios condenaría a alguien a vivir preso eternamente en la cueva de los problemas. Ora, no podemos olvidar que Dios es Amor, Dios es Padre, Dios es bondad! El mal que nos acontece es una consecuencia de nuestras elecciones interiores, y hoy llegó para nosotros la factura de la tarjeta de crédito para el respectivo pagamento. Yo no puedo rebelarme con la factura porque la compra está hecha. Lo que me cabe hacer es pagar aquello que yo gaste para liberarme de la vida.

No es Dios quien nos condena a vivir en prisión indefinidamente a los problemas, somos los que nos condenamos cuando nos damos por vencidos, no actuamos para solucionar nuestros problemas.

Dios ha puesto un poderoso manantial en lo profundo de tus problemas. Nos corresponde saltar sobre ese resorte en la dirección de la sanación y la liberación que tanto soñamos. Dios puso el resorte, pero somos nosotros los que tenemos que saltar. Cuanta más fuerza ponemos en nuestras piernas, más alto subiremos Cuanto mayor sea el esfuerzo, mayor será la recompensa. El único destino que Dios nos ha preparado es el destino de la felicidad. Más el hombre es quien debe caminar hacia ese destino. Dios da el mapa, pero el hombre es quien encuentra su destino.

Espero que estés listo para batir tus alas. No deje pasar el tiempo No pospongas, no demores, no lo dejes para después cuando las circunstancias empeoran. Actúa sin precipitaciones, pero sin retraso. Cuando termines este capítulo, trata de meditar sobre las actitudes que debes tomar para salir de la tumba de tus problemas. Orad a Dios pidiendo inspiración, apuntad a la fe y caminad con paso firme en la dirección de vuestros propósitos renovadores.  Y en breve estarás saliendo de lo más profundo y entrando en los días felices que Dios desea con tanto amor para ti. Nunca olvides que eres un pájaro hermoso y colorido que fue creado para volar en las alturas y no quedar atrapado en el pozo profundo de sus problemas.

Y, si dices que ya no tienes fuerzas para batir las alas, te dejo este remedio extraído de los versos de la canción de Raúl Seixas:

¡Vea!

No digas la canción

Todo está perdido

Ten fe en Dios

Ten fe en la vida

¡Inténtelo otra vez!

¡Beba!

Porque el agua viva

Todavía allí en la fuente

Tienes dos pasos

Para cruzar el puente

¡Nada acabo!

¿Sobre qué escribirías si supieras que sólo te quedan seis meses de vida? que te gustaría compartir con otros, cómo entrar contacto con los sentimientos que hay en el fondo de tu ser? Cuando hacemos eso, todos empezamos a centrarnos en lo que más nos encanta.

Bernie Siegel

Vivir bien a pesar de todo, editorial Summus.

VIGILAR EL PENSAMIENTO Y BIEN VIVIR DIVALDO FRANCO

VIGILAR EL PENSAMIENTO

Divaldo Franco

Libro: Terapéutica de Emergencia

El río caudaloso nace, sin pretensiones, en las alturas, ganando volumen en los amplios suelos de las vastas llanuras.

El imponente árbol comienza en la débil plántula, que oscila entre la cáscara de la semilla que se desmorona y el sol que la besa y la vitaliza.

La construcción fantástica comienza en el trazo simple, en intentos sobre el papel que el fuego consume, hasta convertirse en un desafío para el cálculo que lo hace realidad.

Toda causa yace oculta; todo comienzo es humilde.

El libro precioso se forma letra a letra.

La arrolladora sinfonía se compone nota por nota.

El sublime poema se recita palabra por palabra.

El comienzo es el fundamento, la base que sustenta el proyecto y la obra.

Así también es en la vida moral.

En el Espíritu se originan las matrices de la vida, sus causas, sus logros.

El hombre de hoy procede de sus obras de ayer.

El ser del ahora resulta de las actividades del pasado.

Vigilar el pensamiento, impidiendo la perniciosa coexistencia de ideas negativas, constituye el primer objetivo para quien quiere acertar, progresar, ser feliz.

Por el hábito de la “mente vacía” de pensamientos edificantes, o ante el torbellino que nace de las ideas descabelladas, el hombre se vuelve para derrapar en el desespero o consumirse en la inutilidad.

Arreglar el optimismo, superar miedos injustificados, ejercitar las ideas edificantes – es un inicio de programa de vigilancia para la mente sana poder operar un cuerpo moralmente sano.

Por la imposición de la terapia dichosa, Cristo nos enseñó velar por “el corazón — fuente de los sentimientos — porque de allí salen malos pensamientos” que nos preocupan y que contaminan al hombre, así como las ideas de engrandecimiento y progreso de la humanidad.

MARCELO RIBEIRO

BIEN VIVIR

Para vivir bien basta poseer y dejarse poseer por los gozos.

Las continuas oportunidades, sin embargo, surgen para que usted se comprometa con el error, como tentaciones, desafiando sus fuerzas morales. Resistirlas, todavía, es la decisión que usted se debe imponer, sin que de esa actitud le advengan tristeza y sinsabor.

El hombre fuerte se hizo resistente mediante ingentes luchas que lo capacitaron para la victoria sobre sí mismo.

Ocurre que las comodidades existen para ser fruidas, más usted sabe que la adicción es una enfermedad moral que hay que combatir, la beneficio propio.

La juventud es una etapa transitoria del organismo.

Jovialidad, sin embargo, es un estado que se conquista, a fin de mantenerse joven en cualquier edad del cuerpo.

Usted ve a los amigos dando largas concesiones al gozo y se atormenta, como si fuese a perder lo mejor de la vida. Y, todavía, los más preciosos valores de la vida son los de naturaleza moral, espiritual.

Está claro que no sugerimos cierre o evasión de la realidad actual, ascetismo o escapar de la convivencia social, antes lo llamamos a la salud interior y a la alegría contagiosa, que sólo poseen los que están libres de las coyunturas procesables, de las complicaciones de la venal edad.

La libertad es un estado interior.

Amar, emprender logros ennoblecedores, vivir, son consecuencias de la libertad que tiene el hombre para su disfrute y suerte.

No en tanto, el amor puede expresarse mediante la comunión por el sexo, más el sexo puede ser ejercido automáticamente, sin el amor. Y cuando tal ocurre, el ser que ama se dignifica a través de la elevación matrimonial, mientras que sin el amor se apasiona, brutalizado, descendiendo a la animalidad y, no raro, a los crímenes de nomenclatura variada…

La honestidad que lo hará tranquilo en los emprendimientos ennoblecedores, debe ser cultivada interiormente. Mismo que nadie la identifique en usted, no le importe.

El diamante es precioso, a pesar de dormir, ignorado, en el seno de la tierra. La lapidación realza solamente la belesa que yace adormecida en su mimo.

Cuando los impulsos violentos lo asaltaren, frénelos. Quien no es capaz de dominar las pasiones no es digno de triunfar y ser feliz. El instinto rebelde, dirigido, se transforma en usina de fuerza para las realizaciones de la inteligencia y de la razón.

No infieras de esto que debes abstenerte de las emociones dichosas.

Al contrario: es, como todos nos encontramos, destinado a la felicidad de emociones infinitas y alegrías ilimitadas, si esperas en el deber y el honor, el momento adecuado de tu victoria.

No te esfuerces, por lo tanto, por el placer que deseas ahora y luego se le habrá desvanecido.

A esto lo llamamos bien vivir.

MARCELO RIBEIRO

UN EXTRAÑO CASO DE SUICIDIO IVONNE PEREIRA FRANCO

UN EXTRAÑO CASO DE SUICIDIO

Ivonne Pereira Franco

Libro: Canticos del corazón II Parte

«Jesús afirmó: Quien bebiera de este agua tornará a tener sed; aquel, sin embargo, que bebiera del agua que yo le dé nunca más tendrá sed, por el contrario, el agua que yo le diera será en él una fuente que la arrojará para la vida eterna. Le dijo entonces la mujer: “Señor, dame de esa agua para que yo no tenga más sed, ni precise venir a buscarla.”

(«Jesús y la Samaritana» – Juan, Cap. 4, v. 5 a 25).

Cada vez más nos convencemos de que nosotros, espiritistas, debemos dedicar el máximo de los esfuerzos para distribuir a los sedientos de amor, de justicia, de consuelo, de luces y conocimientos espirituales aquel «pan del Cielo» que la doctrina de Jesús representa aquella «agua viva» de que él informó a la mujer samaritana a la vera del pozo de Jaco, en la ciudad de Sicar, en  Samaria, agua esa que, igualmente, otra cosa no es sino las enseñanzas de su doctrina, y que incesantemente han arrojado de lo Alto a fin de saciarnos el espíritu siempre necesitado.

En lugar de perder el tiempo en disputas estériles y pequeñas divergencias doctrinales, o para escudriñar nuestras existencias pasadas, en el deseo incontrolable de saber si ayer fuimos reyes o príncipes, duquesas o condesas, pero nunca mendigos o salteadores de caminos, lo mejor que podemos hacer es tratar de aprender atentamente y asimilar, el Evangelio y la Doctrina de los Espíritus, siguiéndola, con el fin de distribuir objetivamente su principios y fines a quienes, de una forma u otra, no tienen posibilidad para el estudio de códigos doctrinales o no que se puedan entender con facilidad.

Es el pan espiritual que debemos distribuir, es el agua viva que quedara con nosotros para nunca más sentir sed, principalmente entre los pequeños, esto es, esa gran falange de sufridores y rebeldes, encarnados o desencarnados, que de las cosas de Dios y del Espíritu no tiene sino vagas nociones o noción ninguna.

Porque no podemos restringirnos del pan material y del vestido del cuerpo, que han estado abasteciendo de acuerdo con nuestros medios, que siempre es necesario y muy loable.

Somos depositarios de un tesoro celeste de enseñanzas ofrecidas por los Espíritus Guías de la Humanidad, y lo que nos cumple es consultarlos, aprenderlos y esparcirlos por todas partes, según también nuestras posibilidades, a la par de la ayuda material, más con objetividad, claridad, y ejemplificación, paciencia y amor.

Muchos libros espíritas que nos esclarecerían sobremodo, confiriéndonos recursos nacionales e irresistibles para ayudar, exponiendo su contenido, a los grandes necesitados de orientación doctrinaria, no son siquiera consultados por la mayoría.

El Espiritismo no es apenas ornamento para académicos, doctores, científicos, ilustres personajes del planeta. Él es, por encima de todo, el Consolador enviado por el Maestro para socorrer a los que sufren nortear los indecisos e ignorantes de las cosas de Dios, portador que é de verdades inmortales, y para predisponer los corazones a la comprensión de las leyes de la Vida y de la muerte, a fin de que el equilibrio se haga en la Humanidad desvariada de nuestros días.

Los hombres en general precisan saber de qué los Espíritus esclarecidos o no ( porque también estos, los atrasados, nos esclarecen mucho sobre la vida espiritual) nos revelan en nuestras sesiones o narran a los médiums cuyas vidas fueron dedicadas al Señor, tras las legítimas renuncias a las cosas del mundo. Tenemos, por tanto, muchas cosas que contar y esclarecer, si quisiéramos emplear bien nuestro tiempo, al servicio de la causa del Consolador.

Ahora, todas esas consideraciones surgirán de nuestros recuerdos en una hora de meditación, existentes en nuestro corazón. Y del destacamos un caso doloroso de suicidio inducido, probablemente, en la absurda ignorancia de la ley de Dios, y, consecuentemente, de la vida más allá de la muerte, ignorancia que habría creado una auto obsesión que arrastraría a la obsesión real, pues es sabido que nuestros pensamientos malos, o menos buenos, son invitaciones a los invisibles enemigos del Bien, los cuales pueden aproximarse a nosotros y enfermarnos por nuestra propia culpa.

Que el lector amigo nos ayude a clasificar ese caso de suicidio, porque, en verdad, no sabemos cómo apreciarlo. Aquí lo tienes: hace unos treinta años, pasamos un tiempo en la ciudad minera de Parapara, bañada por el caudaloso río São Francisco.

Estábamos en la época de la guerra y el gobierno brasileño llamaba a los reservistas para el contingente militar que debería partir para Italia, integrado en las fuerzas norte americanas en operación en aquel país.

Una pobre señora, modesta, simple, honesta, de esa masa sufridora y sin orientación espiritual eficiente, tenía un hijo que era la razón de su vivir, las primicias de su vida, y ese joven fue convocado a seguir para Italia, a los batallones brasileños.

Muy religiosa, católica, más sin nociones verdaderas de las leyes de Dios, hizo la vehemente promesa, dirigida al propio Creador, de dar la propia vida a cambio de la vida y de la salud de su hijo, si volvía de la guerra sano y salvo, sin un rasguño. Y específico: si el hijo así volviese él se tiraría al dicho río desde la mitad del puente (el puente mide un kilómetro de largo, tal vez más), durante la primera inundación que hubiese.

Las crecidas del río São Francisco, cuando llegan las lluvias abundantes en la región, las verdaderas inundaciones, horrorizan a los espectadores. Es un torbellino infernal que arrastra en su vórtice cadáveres de animales, árboles enteros, a veces incluso cuerpos humanos, restos de cabañas junto al río y grandes serpientes anaconda que parecen troncos de madera arrastrados por la corriente.

Serían necesarios, en efecto, mucho coraje, mucha convicción de que cumpliría así un deber, mucho materno, o una obsesión más allá del desequilibrio emocional, para que semejante promesa fuese realizada.

Afirmaron en la ciudad que el vicario local, consciente del extraño voto de su penitente, le aconsejó, con prudencia y vehemencia, aclarándole que Dios no aceptaría tal promesa, que tal voto sería más bien blasfemia, rebelión contra el cielo; que el suicidio es un crimen imperdonable, y ella perdería su propia alma si lo cumpliera. Y que ella orase pidiendo perdón para tal blasfemia y se retractase ante la bondad del Creador, retirando la promesa y entregase la suerte del hijo a la misericordia del Todo Poderoso, como hacían otras madres, pues no era ella la única que veía al hijo partir para la  guerra en defensa de una causa justa.

La pobre madre no lo comprendía así. Prometía la propia vida a cambio de la vida y de la salud del hijo y cumpliría la palabra, si el retornase sano y salvo de Italia. Se sentiría deshonrada ante Dios si rehusase el cumplimiento de lo prometido.

Mas la guerra terminara con la victoria de los aliados, entre los cuales se hallaban los contingentes brasileños. Los batallones de las fuerzas de Brasil retornaron a la Patria y, con ellos, sano y salvo, sin un arañón, el hijo de la pobre señora, tal como ella lo deseara.

La crecida del río llegó en el momento oportuno. Aconsejada por su confesor, y para los amigos, para que se detuviese, recorrió el rio por el puente durante varios días, más no consiguió el debido coraje para precipitarse al terrible caudal. Sin embargo ya no era la misma persona.

Se mantuvo alejada de todos, triste, extraña, silenciosa, diciéndose a sí misma: sólo ante unos pocos amigos, perjura y cobarde ante Dios.

Al año siguiente, sin embargo, no titubeó. Cuando la inundación se encontraba en su período más violento, la pobre mujer se arrojó al río, desde la mitad del puente, y fue arrastrado por el vórtice, entre las anacondas y los troncos de árboles. Nadie trató de salvarla. ¿Para qué? No sería posible la salvación allí. ¿Cómo clasificar este suicidio?

¿Era un auto obsesión? ¿Obsesión real? ¿Enfermedad nerviosa? ¿Una rebelión contra Dios y la vida? ¡Ignorancia de las leyes de Dios? Amor materno elevado al fanatismo? ¿Desequilibrio mental por el horror a l guerra? Falta de fe en Dios y de resignación? Pues, en nuestra constante observación en torno a obsesiones y suicidios no encontramos otro igual. Es cierto, todavía que las intenciones pesan muchísimo para las leyes divinas, aunque no lleguen a justificar todo.

El suicidio de cualquier forma, es un conjunto de desequilibrios casi inexplicables, y solo Dios sabe cuántos y cuantos, por ahí, se verifican sin explicaciones, por el simple tedio de la vida sin Dios, y con la locura, de ahí consecuente. Comprendemos, entonces, que a nosotros, los espiritistas, que tenemos la gran responsabilidad de conocer todas estas cosas, cabe el deber de transmitir a los simples y pequeñitos lo que Jesús recomendó, con mayor objetividad y vehemencia, los tesoros espirituales que el Consolador encierra. Porque los hombres precisan conocerlos a fin de aprender el equilibrio necesario para el bien vivir y saber morir en paz.

Los códigos espíritas, inspirados por el amor de Cristo de Dios, ahí están, esperando nuestras consultas cotidianas para que aprendamos hablar, en espíritu y verdad, a esos pobres y pequeñitos que de la vida solo conocen, en efecto, las pruebas y los sufrimientos, como aquella pobre hija de Dios que se arrojó a las aguas del Rio San Francisco, en un día de diluvio, en agradecimiento a los Cielos por el hecho de, el hijo querido, haber vuelto a salvo de una guerra.

LA FE VENCE LO IMPOSIBLE DE LA SERIE BECERRA DE MENESES

LA FE VENCE LO IMPOSIBLE

De la serie Becerra de Meneses

Libro: Historia de un sueño

Todo paso. El odio se transformó en amor, la sed de venganza en ráfagas de reconocimiento. Todavía, así como una pizca de tinta mancha el vestido más blanco, imprimiéndole una mancha que imposibilita su uso en una reunión selecta, aquellos negros sentimientos mancharan el alma imprimiéndole m que la excluyen de comparecer a la mesa del festín Divino. Sin embargo, de la misma forma que se limpia la mancha del vestido del cuerpo, restituyéndole la primitiva blancura, borra el alma sus manchas, sometiéndose, arrepentida y resignada, a la ley soberana de la justicia, que guarda en su interior, el dulce panal de la misericordia del Creador y Padre de todos los seres humanos.

El joven príncipe fracasó en esa prueba que fue todo un reto para rescatar su enorme deuda pasada.

Y~- Fallaste, si —hablo Bartolomé de los Mártires —, más te amparó la misericordia del Señor, oyendo las oraciones de aquella bienaventurada mujer y mandando su ángel soplar benéficos fluidos, por los cuales tuviste la paz y, en el seno de la paz, pudieses libremente aceptar o no tu mayor deber. El buen impulso que ya habías arrojado hacia una mejor comprensión de tu misión restauradora, y tu corazón se abrió a dulces sentimientos, que lo limpiaron de cosas condenables como la luz vence a la oscuridad. Una vez más pones tu pie en la escalera de la regeneración, sin embargo, el paso en falso que diste te trajo la responsabilidad que tuviste que redimir de conformidad con la ley indefectible.

¿Más, mi buen amigo, el arrepentimiento no lava la culpa?

H^s- No, el arrepentimiento suspende la pena de la culpa; mas el alma, perdonada de aquella pena, siente, ella misma, para subir a las regiones de la pureza, necesidad de apagar la mácula que le dejo la culpa y pide los medios de limpiarse por la expiación o reparación, en la que de prueba de la sinceridad de su arrepentimiento. El perdón provocado por el arrepentimiento es una verdadera moratoria, tanto que, si el espíritu en expiación reincide en la falta, provoca, ipso facto, la renovación de la pena.

— Entonces, el príncipe va a sufrir la horrorosa pena que le fue impuesta después de la existencia pasada?

H=- No, porque el ya amortizó una gran parte de su deuda pasada, y, por tanto, el acreedor solo accionará por el resto.

^E^¿Y si el nuevamente se arrepiente de la flaqueza que tuvo?

‘V»— El amor del Padre es infinito y lo perdonará como la primera vez y siempre que se arrepienta, más nunca lo dispensará de nuevas pruebas, hasta que las haya completado.

— ¡Sublime! — exclame. — Justicia y amor unidos como dos sentimientos gemelos!

Es así mismo: Dios ejerce su justicia por amor, y su amor con la más perfecta justicia.

¡Solo el desgraciado que no conoce tales grandezas puede negar la existencia de un Padre dotado de tan infinitas perfecciones!

—Tienes razón. Son mismo desgraciados, más relativamente, porque atrasan su acceso a las regiones de la felicidad; no, sin embargo, en absoluto, pues, más temprano o más tarde, la luz los penetrará, y todos tomarán el camino de la casa paterna, según la ley de la salvación Universal.

Mientras me enriquecía con esas sublimes enseñanzas, se desprendía el príncipe de los ahogos paternos, para fruir otros que le eran de más fino quilate: matar anhelos y deseos en los brazos de su amada esposa.

— Ella ya debe estar nadando en alegrías — corría pensando — porque no hay más quien ignore el feliz desfecho del drama que parecía terminar con nuestra desgracia. Debe estar ansiosa a mi espera, como yo deseo por ver el brillo celeste de sus ojos.

¡Con inaudita velocidad, venció la distancia entre la casa del padre y el abrigo de la esposa, mas, qué horror, en la puerta del tugurio, no había nadie!

¡Grita como un loco, nadie responde! Penetra, con la mirada, la guarida

abandonado. Apoya los hombros en la losa que le sirve de puerta y, en un instante, se encuentra dentro de la choza, pero ¡qué horrible escena presenta! tirada en un rincón oscuro, yace, inmóvil, algo que tiene forma de personas. Le toca con el pie y reconoce que es un cuerpo, pero un cuerpo sin vida, ya que permanece inerte, a pesar de ser impulsado casi con rudeza. Lo toma en sus brazos, lo lleva donde la luz le facilita el examen y entonces se da cuenta que tienes ante tus ojos el cuerpo de la pobre anciana que envolvió a su amada.

¡Qué rabia y que esperanza! Rabia por parecer estar muerta la que le podría dar noticia del destino que tuvo el ídolo de su amor. Esperanza, último sentimiento que abandona al desgraciado, porque aun juzga posible llamarla a la vida y coger de ella la luz para su corazón. No pierde un minuto. Recorre a todos los medios que la ciencia de su gente, de su mundo y de su tiempo aconseja en tales casos. Y tal era la fuerza de voluntad, por no decir la fe, con que operaba, que, cuando iba desanimar, sintió quebrarse aquella inercia pavorosa y oyó, como un ligero siseo, un gemido moribundo resonando en sus oídos.

— ¡Aun hay vida! — exclamó.

Casi locamente, repitió los procesos hasta allí empleados y, por fin, consiguió que el cuerpo se moviese, los ojos se descerrasen y un sonido gutural rompiese el silencio tumular, no más como una nota de gemido, sin embargo, como una palabra articulada: agua.

Corrió a dar agua a la resurgida y, sin poder contener la alegría que le irrumpía del pecho, grito:

— ¡Viva!

Estaba, efectivamente, viva la pobre vieja, la llave de los misterios que le valían más de lo que la propia vida. Fue, talvez, más difícil conseguir que recobrase la consciencia de lo que fue hacerla recobrar la vida, más la voluntad o la fe vence lo imposible. La anciana se levantó, pero no pudo contenerse y, gimiendo, se arrojó, como masa casi informe, en el suelo de la articulación.

— ¿Qué tienes, buena mujer?

«Me rompieron los huesos, estoy con un dolor de muerte».

«¿Quién te rompió los huesos?»

«¿Quién podría ser?» Los dos tipos malos que intentaron matarme para que yo no descubriera su negro crimen.

«¿Qué gente malvada y qué crimen fueron esos?»

— El padre y el elegido para hombre de tu mujer. Ellos te vieron salir e, inmediatamente, invadieran esta casa.

«¿Y la chica?» ¿y la chica? que hicieron con ella

«La ataron y la llevaron a la parte de atrás».

— ¿Mas por qué te hicieron mal?

— Porque yo grité por socorro y procure obstaculizar la realización del negro crimen.

El príncipe no quiso oír más y, rugiendo como una fiera, salió de la cueva, como una leona cuyos cachorros han sido robados, en busca de los malvados que habían robado el corazón. Sin embargo, cuando recibió el impacto del aire libre, sintió que abandonó a la desdichada anciana y fue a buscar un curandero, a quien confió su tratamiento.

— Ese buen sentimiento — dice el guía —te conquisto la misericordia del Señor.

HAZ QUE TU DÍA CUENTE PARA REFLEXIONAR

HAZ QUE TU DÍA CUENTE

¡Todos somos ganadores! Cuántos espíritus hay en el mundo espiritual, deseando y anhelando una nueva oportunidad llamada reencarnación. Aquí estamos, viviendo una nueva y rica oportunidad de crecer, y es nuestro deber aprovecharla de la manera más productiva posible.

¡Es una bendición estar vivo! ¡Estar vivo de nuevo es un regalo de DIOS!

¡Eso es! Así que haz que tu día cuente. Porque es tan importante esta lección que la Divinidad nos otorga, que no pudimos desecharla de ninguna manera.

Cada día que pasa para nosotros es una oportunidad que no regresa, como las aguas de un río que van al mar. El río siempre fluye pero esas aguas que se han ido, se han ido.

Así que cada día es un día que no recuperamos. Debido a esto, al despertar en nuestra mañana, al abrir los ojos, y darnos cuenta de que estamos vivos en el cuerpo y no sabemos lo que nos enfrentaremos a lo largo de los caminos, lo que encontraremos en los caminos, el tipo de lucha que enfrentaremos, las experiencias, las dificultades, las expiaciones, los testimonios que nos esperan, ignoramos completamente cuáles son o cuáles serán.

Por eso, cuando abrimos los ojos, dirigimos nuestra oración a nuestro Creador. Agradeciendo primero, porque estamos vivos en el cuerpo, luego por nuestra familia, por nuestros afectos, por todos aquellos que compondrán la historia de ese día, la historia de nuestro día que comienza.

Por eso no nos preocupemos por lo que la gente dirá de nosotros. Es tan importante que tomemos responsabilidad por nosotros mismos después de todo. Imaginar que alguien está hablando de nosotros, conspirar contra nosotros es una tontería. Porque la gente dice lo que quiere decir. ¿Cuántas veces también deberíamos haber dicho algo desagradable sobre otros, que ellos ni siquiera sabían? Por esta razón, no hay necesidad de preocuparse neuróticamente por la opinión de los demás.

Es natural que seamos cordiales, amigos, fraternales, sencillos en el trato con las personas, pero sabios que tendremos que darnos satisfacciones a nosotros mismos. Sí, somos las personas que deberíamos respetarnos más nosotros mismos. Si queremos el respeto de los demás, primero debemos ejercer ese respeto a nosotros mismos.

No nos importa lo que pienses contra nosotros o por nosotros. Las personas que son nuestros amigos, hacen un juicio muy bonito sobre nosotros. Todos nuestros amigos como nosotros, incluso cuando pelean con nosotros o incluso cuando no están de acuerdo con nosotros, les gustamos, nos adoran, les gustamos de verdad.

Y así, siempre debemos tener cuidado de estar atentos a las opiniones de nuestros amigos. Siempre tienen un azúcar extra para poner en nuestra vida, por suerte. Pero cuando los enemigos hablan en contra de nosotros, no hay necesidad de atormentarnos, porque el enemigo siempre quiere animar un poco más nuestra realidad, siempre quiere ponernos un poco más abajo de lo que realmente somos y por lo tanto, los extremos siempre están apuntados por nuestra desconfianza.

Ni los que nos alaban mucho, ni los que nos privan mucho.

Lo importante es que sabemos, en este esfuerzo de autoconocimiento, quiénes somos realmente. No tratemos de crear una imagen de nosotros mismos para los demás. Sería bueno que aprendamos a desarrollar una imagen que nos funcione; que funcione para otros.

No es importante que salgamos diciendo cada hora, cada día, que creamos en Dios, que confiamos en Dios, si nuestra vida no se vive como los que creen en Dios. Más importante que nosotros afirmando creer en Dios, es tener un estilo de vida diario que permite que Dios crea en nosotros.

Es de esta manera, que al decir nuestra oración al final del día, agradecidos por el día que tuvimos, por todo lo que ha pasado, por nuestra sonrisa, por nuestras lágrimas, por las pérdidas, por las necesidades, por las enfermedades, por todo; orando a Dios y agradeciéndole por esto, estaremos demostrando este espíritu de fidelidad por la vida que nos dio dando gracias a Él por la oportunidad que nos ha brindado, que nos ha concedido. Y gradualmente aprenderemos a valorar nuestro día.

Vemos que estas 24 horas llenas o llenas de significado para nosotros, deben traer en tu bulto, en tu pecho estas bendiciones, estas maravillas de saber lidiar con la gente, de saber manejar a la familia, pero principalmente de saber lidiarnos con nosotros. Y así es como, poco a poco, viviremos, cada día, como siendo esta perla, esta piedra preciosa del gran collar de la vida.

Algunos más grandes, otros más pequeños, otros más brillantes, otros menos brillantes, pero todos muy importantes, porque todas serán perlas de Dios bajo nuestro cuidado.

Por lo tanto, nos corresponde a nosotros mismos decirnos que somos felices con la vida y que porque somos felices con nuestra vida, no hay necesidad de descuidar nuestro día. Disfrutando nuestro día, apreciando nuestro día, es hacer todo lo que podemos hacer en ese día. Entre trabajo y descanso, entre bendiciones de luchas, lágrimas y bendiciones de sonrisas, dar lo mejor, hacer lo mejor y esperar el próximo mañana que Dios nos dará.

Transcripción parcial del Programa Vida y Valores, número 99 presentado por Raúl Teixeira, bajo la coordinación del Espíritu Federativo de Paraná. Programa grabado en agosto de 2007. Emitido en CNT, Canal 6, Curitiba y Canal 7, Londres, 9 de marzo de 2008.

EL HOGAR CON LA LUZ DE LA DOCTRINA ESPIRITA

EL HOGAR CON LA LUZ DE LA DOCTRINA ESPIRITA

«Es, en el hogar que los Espíritus se reencuentran, bajo el mismo techo, en la condición de padres, hijos y hermanos; en ese ambiente, son ofrecidas las oportunidades de nuevo aprendizaje moral, posibilitando a los reencarnados ejercitarse en el campo afectivo, desenvolviendo la fraternidad, la solidaridad, en fin, los sentimientos derivados del amor. Siendo así, la función educadora y regeneradora de la familia es extremamente delicada e importante, cuando se atribuye a la reencarnación la oportunidad de ascensión en la escala evolutiva, a través de nuevas experiencias, en el campo intelectual y moral. La mejor escuela, aun es el hogar, donde la criatura debe recibir las bases del sentimiento y del carácter”. (Emmanuel-*Psicografía de Francisco C. Xavier, El Consolador, cuestión 110, FEB.)

Cuando reencarnamos, encontramos en el hogar la cuna que nos acoge, el techo que nos cobija, la escuela que nos guía, el templo que nos edifica y sobre todo, el grupo familiar que nos ayuda en nuestro camino espiritual.

El hogar espírita no se restringe a una edificación de mampostería, es más bien una edificación que se fundamenta en el amor fraterno. Sus paredes se erigen en la cooperación activa de todos; sus puertas y ventanas traducen el intercambio con los hermanos en humanidad; su techo es el Evangelio de Jesús y, además de los más cercanos compañeros de nuestro camino, todo en él constituye el material didáctico que necesitamos para evolucionar.

Cuando Jesús recomendó amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos, nos indujo a tener una mayor dosis de amor, tolerancia, afecto y renuncia hacia los miembros de la familia que constituyen “el prójimo más cercano” con el que convivimos día y noche.

“El que no cuida de los suyos y de los de su familia ha negado la fe y es peor que un infiel” nos enseña Pablo. Así, de nada nos sirve ejemplificar la caridad fuera del hogar, olvidando a los seres queridos que nos toleran y nos apoyan en nuestras dificultades cotidianas.

El hogar sigue representando el punto de reunión de nuestras almas con los hermanos, a quienes beneficiamos en el pasado y hoy buscamos, a su vez, que nos ayuden o bien el reencuentro con aquellos a quienes hemos perjudicado mucho en otras reencarnaciones y después de nuestra toma de conciencia en el plano espiritual, pedimos una nueva relación con ellos en la posición de hijos, padres, hermanos y demás familiares que comparten nuestro techo en esta existencia.

El cristiano dignifica siempre el Hogar que lo cobija, pero nunca olvida que su familia no se limita a los lazos de sangre, sino que se extiende por toda la Humanidad.

La mejor forma de valorar el techo que nos acoge es en el culto del Evangelio en el Hogar, en la constante vivencia del bien, en armonía con los familiares y en permanente cooperación con todos.

El hogar, corazón del organismo social, es el lugar donde comienza nuestra misión en el mundo, dentro de los muros del templo familiar nos preparamos para la vida con todos.

Seremos fuera del Hogar, en el gran campo de la experiencia pública, la continuación de lo que ya somos en la intimidad de nosotros mismos.

Organicemos nuestra agrupación doméstica del Evangelio, ya que fue iniciado por Jesús en el Pesebre y se demoró en la casa humilde y trabajadora de Nazaret, antes de extenderse por el mundo.

El hogar en la Tierra sigue siendo el punto de convergencia del pasado en el presente, con vistas al futuro. En él, entre las cuatro paredes que constituyen la expresión del espacio, recibimos todos los servicios que nos impone el tiempo, habilitándonos para el título de Ciudadanos del Mundo.

Si la tempestad arrasa con nuestras plantaciones, no olvidemos el Espacio Divino del Hogar, donde el semillero de nuestra voluntad, en la viña del Señor, debe y puede florecer para dar fruto en beneficio de todos.

Texto publicado en el sitio web Unión Espírita Minera (UEM)

CARTAS SIN PRETENSIONES

CARTAS SIN PRETENSIONES

Hermano X/Chico Xavier

 Querido mío. Recibí sus anotaciones.

Sé que no me aceptara la respuesta con el deseable entendimiento. Si aún no me acepta en el recuerdo, no me tolera la sobrevivencia.

Leerá mis palabras, lejos de esa afectuosa acogida de la época en que yo me hundía en una escafandra como la suya, bajo el denso mar de oxígeno terrestre.

Recibirás mi presente esfuerzo con un espíritu extremadamente crítico. Buscará saber, en primer lugar, si usé correctamente los verbos y si puntué la misiva con la elegancia necesaria.

Probablemente dirá que mis recursos empobrecieran, que mi argumentación no convence.

Veamos, con todo, sus ponderaciones.

Afirma usted que los espíritas desencarnados, por el noticiario que ofrecen al mundo, se mueven en un plano absolutamente irreal. A su modo de ver, moramos en casas ilusorias, cuidamos de instituciones que no existen, cogemos flores y frutos de mentira y caminamos, como sombras, en un campo de fantasía. Y añade que, para agudizar nuestra situación, toma por base el mundo en que pisa. En la apreciación que le orienta los conceptos, la esfera en que usted aun respira es la más sólida de toda la estructuración universal. Cosa alguna sufre modificación alrededor de sus pasos, según la posición especialísima en que se coloca.

Si me demorase por ahí, talvez experimentase amnesia idéntica. Basta decirle que en cuanto cargue el fardo benéfico de la carne era yo perfecto desmemoriado en relación a mis propios defectos. Y, en cuanto a mis necesidades esenciales, nunca preste atención para el tiempo que corría, rápidamente, a mí alrededor.

Cuando los amigos echaban tierra y cal sobre mi cuerpo indefenso, era que yo meditaba sobre la fugacidad de las situaciones y de las cosas. Entonces recordé mi infancia lejana y vi nuestro pueblo en el norte, perseguido por la arena invasora. Las casas y los árboles se convirtieron, poco a poco, en un montón de ruinas. Los compañeros de juegos de los niños desaparecieron. Algunos habían ido en busca de ciudades fascinantes, otros yacían sumergidos en la niebla de la tumba. Mi memoria se reacomodó, poco a poco, y regresé, a través de los ojos de la imaginación, a la casa que me vio nacer. La muerte empuñó su enorme guadaña allí, a izquierda y derecha. La enfermedad se había abierto camino allí, copiando el fuego en los pastos empinados. Las transformaciones no tenían cuenta. El panadero había muerto durante la noche, vencido por un insulto cerebral. La lavandera que vivía frente a nosotros, una mujer robusta y valiente, de repente empezó a usar muletas, debido a su pierna rota. Nuestros vecinos, de vez en cuando, llevaban estricto luto, honrando a los familiares muertos; y hasta el sacerdote más anciano, que se pasaba semanas transmitiéndonos el catecismo, una mañana se dejó transportar al cementerio cuando menos lo esperábamos.

Todo se modificaba, de hora a hora, até que nos separamos a fin de revernos, más tarde, en la Capital de la República.

Usted hacia lo posible por ocultar los males del estómago y yo disimulaba hábilmente las perturbaciones del sistema endocrino.

Su rostro no era el mismo. Arrugas sorprendentes lo embargaban. Sus cabellos, que conoce finos, sedosos y abundantes, estaban escasos y encanecidos. Sus ojos me miraban con firmeza, todavía, inyectados de sangre. Las manos bien cuidadas no mostraban la despreocupación del principio; entretanto, se revelaban pesadas y gruesas, exhibiendo venas salientes.

Cierto, usted notó profunda cambio en mí, más la gentileza le asfixio las observaciones pesimistas que procure calar igualmente por mi vez.

¿Y las muchachas que habíamos cortejado en otra época, extasiadas en el paisaje de la cuna? Algunos de ellos, en Río, intentaron en vano recursos contra el incesante viaje de la Naturaleza, estaban casi irreconocibles. Los dentistas expertos no restauraron la boca que amamos, embelesados, en los primeros éxtasis de la juventud. Aparecieron en la avenida, igual que nosotros dos, buscando farmacias para un reumatismo incipiente.

La muerte, querida, tuvo el poder de despertar mis reminiscencias. Y considerando la amistad que siempre nos unió, en el escenario humano, recuerdo, con nostalgia, tu propia felicidad lejana… No ignoro que perdiste a tus padres, a la esposa inolvidable y al hijo menor que tanto querías por afinidades sentimentales. En diez años, has cambiado de residencia quince veces, buscando alivio para un corazón angustiado y desesperadamente enfermo…

Sus ojos permanecen fijos en el pretérito e, identificado con su dolor de peregrino, lleno de oro y vacío de paz, me acuerdo, con nostalgia, incluso su hermoso loro que nos divertía, hace casi treinta años, gritando los nombres de los políticos influyentes del momento…

Quisiera consolarte, revivirte, pero… tú, a pesar de ser golpeado por el desencanto y las incesantes renovaciones, estás convencido de que vives en el plano más sólido e inamovible del Universo y crees que soy un vagabundo invisible que cuenta anécdotas destinadas a la ingenuidad humana.

Tú, hombre de carne y hueso, te declaras inmutable y afirmas que no soy más que una sombra que regresa de la tierra de la muerte.

¿Cómo puede un fantasma consolar a un hombre tan seguro de sí mismo que se cree intangible?

Decididamente, tienes toda la razón.

Del libro: Luz de lo Alto.

USTED Y EL JOVEN DIVALDO FRANCO

USTED Y EL JOVEN

MARCELO RIBEIRO/Divaldo Franco

Libro: Terapéutica de emergencia

Es muy necesario vigilar los impulsos juveniles. La inmadurez, que proviene de la falta de vivencia de las realidades humanas, inspira a los jóvenes falsos conceptos en torno de la vida, facultándoles, una visión destorcida sobre los valores morales y espirituales.

Sufriendo la constricción del sistema nervioso sobrecargado con energía y vitalidad, se supone que el joven es sabio porque sabe que es fuerte.

Inexperto, cree que la fuerza es factor decisiva, comprometiéndose, no raro, cara al mal huso que hace de las posibilidades que tiene.

Fácilmente se deja arrastrar al placer inmediato, reaccionando contra los deberes que, aunque resulten en cosecha de alegrías, no produce, de pronto, gozo y placer.

Se creen sin tiempo, disfrutando un largo tiempo.

Desea disfrutar ahora, para no perder la oportunidad, que supone que todos están disfrutando y se pierde en el agotamiento del abuso.

Reacciona al sentido común, se vuelve violento, agresivo o frustrado, porque no se permite actuar con equilibrio, lo que le daría disfrute real y salud integral.

Si se le habla de experiencia, sonríe, complaciente, liviano, suponiéndose detentor del conocimiento.

Tiene en mente que sus ascendentes fueron ingenuos, cuando no se hicieron responsables por los gravámenes que experimenta la sociedad hodierna.

Se exime a la responsabilidad, cuando es sorprendido por la falla, no en tanto, señala errores en todo, acusa, despotrica.

¡Paciencia con el joven!

Él no va a rehuir al severo aprendizaje que la vida le impondrá.

La experiencia sedimentará en él la excelencia de los valores legítimos, a discernir.

Alguno llegará a la madurez orgánica sin madurez moral. Es un principiante espiritual. Y no obstante, ayúdelo a disciplinar los impulsos, sometiéndolos desde temprano a tareas dignificantes, sin los largos espacios de tiempo para la ociosidad y relajamiento demorado.

Sin atacarlo, no le temas.

La educación es una obra demorada, cuyos frutos tardan en aparecer.

Siendo así, no se coloque contra la juventud.

No le diga que en su tiempo era diferente. En verdad la vida, también, era diferente.

Usted ya tránsito por aquel camino.

El joven de hoy llegará a la comprensión que ahora le hace discernir lo correcto de lo errado.

El joven es emprendedor. Favorécele con la oportunidad de realización.

RESENTIMIENTO DIVALDO FRANCO

RESENTIMIENTO

MARCELO RIBEIRO/Divaldo Franco

Libro: Terapéutica de Emergencia

Si usted guarda resentimiento, sin duda cultiva hongos venenosos en el área reservada para la inserción de la jovialidad, de la que se debe enriquecer, a fin de adquirir paz.

Las ocurrencias desagradables deben ser superadas con legítimo olvido del mal que las produjeron.

El aplomo de la honra puede ser examinado por el filo del aplomo de la consciencia correcta.

Nadie, en la Tierra, consigue eximirse de las lides y bátalas del pasado personal, en resumen siempre a través de los choques vibratorios con aquellos que son simpáticos o antipáticos, amigos o desafectos.

Como resultado, las pasiones obstinadas siempre encienden fuegos de ira de unas personas contra otras o lenifican los espíritus de unos al lado de los otros.

Es Imposible pasar incólume entre los hombres, sin sufrir sus condiciones evolutivas.

Situado en el proscenio de las disputas y herido por los disparates o por la impiedad de alrededor, ascienda y paire por encima del ambiente, disculpando realmente a los que lo hieren.

Conservar rencor, aguardando el momento del esfuerzo, es como clavar espículas en el sentimiento, que no consigue olvidar el mal, cara a la herida siempre abierta, a drenar desagradablemente.

El perdón, para tener función terapéutica en quien lo dona, necesita caracterizarse por la total liberación del resentimiento.

Ese enemigo peligroso, el resentimiento, ha sido morboso pestilente para contaminar a los hombres que le dan cobijo, degenerando invariablemente en lamentables epidemias morales.

No le permita la fermentación en los contenedores de razonamiento que investiga la razón del mal con lo que alguien lo haya afectado, ni le dé la oportunidad de convertirse en una sombra inquietante en clichés mentales, encargados de la evocación del hecho.

Un acto de valentía es hacer esfuerzos para vencer el mal y de él liberarse.

A quien se le atribuye fuerza, porque fomenta el daño o resentimiento, no es más que un enfermo que se engaña a sí mismo, a través del proceso de transferencia psicológica de la debilidad en resistencia inexistente, que se desenvuelve en la cobardía.

La presencia de la aflicción de cualquier fuente constituye una valoración de los logros morales, que darán el valor y la situación real de quien recibe la invitación a la reflexión y la madurez espiritual; Nunca tomar represalias, con el pretexto de la defensa, utilizando el arma del agresor, ni te envenenes de rencor ante la imposibilidad de esforzarse.

El hombre que ataca, maldice, persigue, recrimina, calumnia, se miente a sí mismo y se engaña a sí mismo, porque en pleno proceso de desquiciamiento moral y emocional penetra a través de los oscuros laberintos de una locura irreversible a gran escala.

Ya no los hace infelices, disparar dardos mentales venenosos contra ellos, los que se hicieron sus enemigos, ni tampoco se envenene con el toxico que destilaron en su dirección. Si usted se defiende con el mal, el objetivo de ellos habrá sido alcanzado y en la inclinada de su caída usted caerá en la dirección de ellos, cayendo, tal vez, en un abismo más hondo de lo que aquel en que ellos ya cavaron.

Aprenda con Jesús a descender para ayudar…haciéndolo así, , su descenso será siempre una elocuente forma de subir.

No se resienta nunca ante la provocación de la ignorancia, abriéndose a la sabiduría del amor que es legítima y noble manifestación de Dios dirigida a usted por misericordia de añadidura.

MARCELO RIBEIRO

LA ORIENTACIÓN CRISTIANA CHICO XAVIER

LA ORIENTACIÓN CRISTIANA

 Por el Espíritu Hermano X

Chico Xavier

 En la sesión de confort educativo, el consultor se dio cuenta de que el digno guía espiritual se había incorporado al médium en trance, y, apenas el abnegado mentor terminó la conferencia sobre un tema evangélico, pidió permiso para rogar su consejo.

– ¡Cómo no, hijo mío! – Exclamo el espíritu amigo, generosamente – estoy aquí para oírlo; abra su corazón…

El caballero, que empezó tímido, se inclinó para el benefactor, exhibiendo gesto filial, y comenzó:

– ¡Mi santo protector, estoy exhausto! Me siento tan necesitado de orientación como el sediento precisa de un trago de agua. Perdí los bienes que me eran más caros!… Traigo la salud arruinada y, en balde, deambulo por costosas clínicas. Mi hígado no funciona normalmente, mis riñones me amenazan cada hora, mi corazón, como loco, late irregularmente… Con un organismo medio muerto, mi familia me relegó al abandono. Mis parientes desaparecieron. Tengo hermanos de sangre que ciertamente podría apoyarme; sin embargo, huyen de mí, como si yo fuera un criminal impenitente. Sin embargo, tal situación era soportable. Dio la casualidad, sin embargo, que mi esposa se alejó de mí después de dieciséis años de convivencia, dejándome irremediablemente desconsolado…

¡Ahí! mi benefactor – acentuó, lacrimoso –, como atender a problema tan aflictivo? Soy un fantasma errando, en vano, en busca de paz. El hogar vacío es mi tormento infernal de cada minuto. Mi azar no paró ahí. Antipatizándose conmigo, mi jefe de trabajo me expulsó sin caridad, hace dos semanas. Me llamo, áspero, despidió sobre ruin un montón de palabras agresivas y me cerro las puertas de la casa que serví por más de siete años consecutivos… Soy el más infeliz de los hombres… Lo he intentado contra la vida. Sin embargo, parece que todavía me persigue la mala suerte en esto, porque todos mis intentos han fracasado… Todas las oportunidades de mejora están cerradas para mí… ¿Qué he hecho, mi santo benefactor, para merecer tantas desgracias? ¿Me estoy olvidando acaso de Dios?…

Una fuerte crisis de sollozos le embargo la voz. El instructor desencarnado le acaricio los cabellos prematuramente encanecidos y considero:

– ¡Tenga paciencia, hijo! no hay efecto sin causa.

El pedidor cobró nuevo ánimo e imploro:

– ¡Inspírame, devotado protector! ¡Oriéntame! ¡No me abandones!…

– ¿Que desea que yo haga? – indago el mensajero espiritual.

– Dibújame el camino correcto… mi destino es un vergonzoso ovillo… ¡Asesórame, en el nombre de Jesús!

¿Del Maestro que descendió de las alturas para servirnos y salvarnos?

«Sí», gimió el cuestionado.

– Entonces, hijo mío, vuelve al principio y rectifica tu propio camino. El Padre os ha concedido una salud armoniosa. Sin embargo, ¿por qué sofocar los riñones con las irritantes “bebidas”?

¿En qué se basó para consumir grandes fuerzas en noches de placer sin sentido?

Todavía hay tiempo para reconstruir. Olvida los venenos cotidianos que agotan tus energías, lentamente, a través de una copa aparentemente sin importancia, e imprime un ritmo regular a tu experiencia como hombre en la Tierra.

También busque las buenas gracias de la familia firmando un armisticio de buena voluntad.

Aludes al abandono de familiares, pero no te refieres a la burla que les echaste a todos, cuando tu posición mejoró en el banco donde trabajabas. ¡Olvidó fácilmente los deberes de solidaridad fraterna y llegó a acusar a los demás! Regresa, como un hijo pródigo, y muestra ante toda una sincera humildad. Pide disculpas por tus faltas; ser cariñoso y bueno… En cuanto a la esposa, ¿qué decir? ¿Has olvidado la tiranía doméstica de la que tu obstinado corazón ha abusado enormemente? La mujer, centinela de su hogar y madre de sus hijos, no es un animal que deba ser tratado con dinero y malas palabras. Después de más de tres años de incesante sacrificio, la pobre no pudo resistir y se alejó… ¡Búscala, alimentando el verdadero pesar por tus errores voluntarios e involuntarios!

Penitencia tú mismo. Pide perdón por el pasado de sombras y guarda tus lágrimas para sellar con ella tus nuevos compromisos de redención.

En cuanto a tu campo de servicio, si quieres ser guiado por Jesús, vuelve con tu jefe y pídele que disculpe tu comportamiento irreflexivo. Busca actuar en la agenda de los hombres justos, sin traicionar las obligaciones de bondad y reconocimiento hacia quienes se han hecho acreedores de tu respeto, cariño y gratitud

El consultante sufridor enjugo el llanto, talvez herido en el amor propio, y, después de la palabra del orientador cerrando la reunión en sentida oración, se dispersó el grupo, notando yo, sin embargo, que el caballero, declaradamente tan infeliz, no pronuncio ni una frase más…

Nunca olvidé la guía noble y hermosa, dulce y franca que le dio el sabio de espiritualidad superior, pero no sé si fue aprovechada. Volviendo, sin embargo, al templo de oración donde vi caer tal bendición, en vano busqué al desdichado hermano, que no volvió allí, nunca más…

LA HERENCIA DEL PECADO IVONNE PEREIRA FRANCO

LA HERENCIA DEL PECADO

Ivonne Pereira

Libro: Canticos del Corazón II Parte

En verdad os afirmo que siempre que lo hacéis a uno de estos mis pequeñitos hermanos, a mi lo hacéis. (Mateos, Cap. 25, v. 40)

Confieso que, hace cerca de diez años, no asisto a una sesión espírita de trabajos prácticos. No sé, por tanto, como transcurren ellas en el presente.

Las últimas sesiones a las que asistí me parecieron tan deficientes, tan insípidas que decidí moverme en otros sectores del Espiritismo.

No en tanto, en esta mi longa vida de practicante espiritista, llegue a conocer acontecimientos verdaderamente edificantes en el desarrollo de esas sesiones, cuando parecía que lo Alto se rasgaba para conceder la revelación de sus secretos aquellos que mucho necesitaban aprender.

En cierta ciudad del sur fluminense, por ejemplo, por la década de los 30, tuve ocasión de asistir a revelaciones objetivas, Espiritismo práctico. Existía en dicha ciudad un núcleo espírita, un «gremio», como era llamado, donde ocurrían hechos que hoy son transcritos en crónicas de instrucción doctrinaria o citadas por oradores, de absoluta utilidad para los sedientos de conocimientos de tan atrayente plano que es el Más Allá del Túmulo. Otros núcleos me dieron a conocer tratamientos de obsesiones, revelaciones, instrucciones, etc., que han sido relatados con datos doctrinarios de gran valor hasta mismo en libros que hoy circulan entre espíritas y simpatizantes de nuestro ideal consolador.

Bueno, ayer, meditando en los tiempos nostálgicos cuando estaba permitió presenciar tal trabajo, recordé una hermosa reunión que asistí en la citada ciudad de Río de Janeiro, que consoló y reequilibró una familia, que se había desesperado por la muerte prematura de uno de sus jóvenes.

En este grupo, se comunicaron espíritus que se convirtieron en inolvidable para mí, tal es el valor de sus producciones entre nosotros. Uno de ellos se llamaba «Grumete», por lo tanto un principiante. Parece que era marinero, o pescador portugués, porque cuando hablaba por la médium, se notaba el acento portugués acentuado, del Norte de Portugal, más precisamente.

Era un Espíritu simpático, conversador, que todo decía valiéndose del lenguaje marítimo, excelente en el tratamiento de obsesiones, pues guardaba moral suficiente para actuar sobre obsesores, y se presentaba  «vestido» realmente como un «grumete», un aprendiz de barcos de pesca, dejando ver, inclusive, el gorro más una parte cónica, terminando con una borla de «pompón» que se balancea y se dobla sobre sí misma. Estaba rodeado de una luz resplandeciente, hermosa de contemplar, con sus trajes de colores dulces.

Hubo otro, «Ernesto», Espíritu de gran alcance moral, dejándose ver vestido como un hombre, pero con tales detalles en la vestimenta que se percibiría en el tiempo que vivió en la Tierra: a finales del siglo pasado, principios del siglo actual. Era médico y continuaba siendo, porque atendía al tratamiento de pacientes que buscaban al «Gremio». Consejero, paternal, adorable Mentor de trabajos en general. Era particular por levantar el médium al comunicarse. Sus conferencias eran lo que podemos considerar mensajes celestiales, alcanzando todos los problemas que aquejan al mundo.

Aún hoy extraño los momentos en que se me acercaba, atendiendo la prescripción homeopática, otrora tan necesaria y venerada por los que sufrían sin recursos para buscar un médico terrenal.

Es sorprendente que la gran mayoría de los espíritus detectados por mi videncia no se presentan con la clásica túnica, tan alabado en los círculos espíritas. Con excepción de tres de los que, en cincuenta años de práctica mediúmnica, he podido divisar los demás se me mostraron trajeados de variadas formas.

Al presidente de la citada agremiación había desencarnado un hijo de 22 años de edad, portador de una enfermedad incurable para la Medicina de entonces. Había desolación, mismo desespero entre los familiares, no obstante la fe espírita que deseaba serenarse. El presidente, Sr. D. B., sufría, mas, paciente y resignado, se volvía para Dios, procurando amenizar el sufrimiento de cuantos enfermos encontrase, en memoria del hijo.

Hacia cerca de seis meses que el joven desapareciera de este mundo, cuando, en aquella sesión memorable, tras los trabajos de rutina, Ernesto se presentó, levantando al médium, que dijo lo siguiente:

– ¡Hermano D. B., consuélate! Lo que acaba de pasar contigo y tu hijo fue apenas la rehabilitación moral y espiritual de ambos. Agradece a Dios las lágrimas que lloras. Ellas lavan tu conciencia. Tú hijo inicia una nueva fase para el progreso hasta Dios. No llores más por él, pues lo afliges con tus amarguras. Persevera, antes, en el bien y ama a los que sufren en la expiación de enfermedades incurables. Y ahora oye amigo mío, tu historia, la cual solo no verás también porque, de momento, no te podre facilitar l visión de las escenas que describiré, mas ellas existen en tu memoria profunda y comprenderás todo».

Ernesto continuo, con una oratoria conmovedora, rodeado de ocho fervorosos espíritas, concentrados, en un silencio de santuario, como debían ser las protecciones en los templos de iniciación del antiguo Oriente:

LA HISTÓRIA, TAL COMO ERNESTO LA

RELATO.

En la ciudad de Génova, a finales del Siglo XVIII, existía un titular de gran linaje, nada más nada menos que un Conde, poseedor de abultados bienes, casado con una Princesa, y cuyo orgullo era notorio, más respetado por cuantos lo conocían. No era propiamente malo.

Poseía hasta algunas buenas cualidades como, por ejemplo, el amor y la fidelidad a la propia familia y el respeto al deber. Era, no en tanto, hombre de su época, en cuyo corazón el sofisma y los preconceptos ultrapasaban todas las demás conveniencias.

Residía el Conde en una excelente villa, un palacio rodeado de suntuosos arbolados, frecuentado por altas personalidades de la aristocracia no solo de su ciudad como también de Roma, de Nápoles y otras importantes provincias del Reino. Eran famosas sus fiestas, cuyo esplendor repercutía hasta más allá de las fronteras de Génova.

Cuando se realizaban tales actividades, bandos de mendigos se pastaban en las inmediaciones, al pie de los carruajes de los invitados, con la esperanza de que uno u otro de esos hermosos Señores les arrojasen algunas monedas de plata, que en realidad no era poco común, pues los ilustres nobles se permitían aparentar sentimientos de piedad ante amigos, sentimientos que, en verdad, no llevaban en el corazón.

Los criados del Conde genovés, sin embargo, recibían orden de dispersar a los pobres a fin de que las inmediaciones del palacio no fuesen interceptadas por la miseria de ese puñado de desgraciados. Tal actitud es a menudo desarrollada aunque estaban seguros de que no tendrían éxito en la represión.

De entre los pobres mendigos, había también un leproso, frecuentador asiduo de las escaleras del Conde. Oculto, discreto, con el sombrero bajado hasta las orejas, las manos cubiertas por guantes ya desgarrados y cargados de polvo, el desafortunado nunca habló, limitándose a extender sus manos para recibir la espátula.

Un día sin embargo, se descubrió que se trataba de un leproso. El infeliz fue severamente advertido de que no debería volver a aquel local, bajo pena de recibir puniciones. Mas el enfermo se sentía bien a la vista de aquel esplendor y volvió, y fue expulsado con energía por un criado, que lo espantara con una bengala. Volvió una vez más, y nuevamente fue expulsado con bengalas.

Hasta que, cierta tarde, el propio Conde, desmontando de su caballo, después de la ronda habitual, antes del té, al ver la figura sucia cubierta con lepra, con el rostro desfigurado por repugnantes llagas, descendió de la propia dignidad de ser humano  y de cristiano: empuñó el látigo y expulsó al mendigo a latigazos. No satisfecho con este acto de crueldad y cobardía, presa de la indignación, envió dos perros de su manada de caza y los instó a seguir persiguiendo al pobre hombre.

Desesperado, miserable, abandonado por todos, despreciado por las propias autoridades, que no se interesaban por las desgracias de los ciudadanos de baja condición social; batido por todos a quien recurriese, suplicando piedad; Herido por las azotes, que agravaron las molestias de las heridas; la ropa rasgada por los perros, con el cuerpo inmundo expuesto al frio y a la contemplación del público, que de él huía aterrorizado, y sufriendo en el corazón la angustia del desespero… tres días después el pobre enfermo se arrojó al mar, suicidándose, jugando, así, liberarse del oprobrio en que vivía.

Pocos años después, murió también el Conde genovés, rodeado del cariño de la familia y de los honores concedidos a su posición social.

SIGUE ERNESTO

En todos los tiempos, la Humanidad ha prestado poca atención a los Diez Mandamientos de la Ley de Dios. No en tanto, ellos encierran toda la sabiduría del bien vivir, el secreto de la felicidad del hombre en la Tierra como en el más Allá.

La ley de Dios se resume, conforme todos nosotros sabemos, en los dos pequeños ensañamientos que prescriben:

Amor a Dios sobre todas las cosas, Amor al prójimo como a si mismo.

Si meditáramos en los Diez Mandamientos y los desarrolláramos, analizando su contenido moral y filosófico, en un mundo de argumentaciones y conclusiones salvadoras iluminará nuestros sentimientos, enseñándonos que la fraternidad, el auxilio mutuo entre los hombres, el socorro al sufridor, la protección al más débil, el respeto a los derechos del prójimo, la consideración a su persona son compromisos de la misma Humanidad para con su Creador, contenidos en aquellas recomendaciones lacónicas, compromisos que, cuando son observados, nos eximirá de terribles amarguras en el porvenir.

Nuestra vida diaria eso mismo demuestra a cada paso, y, cuando en el Más Allá, viviendo la existencia espiritual, cada delito practicado contra a Ley Suprema, a la que también llamamos Decálogo, repercute de tal forma, insoportable y dolorosa, en nuestro ser espiritual, que el deseo de la reparación del mal cometido contra ella nos impele a un rescate inevitable. Entonces, en lágrimas, nuestro ser espiritual suplica el deseo propicio al trabajo de reparación de la falta cometida. Un nuevo estado de reencarnación se delinea a nuestro futuro.

El punto capital a ser reparado ocupa en nuestra consciencia, como si trazando en imágenes de fuego ante nosotros. Una especie de auto sugestión, de hipnosis voluntaria se nos impone con vistas al futuro.

Tornaremos a vivir la existencia terrena… y entonces practicaremos contento el mandamiento que, en el pasado, dejamos de observar.

Fue lo que se verificó con los dos personajes anónimos que presentamos, anónimas, aunque reales, o sea, el Conde genovés y el leproso que se sentaba a su puerta, esperando migajas de su superávit.

Una vez en la vida espiritual, el mendigo se reconoció culpable delante de Dios, porque culpable ante Su Ley, en vista de la falta cometida contra si mismo, en un momento de desespero: el suicidio. No amándose a sí mismo, se odio y se mató, tampoco amo a Dios, porque no respeto Sus Leyes.

No solo sintió que continuaba existiendo sino que además se reconoció aun atormentado por los reflejos mentales de la enfermedad de que se deseara liberar a través del recurso de la muerte voluntaria. Infringiera aun el Mandamiento, que prohíbe matar; infringiera el Mandamiento Supremo, que recomienda amar a Dios sobre todas las cosas, y los infringiera en uno de los aspectos más dramáticos, revelándose contra el Creador y odiándose a sí mismo, pues quien se suicida ofende a Dios y se ofende a si mismo.

Vio que aquella lepra que le corroía el cuerpo carnal era el camino redentor que le granjearía tranquilidad, honra y alegría en el futuro, camino donde borraría terrible pasado de crímenes contra el amor debido al prójimo, reviendo en si mismo la culpa de, en etapas pasadas reencarnarías, haber podido socorrer enfermos y aliviar sufridores de toda especie y negarse a hacerlo por mera indiferencia y criminal egoísmo. Y que, ahora, como leproso que era, expiaba padecimientos idénticos a los que otrora dejara de aliviar, a pesar de que sus días estaban contados en la Tierra cuando buscó la liberación a través del suicidio: dentro en breve, retornaría a la Patria Espiritual redimido del oprobrio que arrastraba y ya cargando méritos para nueva fase de progreso edificante y constructivo, sin lágrimas o sacrificios.

Ahora, sin embargo, aplastado por el suicidio, no sólo sufrió sino también estaba convencido, desolado, de que era urgente volver a la existencia vida terrenal para concluir el tiempo que le quedaba de vivir en la expiación necesaria; y, en lágrimas, oro, rogando al Eterno nuevo cuerpo material igualmente afectado de lepra, a fin de concluir la prueba interrumpida por el suicidio.

Mas, Dios no quiere la muerte (desgracia) del pecador y si su conversión al bien, y, por eso, un día, oyó de sus mentores espirituales la siguiente advertencia:

«Obtuviste méritos ante Dios por lo mucho que sufriste de abandono, olvidados de todos, humillado y despreciado por la sociedad.

Tendrás otra oportunidad, sí, pero te apoyará un hogar presidido por el Amor. La lepra existirá todavía, porque vivirá en vuestra conciencia hasta que la culpa sea superada redimiendo los errores una vez cometidos contra las leyes divinas, pero el mérito ya adquirido disminuirá poderosamente sus efectos».

Por su vez, el Conde genovés, desencarnado, sabedor de lo sucedido al mendigo que se colocaba à su puerta y era torturado, se llenó de remordimientos al reconocerse culpable por el suicidio del mismo. No era, realmente, un mal carácter, más si un hombre en quien el orgullo y el respeto humano sofocaban las delicadas inclinaciones del bien.   Puesto al frente del infeliz, en el Más Allá del Túmulo, el cual no cesaba de llorar sobre la propia desventura de retornar aun a la Tierra aun flagelado por una enfermedad incurable, mezcló sus propias lágrimas con las de él, le pidió perdón por la ofensa antaño   cometida, reconoció que su deber ante Dios y el prójimo, sería acoger al mendigo, cobijarlo en un hospital, en alguna casa de caridad donde pudiera vivir por lo menos al abrigo de la miseria, y deliberó reparar la falta cometida. Oro, pues, el también, al Creador Eterno, abrazado al Espíritu del antiguo mendigo:

«¡Padre y Creador Todo Poderoso! Me ofrezco a ti como padre terrenal que diste a quien ayer expulsé de las escaleras de mi palacio. Voy a reparar la falta comprometido, Señor! Te amaré mucho, haré todo lo posible para aliviar tu ¡prueba!»

La súplica fue oída y aprobada la pretensión, pues es sabido que las leyes de Dios determinan que los hombres sean instrumentos de socorro unos de los otros y que resoluciones de ese tenor deben ser tomadas por nuestro propio libre arbitrio y no impuestas por Ley.

El Conde genovés reencarno esa vez en Brasil, patria acogedora de los mártires de los propios pecados. En ocasión oportuna reencarno el mendigo como su hijo primogénito, fruto de un consorcio fundamentado en el amor sincero.

Era un lindo niño piel blanca y suave, pelo rubio, sonriente, amable, cuyos ojos dulces, de un azul brillante, retrataban el anhelo de caricias y afectos que dominaban su alma. Su padre lo amaba profundamente, era celoso de su bienestar, y fue él mismo quien enseñó el balbuceo de las primeras palabras y el ensayo de los primeros pasos. Y la madre, afectuosa y delicada siempre, se reconocía feliz ante el cuadro que le ofrecían aquellos dos seres tan amados, que se parecían querer con un amor singularmente profundo, y cierto inspirado en el propio amor de Dios.

Al llegar, sin embargo, a los tres años de edad, el niño presento, cierta mañana, la cara excesivamente roja. El síntoma progresó en los días subsiguientes, y las caras, manos, brazos, piernas ahora parecía estar teñido de un color violeta, y luego un extraño sarpullido se extendió por el dulce cuerpecito, una vez suave y aterciopelado como pétalos de rosas, castigando preferentemente el rostro.

Rápidamente las pústulas, tornándose como que en escamas blanquecina para, de nuevo, mañana, otra carga eruptiva brotar, martirizando al niño y desolando a los padres, que no sabían qué hacer para curar al niño.

Todos los médicos de la localidad fueron consultados y especialistas de enfermedades de sangre y de piel de dos capitales opinaron mil suposiciones, sin que ningún diagnostico positivo fuese levantado.  Se diría un mal originario de algún virus Marítimo, cualquier cosa maléfica más ignorada, que el Océano posee en sus misteriosas entrañas, capaz de imprimir en la mente, en el fluido que envuelve los cuerpos materiales, en el sistema nervioso, en la sensibilidad plástica del cuerpo espiritual de aquellos que, no respetando la Ley del Creador, procuran la muerte física voluntariamente, dando el propio cuerpo sus aguas, sus maléficos estigmas.

El niño creció, se tornó hombre, más el mal proseguía inalterable, sin cualquier mejoría, lento, martirizante, decepcionante.

A ese tiempo, sin embargo, padre e hijo habían obtenido gran reconforto en el estudio y en la práctica de la Doctrina de los Espíritus. A fin de intentar la cura del hijo, el padre, hacía mucho, recurriera al Espiritismo. Le fue declarado, entonces, por la palabra consoladora de un amigo espiritual, que el mal era incurable que la sede de ese mal era el periespiritu, que se trataba de la herencia de pecados cometidos en encarnaciones anteriores y agravadas con el error del suicidio, más que, tras la expiación, horizontes felices se descubrirían para ambo, radiando, entonces, la aurora de la redención general…

El joven E. desencarnó a la edad de 22 años, sin haber obtenido jamás la cura de su enfermedad, que la Medicina fue incapaz de sofocar, – no obstante los sacrificios de sus padres, que intentaron todo para verlo sanado, como debería ser. Obtuve no en tanto, la cura moral conciencial  del propio espíritu, redimido que fuera, por el dolor de la prueba irremediable de los errores de vidas anteriores, siendo, hoy, ardoroso servidor de la causa de Jesús, como Espíritu errante.. En cuanto al padre… sabes quienes, mi querido hermano D. B. Enjuga pues tus lágrimas. No existen razones para ellas…

Ernesto se calló, abrazando, enseguida, los compañeros reencarnados, que lloraban alrededor  de la mesa.

En cuanto a D. B., vivió aun muchos años, fue servidor del Bien, fundador y director de casas de amparo a viejos y mendigos, fecundo orador espírita que sabía exponer con ardor y nobleza los grandes temas de la Doctrina de los Espíritus, capaces de consolar, dirigir y redimir aquellos que, reencarnados, trajeron en la consciencia la herencia de antiguos errores contra la Ley de Dios…

CONDENA EN LA PLAZA PUBLICA DE LA SERIE BECERRA DE MENESES

CONDENA EN LA PLAZA PÚBLICA

De la serie Becerra de Meneses

Libro: Historia de un sueño

Se agitaba la masa, impaciente por la demora de la expectante ejecución. El regreso del agente, sin traer consigo al condenado, fue un descontrol general. Si un pueblo civilizado, o que por tal se tiene, deja sus más urgentes intereses para ir a la plaza pública a recrear la vista con el espectáculo de una ejecución, de la decepción de un jefe o de un semejante, ¿qué esperar de personas completamente estúpidas como las de venus?

¿Qué lleva a esta multitud a la plaza, que se anima en el esfuerzo de ver un ser humano, lleno de salud y de vida, para acabar, en un momento, en manos del verdugo, por la soga o por la guillotina?

¿Será el sentimiento de piedad, de amor al prójimo que os congrega, para acompañar, con sus oraciones, al espíritu que se desprende?

No, no es sentimiento humano alguno, es curiosidad ferina, son instintos bestiales, que protestan contra sus adornos de civilización.

En que difieren las ejecuciones de los circos de las que se hacen en nombre de la ley?

Únicamente en que se llama aquello barbarismo y a esto, justicia, pues es más indigno llamar de justicia un acto de la más requintada barbaridad. Las del circo tenían el atenuante de no conocer la ley del amor, que los de la fuerza y de la guillotina que solo saben pisotearlas bajo los pies. ¡Mientras que, en nombre de la ley social, se dé el escándalo de los asesinatos oficiales, no se diga, por el amor de Dios, que existe civilización! La civilización sólo existirá cuando y donde las leyes pretendan castigar al criminal, corrigiéndolo y no reteniéndolo en las prisiones de sus sentimientos condenables.

El pueblo de Venus estaba en su puesto, esperando atentamente la ejecución del Príncipe. El señor había anunciado el espectáculo, ¿por qué no ansiarlo por él? Estaba, pues, en su puesto, aguardando la realización de la promesa del jefe y señor. Mientras esperaba, se distraía, formulando conjeturas sobre la demora de ese acontecimiento y, principalmente, sobre el hecho inexplicable de la partida del gran agente a la prisión del condenado y su regreso de allí. Iban y venían, como pompas de jabón, explicaciones sobre explicaciones, cada cual más alejada de la verdad. Y ese es el regalo especial de las reuniones populares en todo momento y en todas partes. El regalo es impersonal, pero las reuniones son personales, hacían una mayoría potente.

. Se podría decir que no dejan de crear, y nada de lo que crean tienen condiciones de viabilidad. Entretanto, el pueblo detiene el instinto de la verdad en todas las realizaciones, de modo que, sin saber cómo ni porque, corren a la nata popular cosas sobre Las Cuales nadie individualmente conoce.

El sol ya se acercaba a su ocaso diurno, y las sombras de lo más alto de la montañas se extendían hacia los valles de la parte oriental, cuando un susurro, que como una ráfaga lejana, brotó del seno de la masa popular y fue elevándose en un diapasón, hasta fusionarse con el estruendo de un trueno o una cascada próxima.

A ese ruido, que se puede llamar la aspiración de la masa popular, siguió un silencio absoluto, como si todas aquellas criaturas hubieran, al mismo tiempo, caído en catalepsia. Esto es lo que sucedió cuando la gran puerta de la vivienda del cacique y éste apareció acompañado de todos sus servidores.

— ¡Es él, ahí viene él!

El jefe, sin atender, hasta mismo sin percibir a la multitud, paso en silencio a través de ella y se deslizó en la cueva, donde estaba la tenebrosa prisión del Estado.

¡Ahora no falla! — murmuro con gran voz aquel pueblo. — ¡Ahora tenemos infaliblemente la fiesta! Es una pena que ya sea demasiado tarde para apreciar el espectáculo en todas sus vicisitudes. ¡No importa, lo esencial es que el venga! Y cada uno, preguntándose dónde sería el lugar de la ejecución, buscaba el lugar mejor para ver el éxito brillante. Hubo una agitación infernal en el seno de la gran masa, como las moléculas de agua de un pequeño lago girarían de repente, cayó un rayo. Todos acomodados, se podía ver esa masa compacta, con los ojos fijos en la entrada de la cueva, por donde el debería salir el lúgubre y, por eso mismo, suspiraba el cortejo. 

Allá dentro, donde el padre fue a tener con el hijo, no se podía oír lo que dijeron. Lo que se veía era a la comitiva fuera de la cárcel, en la cual penetro únicamente el jefe.

Impávido y señorial, el joven condenado se levantó, los dos intercambiaron palabras por algún tiempo y, finalmente, se entrelazaron en un abrazo, que se puede decir largo, grande y profundo. Esta es la escena visible a los ojos corpóreos, otra mucho más conmovedora se ofreció a sí mismo a los ojos espirituales.

La angosta y tenebrosa juntura, donde los dos creían estar solos, se ensanchó hasta el infinito, sin paralelos ni límites. Una luz tan clara como la nieve que cubre las cumbres de los Alpes o de los Andes inundaban los inmensos espacios. Una multitud, millones de veces más numerosas que los que esperaban afuera el sangriento espectáculo, se acercaban dos hombres que se habían abrazado, arrojándoles unas flores tan bonitas, tan aromáticas a los que el olfato humano no puede aspirar. Yo lo vi y exclamé fuera de mí:

¡Dios mi Dios!

La buena mujer, que fue el instrumento de tan auspicioso resultado, en la sonrisa que se le desprendía de los labios como ondas de luz, en lágrimas que le vertían de sus ojos como perlas que la nieve oscurece, abría  el seno angelical a los efluvios celestiales, para, en el colmo del más puro sentimiento de gratitud, exclamar:

– ¡Dios mío Dios!

Se rompe el cortejo de la prisión. Frente a la comitiva real, que todo desconocía, el padre y el hijo se trataban uno al otro como si nada hubiese pasado en dulce y amorosa harmonía como siempre vivieron. El pueblo expandía la fisonomía como la bestia abre sus fosas nasales al olor de la sangre, que es su supremo deleite. El cortejo, sin embargo, procede, majestuoso y solemne, a la morada real, donde penetró y se perdió de las vistas de la multitud.

Nadie comprendía el estupendo hecho, nadie lo creía aun mismo que él hubiese ocurrido. Ni no fuese por una copiosa lluvia, que, sin presentirla, cayera sobre ellos, los pobres seres, aun hoy, estarían firmes como estacas, aguardando, en la plaza, el sublime espectáculo. Aquella providencial orden la disolución fue, por tanto, la razón por la que entendieron que todo estaba perdido.

Al día siguiente, apareció la ordenanza real, extinguiendo las clases y consagrando el casamiento del príncipe.

COLORES VERDADEROS JOSÉ CARLOS DE LUCCA

Sus habilidades son tan ilimitadas como las de Dios, porque usted es una porción distinta de la esencia de Él.

Wayne W. Dye

Simples Assim, EKO

COLORES VERDADEROS

José Carlos de Lucca

Libro: Cura y Liberación

Muéstrame una sonrisa No seas infeliz, no recuerdo La última vez que te vi sonriendo Cuando este mundo te vuelve loco y has aguantado todo lo que puedes aguantar Llámame, porque sabes que yo estaré aquí.

Y yo veré sus colores verdaderos brillando. Yo veo sus colores verdaderos, y es por eso que te amo. Entonces no tenga miedo muéstralos. Sus colores verdaderos, colores verdaderos son lindos como un arcoíris.

Trecho traducido de la canción True Colors de Phil Collins

(http://www.vagalume.com.br/phil-collins/true-colors-traducao.html).

Aprecio mucho esa canción de Phil Collins. La melodía es bella y la letra me inspira sentimientos profundamente suaves y amorosos.

Rescatan lo mejor que tengo en mi. Rescatan mis colores verdaderos que, a lo largo de la vida, quedaran desvanecido por los dolores que me hirieron y que me trajeron una visión distorsionada de lo que realmente soy. Creo que a menudo nos parecemos una acuarela descolorida por el pincel del sufrimiento. Yo quiero inmensamente poder ayudarlo a rescatar sus colores; sus colores verdaderos.

No esa preocupación gris plomizo que te deja con el ceño fruncido y que solo aumenta el peso de tus tormentos.

No esa rabia morada que acaba de arruinar el sistema nervioso y lo hace aún más fuera de control.

No ese blanco de pavor resultante del recelo de enfrentar la vida y que lo torna cada vez más temeroso.

No ese amarillo de vergüenza por aun no haber llevado adelante sus sueños y que lo deja desmotivado.

Yo quiero traer de regreso sus colores verdaderos. Los colores con los cuales Dios lo creo en un momento de amor profundo. Dios no crea al por mayor. Dios crea al por menor; hijo por hijo.

En el momento en que usted fue creado, Dios sonreía y pensaba amorosamente solamente en usted.

Cada uno de nosotros es una obra rara, inigualable, porque somos diferentes unos de los otros. Usted no es igual a nadie y nadie igual a usted. Por eso usted es muy especial. Y solamente Dios podría crear de esa manera tan especial, creativa, amorosa. Cuando Dios crea, Dios ama, y, cuando Dios ama, solo algo muy extraordinario puede acontecer.

Este versículo del Salmo de David expresa muy bien ese sentimiento:

¡Gracias te doy por la manera extraordinaria como fui criado!

¡Pues tú eres grandioso y maravilloso! Sí, mi alma lo sabe muy bien.32

Su alma debe saber de eso, y yo estoy aquí para recordarlo si usted olvido la mayor verdad sobre su vida: usted fue creado de manera extraordinaria. Es obvio, entonces, que usted es  extraordinario y su alma no puede olvidar eso jamás. Usted tal vez este sintiéndose inferior, enfermo, rechazado, fallido, descalificado, incompetente, mas nada de eso corresponde al que de hecho usted es. Las imperfecciones son estados temporales de nuestra ignorancia espiritual. Usted no es una pieza defectuosa que salió de las manos de Dios. Usted es una pieza extraordinaria, única, especial. Talvez la mayor crueldad que podemos hacer con nosotros es olvidar la verdad de lo que realmente somos. Esa es la ignorancia que aún tenemos sobre nosotros mismos. Jesús también se preocupó con esa cuestión y procuro también rescatar nuestros colores verdaderos:

Vosotros sois la luz del mundo. Una ciudad edificada sobre un monte no puede ser escondida. Igualmente no se enciende una candela para colocarla debajo de un cesto. Al contrario, se coloca en el velador y, así, ilumina a todos los que están en la casa. Así dejad vuestra luz resplandecer delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos.

Jesús dice que usted es la luz del mundo. ¿Ya pensó en lo que eso significa? Usted tiene luz suficiente para iluminar el mundo. Muchas personas ya experimentaron esa fuerza extraordinaria y transformaron el mundo con la luz interior que cargaban dentro de sí.

Recordaría aquí apenas de algunos iluminados conocidos: Son Francisco de Assis, Madre Teresa de Calcuta, Hermana Dulce, Francisco Cândido Xavier, Thomas, Alva Edison, Alexander Fleming, Albert Einstein, Louis Pasteur, Mohandas Gandhi, Ludwig van Beethoven, Leonardo da Vinci, Charles Chaplin y Martin Luther King Jr. Todos ellos mostraron sus colores verdaderos al mundo.

Más lo que deseo recordarle es que nombre también puede estar en esa lista. Dios no nos hizo de materia diferente de las personas que yo mencione. Dios no tiene seres especiales en la creación, además, yo diría que todos somos especiales para Dios. Usted es especial, extraordinario, y talvez este precisando despertar de la pesadilla de llamarse mediocre e inferior. No apague su luz. Los otros talvez intenten hacer eso con usted, es inevitable. Quien no enciende la propia luz vive procurando apagar la luz del otro. Mas usted no puede hacer eso consigo mismo, no puede descolorir la propia acuarela, no puede apagar-se.

Jesús enseña que la vela no puede quedar debajo del celemín ella tiene que ser colocada en el velador para iluminar a todos los que están en la casa. Nuestra luz interior puede estar debajo del cesto del complejo de inferioridad, del cesto repleto de creencias negativas sobre nuestros talentos y capacidades.

Saque su luz de ese cesto y póngala bien alto, déjela resplandecer ante los hombres como enseña Jesús. El mundo precisa de su luz, precisa de usted, y solamente seremos felices cuando nuestra luz este brillando, vale decir, cuando movamos nuestras fuerzas en la realización de los talentos que Dios concedió a cada uno de nosotros.

No deje que el dolor y el sufrimiento apaguen su luz. Sepa, antes, que es su luz brillando quien va a sacarlo del sufrimiento.

No permita que una simple lágrima de tristeza torne a usted triste para el resto de la vida.

No deje que una derrota lo transforme a usted en un derrotado.

No admita que un error lo condene a la prisión perpetua de la culpa.

No consienta que la desilusión amorosa lo deje desilusionado para siempre.

No acepte que la traición de un amigo lo aparte de todas las amistades de su vida.

No permita identificarse con el problema que lo aflige.

Usted no es su enfermedad, no es su error, no es su fracaso, no es el rechazado, no es el traidor, usted no es nada de eso.

Acuérdese de lo que usted es, piense en sus colores verdaderos, en su luz interior. Usted ya manifestó en algunos momentos de su vida, principalmente en la infancia. Recuerde a aquella criatura linda, despierta, alegre, creativa, sonriente, saludable, espontanea, en fin de aquella criatura que a donde llegaba arrancaba la sonrisa de los otros.

Todo eso aún está dentro de usted. Traiga eso para hoy, traiga esa criatura para iluminar sus días tristes. Solamente la luz disipa las tinieblas. Usted no conseguirá salir del sufrimiento si no estuviera sintiéndose bien consigo mismo. Rescatar sus colores genuinos y el primer paso para salir del fondo del pozo.

¿Hace cuánto tiempo usted no sonríe? No me diga que no tenga razones para eso, si las tiene. Usted es el motivo, usted es aquel ser extraordinario que Dios concibió en un momento de profunda belleza y alegría. Dios no lo hizo triste, enfermo, feo, incapaz. Usted es que se ve así. Usted está bajo el maleficio que se lanzó a sí mismo.

Y yo ahora, en nombre de las fuerzas divinas que actúan en el universo y que me inspiran fuertemente esas palabras, estoy sacando ese hechizo de su vida, trayendo de regreso sus colores verdaderos.

Estoy haciendo eso porque, de alguna forma, yo te amo, y siento cuan profundo es el amor que Dios tiene por usted.

Lo que estoy aquí diciendo para usted es para que no tenga miedo de mostrar su luz.

El mundo precisa da sus colores verdaderos, yo preciso de ellas también. Por favor, no nos deje sin la belleza de sus acuarelas. Muestre el verde de su esperanza, el azul de sus más bellos sentimientos, el amarillo de su riqueza, el blanco de su paz, el dorado de su fe y el rojo de sus garras. Si es posible, oiga esa bella canción de Phil Collins, tengo certeza que Dios estará cantando para usted:

Sus colores verdaderos, colores verdaderos

Son lindos como un arcoíris.

SALUD MENTAL MERCHITA

SALUD MENTAL

La salud mental es la parte de la salud general a la que a veces no prestamos la atención necesaria. Solemos atender más a la salud física y como consecuencia pueden aparecer algunos problemas.

El equilibrio no significa evitar conflictos. Implica la fuerza para tolerar emociones dolorosas y poder manejarlas. (Melania Klein)

El hombre puede mantener el equilibrio de su salud vital a través de la alimentación, de la respiración del aire puro y, por encima de eso, manteniendo una conducta mental sana.

Todos emitimos y desprendemos fluidos que son característicos de cada uno, es como decir que todos tenemos un perfume especial, que nosotros no observamos, pero que los espíritus sí, incluso los que nos conocen bien también entrevén.

“Los malos pensamientos corrompen los fluidos espirituales, como los miasmas deletéreos corrompen el aire respirable”

El pensamiento ejerce una poderosa influencia en los fluidos espirituales modificando sus características básicas. Los buenos pensamientos les imponen luminosidad y vibraciones elevadas que causan confort y sensación de bienestar a las personas que están bajo su influencia.

Las enfermedades, sean las que sean, son estados anómalos  del espíritu, que las exterioriza en el cuerpo  como un hecho depurador que se le hace necesario, con el fin de equilibrarse delante de la Vida Activa  de la cual procede y en la que se encuentra.

Los malos pensamientos provocan alteraciones, malestar, sensaciones contrarias a las que hemos mencionado. Los fluidos quedan oscuros y su acción provoca malestar físico y psíquico.

En la atmósfera fluídica se asocian seres desencarnados con tendencias morales y vibratorias semejantes. Por esta razón, los Espíritus Superiores recomiendan que nuestra conducta en las relaciones con la vida, sea lo más elevada posible. Una criatura que vive entregada al pesimismo y a los malos pensamientos tiene alrededor de si una atmósfera espiritual oscura, a la cual se aproximan Espíritus enfermos. La angustia, la tristeza y la desesperación aparecen, formando un cuadro físico-psíquico deprimente, que puede ser modificado bajo la orientación de las enseñanzas morales de Jesús.

Es importante que empecemos a analizar que emitimos, que se desprender de nosotros. Y cuando no nos encontremos en condiciones, procuremos salir al campo, y tratar de ponernos bien, para no causar malestar a nuestro alrededor. Hemos de procurar reequilibrarnos, buscando en el médico o en los compañeros el desahogarnos. Al igual que nos libramos de los hombres ignorantes huyendo de ellos, nos podemos liberar de los malos fluidos de los espíritus malos oponiendo buenos fluidos, y como cada uno lleva consigo en su periespiritu una fuente fluídica permanente, el remedio está en sí mismo.

La enfermedad del alma, es mucho peor que la del cuerpo. Por eso a estas alturas sabemos que El Evangelio es el Pan del Cielo, enviado a las personas hambrientas de Amor y de Paz. Todos debemos amarnos, ser amigos unos de los otros, utilizando todas las energías  en conversaciones sanas, donde quiera que estemos, acordándonos siempre de la advertencia de Jesús, cuando asevera: “Vigilad y Orad”. Nunca entréis en discusiones  improductivas, ellas dividen lo que debe estar unido para servir mejor que siempre procuréis estar unidos por la fuerza del deber y de la oración estimulándoos unos a otros, sin olvidar que no estamos pisando flores, sino que estamos siendo educados y gracias a Dios respiramos el clima de la fraternidad.  Todas las fuerzas que necesitamos para llevar adelante la adversidad proceden de Dios y de Cristo, por las vías del propio corazón.

Hemos de procurar espiritualizarnos transformando nuestras armas en arados útiles para el bien y la paz, el bienestar se generalizaría a nuestro alrededor, porque la propia naturaleza hará el trabajo de limpieza y de elección.

Sin olvidar que el dolor se impone como instrumento de reajuste y resarcimiento, en el impositivo de los procesos cármicos y redentores, para el espíritu emancipado, cuando reencarna en misión en la Tierra, sirve de muralla protectora, ante las llamadas inferiores de la materia.

Sin salud mental no hay salud, por lo que es importante cuidarla pues en ella radica la capacidad para pensar, manifestar sentimientos, interactuar con los demás, disfrutar de la vida…

Merchita

EXTINGUIENDO EL MAL CON EL BIEN

EXTINGUIENDO EL MAL CON EL BIEN

De la colección Becerra de Meneses

Libro: Historia de un Sueño

Había en mi alguna cosa que me distraía de las ocupaciones habituales, siempre queridas, y ahora sin mayor sabor. Yo tenía una vaga intuición de que algo fuera de mi entendimiento hominal me preocupaba y producía aquella distracción. ¿Cuantas veces nos acontece caso igual, sin que todo nuestro saber, todo el saber humano pueda de lejos explicar? Yo estaba preso al cuadro que estudiaba, mientras estaba desprendido, mi desprendido, y mi ser mixto nada sabía, porque no siempre se da para recibir todas las impresiones.

— Ve; estudia y aprende—decía el guía.

En la morada del furioso jefe, instigado por el cruel enemigo del hijo, para mortificarlo, todo era desolación, porque todos allí amaban al mozo condenado. No hubo ruegos y suplicas que ablandasen la furiosa rabia del enojado tigre. Al contrario, se diría que eran aceite echado al fuego, porque cuanto más le hablaban en la compasión, más se exaltaba en el perverso deseo que le parecía delicioso néctar.

Los espíritus atrasados sienten placer en el mal. El gozo de los buenos es inherente a la naturaleza de sus alegrías. La de aquellos es de impresión desagradable, de amargura que, si no le hecha valor, no deja de perturbarlo.  Es bebida tomada a temperatura que quema la cara. La de estos es filtro incomparable, que da al alma sentimientos tan dulces y suaves que embriagan sin mezcla de acidez. Y un canto divino del paraíso.

El poderoso jefe sentía, pues, el gozo de aplastar al desgraciado que había deshonrado su nombre, pero ese placer tenía un sabor amargo, tenue como el rayo del sol en las tinieblas. Allí, en lo más hondo, subsistía, aunque casi adormecido, el sentimiento de paternidad, que, en los mismos brutos, ejerce más o menos imperio. ¡El miserable que manchara su nombre era su hijo! Mientras el espíritu de las tinieblas sopló su orgullo y vanidad, para hacer de él un instrumento de su venganza, el espíritu de la luz, aquella mujer enviada por el ángel de la misericordia, agitaba y alentaba, con sus fluidos, los restos adormecidos del amor paternal.

En la lava del primero, militan todos los instintos feroces de esa naturaleza atrasada. A favor del segundo, sólo hablaba el sentimiento, aunque todavía tosco, que asentaba su trono en todo corazón animal. Sobre todo, sin embargo, estaba la misericordia del Altísimo.

Ya se preparaban los instrumentos del martirio; el programa de la tremenda ejecución estaba formulado, no faltando siquiera los nefandos agentes. Faltaba apenas que fuese dada la orden por quien realmente tenía el poder de darla. Todos aguardaban el momento, fatal para unos, y feliz para la multitud que ama las grandes escenas. Y el tiempo pasaba, y el jefe no se movía. Un fisionomista descubriría que el alma dañada de aquel hombre estaba perpleja, ya no tenía más la decisión de la primera hora.

Ya era alto el sol, el calor ahogaba a la gente aglomerada en la plaza, todos los ojos fueron colocados en la casa del cacique, más esta   permanecía cerrada y nadie de ella salía. ¿Qué era aquello? ¿Qué pasaba allí? Era la lucha del bien y del mal, del espíritu de las tinieblas y del espíritu de la luz, como sabemos. Entre su orgullo, que reclamaba un resentimiento atronador, y su amor, que le susurraba la palabra clemencia, el desgraciado jefe, al principio todo furia, se debatía ahora con el sentimiento de la piedad. La lucha era tremenda cediendo ahora a uno, ahora a otro, pero no pudiendo decidir por uno u otro. En ese momento, el instigador del mal fue retirado y el del bien se retiró espontáneamente, de modo que el desdichado sería libre de tomar resolución definitiva. Ya era demasiado haber experimentado el sentimiento de amor y alcanzado la completa ausencia de la influencia maléfica.

— Dios se compadezca de ti decía la angélica mujer, al retirarse y tu guía te sugiera una resolución salvadora.

De repente, se vio salir de la Casa Real uno de los más graduados agentes del jefe, que fue directo a la cárcel del príncipe.

— Va a buscarlo; no tarda la ejecución – murmuraba toda la gente.

Aconteció, sin embargo, que el agente, en pocos segundos, volvió solo y fue directo a la casa del jefe. Este, sintiéndose propenso a la clemencia, para asombro de si mismo, mas no pudiendo sofocar su orgullo, resolvió mandar al condenado su perdón, bajo la condición de que rompiera los lazos con la vil mujer que desposara.

Ambos cederían, y la paz se restablecería.

— Prefiero morir, llevando conmigo el recuerdo impoluta de mi desgraciado amor, a vivir, teniendo en mí, siempre incandescente, el fuego del remordimiento y la llama del mayor desespero.

A esa respuesta, la furia del hombre subió al frenesí y tres veces abrió la boca para dar la orden fatal, más la calma y el bienestar que sintió, juzgando terminada la cuestión sin el sacrificio del hijo, moderaron el asombro. Con una perturbación indescriptible, se recogió a su aposento particular y se dejó caer al lecho, como embriagado. Estuvo horas sin pensar, sin consciencia de si, hasta que, pasada la crisis, comenzó a reflexionar.

¿Ceder todo?! Imposible, seria villanía. ¿Mas… el también cedería todo, porque no es hombre de temer la muerte, quién sabe?

Talvez él tenga razón, sea un error considerar desiguales a los hombres por su nacimiento. Mi hijo no es un indigno y si el se liga a una mujer inferior por el nacimiento, es que esas diferencias no tienen razón de ser, son faltas de nuestros antepasados, más atrasados que nosotros. El ve mucho más de lo que yo y, por tanto, en vez de abrazarme con los míos del pasado, antes, abrazarme con él, que es

Hombre del futuro. ¿Ya no he adoptado su enseñanza de que todos los hombres son iguales ante la ley? ¿Por qué no adoptar la opinión de que no hay nadie superior o inferior por nacimiento, que no depende de la propia voluntad? Y es como él piensa que yo siento

K|§ Me condené a mí mismo condenándolo a él —continuó el padre— pero… Repararé el mal que hice, lo llamaré a mí, consagraré su acto, extinguiendo las clases en mi imperio y proclamando el gran principio que él ha revelado al mundo, el de la igualdad de todos en todas las relaciones sociales. ¡Oh! ¡Qué bien me siento! Esta, por lo tanto, todo resuelto: Yo mismo voy a buscar a mi hijo y pedirle que perdone el mal que le ha causado.

La nube negra que envolvía el cerebro de aquel hombre se derritió como la escarcha, al calor de los rayos del sol, tal es el efecto de toda buena resolución. Serena y dulce paz, la alegría se extendió por todo su ser. La mujer angelical, que asistía al condenado, sintió la buena resolución, que sólo podía atribuir a la misericordia de Dios y, en un éxtasis de humildad y gratitud, dio gracias al Padre que está en los cielos, que siempre escucha con amor las oraciones ungidas de las almas de sus pequeños hijos.

EL ESPÍRITU DE LOS NIÑOS IVONNE PEREIRA FRANCO

ESPIRITU DE LOS NIÑOS

Ivonne Pereira

Libro: Canticos del corazón (II parte)

«Que sucede al Espíritu de una criatura que mueren edad temprana?

– Recomienza otra existencia.»

(«El Libro de los Espíritus», Cap. 5, pregunta 199 – a).

La suerte de los niños después de la muerte es un tema que interesa profundamente a cualquier adepto del Espiritismo. No todos, no en tanto, son dedicados a los estudios de base doctrinaria y, por eso, se pierden en conjeturas y suposiciones frecuentemente erróneas. Tienen entonces, el tema de la suerte de los niños desencarnados a merced de variadas suposiciones, provenientes, muchas veces, de manifestaciones apócrifos de supuestos espíritus de niños, manifestaciones que antes confunden en lugar de esclarecer el palpitante detalle doctrinal. A ese respecto, un amigo nuestro, dedicado al estudio y a la observación de la Doctrina Espirita nos hizo las siguientes preguntas:

1. ¿Por qué los Espíritus de niños desencarnados continúan niños en el Espacio?

2. ¿Cuáles son las finalidades?

3. ¿Cuáles son las razones para continuar siendo niños?

4. ¿Continúan siendo niños hasta la próxima encarnación o van desenvolviéndose hasta llegar al estado adulto?

Veamos:

Conforme a las instrucciones de «El Libro de los Espíritus», cuestiones 197, 198 y 199 y también según la enseñanza de auténticos mentores espirituales (también están los supuestos mentores espirituales, apócrifos, mistificadores, inepto), el Espíritu del niño no es infantil, y si, la reencarnación de un Espíritu que tuvo otras existencias en la Tierra o en otras partes del infinito. Algunos, sin embargo, son más maduros, más desenvueltos que otros, según el grado de la propia evolución espiritual, numero de encarnaciones progresivas, numero de experiencias, etc. Así se expresan los Espíritus Instructores consultados por Allan Kardec, en «El Libro de los Espíritus»:

– ¿Puede ser tan avanzado como el de un adulto el Espíritu de un niño que murió a una edad temprana?

«Algunas veces él es mucho más, por cuanto puede darse que haya vivido mucho y adquirido mayor suma experiencia, sobre todo si progreso.” 

a) ¿Puede entonces el Espíritu de un niño ser más adelantado que el de su padre?

«Eso es muy frecuente. ¿No lo veis vosotros mismos tan a menudo en la Tierra?

– ¿No habiendo podido practicar el mal, el Espíritu de una criatura que murió en temprana edad pertenece a algunas de las categorías superiores?

«Si no hizo el mal, igualmente no hizo el bien y Dios no lo exime de las pruebas que tiene que sufrir. Si es un espíritu puro, no lo es porque sea apenas un niño, más si porque haya progresado hasta la pureza».

– ¿Porque tan frecuentemente la vida se interrumpe en la infancia?

«La corta duración de la vida del niño puede representar, para el que lo animaba, el complemento de la existencia previamente interrumpido antes del tiempo en que debería haber terminado, y su muerte, también constituye a menudo una prueba o expiación para los padres».

a) ¿Qué le sucede al espíritu de un niño que muere pequeño?

«Recomienza otra existencia.»

Aunque las generaciones son muchas, Espíritu Infantil, por lo tanto, y propiamente, podremos observar encarnados en tribus salvajes eminentemente primitivo, con una mentalidad muy atrasada, donde los instintos burdos de materialidad, la falta de sentimientos de la humanidad, la ignorancia, etc., dominan, sin signos de aspiraciones superiores, ya que estos son todavía muy cercanos a los animalidad, sin poseer ni siquiera el sentido de la higiene común a estado material.

Podemos clasificar en ese grupo algunos de los delincuentes de la actualidad y de todos los tiempos. Espíritus criminales, sin ideales superiores ni sentimientos de humanidad, los cuales interrumpen el mundo e impiden el curso normal del progreso. Son por tanto también esos Espíritus que aún son niños, que apenas han iniciado su propia evolución.

En esos vemos que, si el cuerpo material pasa por la infancia, crece naturalmente, como cualquier otro, y alcanza el estado adulto, con complejos de la propia inferioridad mental, solo la mente, solo el razonamiento, solo los sentimientos son infantiles, es decir, atrasados, aún inferiores, principiantes en la escala de evolución.

Comprendemos, entonces, que es a través de las sucesivas reencarnaciones que el Espíritu se desenvuelve mentalmente, dominando la materialidad en cada etapa vivida, adquiriendo raciocinio peculiar al estado terreno: criterio, honradez, moral, sentimiento de fraternidad universal, etc. Más este- el estado adulto – no es, absolutamente, representado por las dimensiones físico-psíquicas de la personalidad, sino por su estado vibratorio normal, su capacidad moral-espiritual-intelectual de raciocinio y comprensión general, antes especificado.

Entretanto, la obra mediúmnica producida por iluminados instructores espirituales, que revelan secretos del mundo de los Espíritus a los hombres, sirviendo a postulados instituidos por el propio Cristo, han revelado aspectos muy racionales del asunto, a través de compendios especificados. Dicen los instructores espirituales, por ejemplo:

«Cuando un Espírito está preparado para la reencarnación, su periespiritu sufre cierto restricción en sus dimensiones e ideales.

Sabemos que él, el periespiritu, es poderosamente maleable por la mente espiritual, dirigido por ella, esclavo, por así decir, de su voluntad. Y contráctil y expandible, es decir, puede disminuir o aumentar su propio volumen, y toman formas y particularidades según la voluntad o según las necesidades del momento. Será, por así decirlo, como una operación físico-psíquica, provocada por el electromagnetismo, tan usado en el más allá que nos hacen creer que esta fuerza patrimonio de nuestro Espíritu, elemento común al ambiente de vida en lo invisible.

Sabemos que, señor de las propias fuerzas a través del poder mental, patrimonio de la propia naturaleza, puede tomar hasta aspectos anormales, deplorables, por un simples acto de su voluntad, si permanece aun mental y moralmente inferior, y que, una vez practicando las virtudes y saneando la mente, conseguirá la hermosura psíquica y, por tanto, el estado espiritual adulto: brillo, fluidez, ligereza, serenidad, equilibrio, belleza y Dios sabe qué más, ignorados por nuestra incapacidad para

Sabemos también que el periespiritu incluso se enferma, trasladando

más allá de las graves impresiones mentales y vibratorias de la enfermedad que lo hizo desencarnar, sea de un accidente sufrido en su envoltorio carnal,  ya sea un suicidio, etc., además de los choques morales-emocionales que hieren tanto al periespíritu, y todo eso también se puede transportar

para la reencarnación inmediata, si no se ha liberado de tales complejos durante la etapa en las deformaciones invisibles, o incluso físicas, especialmente las adquiridas por suicidio o conservadas por estados de baja vibración, pues es bueno no olvidar que el periespiritu es el molde por el cual se modela el cuerpo físico que está influenciado por la mente.

Los elementos materiales aportados por los padres se acumulan, molécula por molécula, en este molde ideal, durante el período de embarazo en el vientre de la madre. (1)

En ese período, si la mente espiritual no se liberó de complejos inferiores adquiridos durante la existencia y conservados en el estado de desencarnación, podrá el cuerpo ser modelado con alteraciones fuera de los padrones normales del cuerpo humano.

(1) Ver «El Libro de los Espíritus», «El Problema del Ser, del Destino y del Dolor», de Leon Denis; «La Evolución Anímica» de Gabriel Delanne; «Memorias de un Suicida» y «Dramas de la Obsesión», obras mediúmnicas dictadas por Camilo Castelo Branco y Dr. Becerra de Meneses, respectivamente.

Con el crecimiento natural de la especie movido, principalmente, por el periespiritu, que se va expandiendo lentamente, procurando la propia dimensión, y también concorde con las fuerzas vitales de la materia o leyes biológicas, atienden ambos, consecuentemente, – cuerpo carnal y periespiritu, el estado adulto que les es propio.

Cuando, pues, un Espíritu desencarna durante la infancia, en la gran mayoría de las veces no lo hace por ser esa su última existencia terrena, o por ser esencialmente elevado, etc. La desencarnación en la infancia se verifica, en la mayoría de los casos, por cualquier accidente material muy propio de la organización humana y de las condiciones molestas de la vida planetaria, donde el ambiente es hostil sujeto a las variaciones de las pruebas, o sea, local de transición, donde vemos la posibilidad de toda y cualquier calvario y accidente.

Ese Espíritu, por tanto, desencarnó prematuramente, sea porque su organización física o su tonos vital no fue bastante capaz de resistir a los embates sufridos, sea por descuido de los propios padres para con su salud (lo que es común acontecer), o por descuido o desinterés del tratamiento médico. Necesariamente, ese Espíritu habrá de volver y reencarnar, pues la reencarnación es agente de progreso, y el precisa progresar; es la ley divina, y el no consiguió el blanco previsto por ella en esa corta jornada sobre la Tierra, no cumplió la misión o tarea para la que reencarno. Todo eso, sin embargo, es previsto y dirigido por ley, y todo indica que servidores espirituales están al frente de tales problemas, procurando resolverlos de la mejor forma posible.

Entonces, como la reducción del periespiritu se realizó antes de esta encarnación fallida, no sería conveniente que se disolviera durante el período de espera en el Más Allá, porque el retorno de ese mismo Espíritu a otro cuerpo, se hará brevemente, a menudo en la misma familia, e incluso con los mismos padres, si es posible. Añade la circunstancia de que la mente espiritual posee un gran poder vibratorio sobre el periespiritu, como quedo dicho. Por tanto, si un Espíritu deseara o precisara conservarse con aspecto de niño en la vida espiritual, tendrá la libertad de hacerlo, visto que la ley divina, que todo rige, le consigna tal derecho, más allá del reflejo mental sobre el periespiritu podrá también conservar esta apariencia infantil.

En los casos especiales, el Espíritu desencarnado que no desea continuar infantil en el Más Allá, pues que ya realizó los compromisos de la encarnación, anteriormente, podrá, no obstante, retornar al estado infantil por un acto de la propia voluntad, o por el fenómeno de regresión de la memoria, a fin de satisfacer a los padres, ya también desencarnados, de una existencia en que hubiese desencarnado prematuramente, o con el fin de tornarse visible, en sueños o en vigilia,  a los padres encarnados que así lo configuran llenos de nostalgia.

También podrá acontecer que de tal modo se desee identificar a la familia que acabó de perderlo en la actualidad. (2)

Además, hay noticia de que cierto Espíritu comunicador, desencarnado a la edad de diez años, creció en volumen en la vida de lo invisible, y cuando llegara el momento en que, en la Tierra, completaría las diecisiete primaveras, su porte era el de un joven de esa edad. Nada vemos de imposible en ese acontecimiento, una vez que el periespiritu gobernado por la mente, puede asumir el aspecto que deseara. Esa entidad, entonces, ligada aun a las condiciones terrenas del tiempo, se mantuvo como bien el deseo, y creció, esto es, su mente, su voluntad refleja sobre su periespiritu ese mismo deseo, y realizó lo que quería, más lo que es cierto es  que no se trata de regla general ni de una ley. La ley ahí es el poder mental, que puede operar todas esas formas exigidas por la voluntad.

Basta que conozcamos el análisis espírita para que comprendamos todos esos hechos, sin permitirnos quedar a merced de los nuestros suposiciones a menudo basadas en enseñanzas apócrifas provenientes de manifestaciones mediúmnicas enteramente sospechosas.

Vale recordar aquí que, cierta vez en que fui arrebatada en Espíritu por los Instructores espirituales, visitando el mundo invisible inmediato a la Tierra, tuve ocasión de ver un ambiente como que hospitalario, un recogimiento transitorio, donde Espíritus de niños desencarnadas prematuramente aguardaban nueva encarnación. Mantenían el aspecto espiritual de la edad en que habían desencarnado. Existía en el grupo una especie de selección de sexo.

(2) Ver el romance doctrinario «Redención», de Víctor Hugo, psicografiado por Zilda Gama.

Algunos conservaban aun impresiones de la enfermedad que padecían sus pequeños cuerpos carnales, y arrastrarían tales tendencias para el nuevo cuerpo; otros se mantenían despreocupados, distraídos, legres, y ninguno demostraba sufrimiento. 

Había motivos de distracción y juegos para todos: muñecas, carros, pelotas, libros y hasta latas, donde los niños golpean con baquetas pequeñas, como tambores. Eran los recuerdos de los juegos que gozaron cuando estaban encarnados.  El lugar era agradable y protector, muy ilustrado, sin ser superior, todos eran tratados con celo y devoto amor por ilustres damas espirituales, que se dirían gobernantas maternas (espíritus guías femeninos), de alta posición moral.

Una gentil niña, aparentando cuatro a cinco años de edad, tenía el cuello envuelto en una gargantilla de plumas, y tosía, a veces, con empeño. Explicó, entonces, que había fallecido de una angina aguda, y que las reminiscencias de esa enfermedad la acompañarían en inminente reencarnación, afligiéndola en los primeros años de su existencia.

Otra chica, negra, muy elegante y vivaz, dijo que le dio un ataque de gusanos, y por eso desencarnó. Un niño, regulando de uno a dos años, y que golpeaba una lata con un palito, repartió besos, y hasta yo mismo fui agraciado con este honor, sintiendo en mis labios espirituales la humedad de sus labios. Y todas estas gentiles entidades revelaron inteligencia y mucha lucidez.

Fui informada, por una de aquellas damas espirituales que patrocinaban la institución, que, de allí, esas pequeñas entidades regresarían a la reencarnación, sin llegar realmente a la espiritualidad; qué muchos de ellos podrían llevar, para el nuevo cuerpo físico, complejos mentales y vibratorios de la enfermedad que los hizo desencarnar anteriormente, según el grado de depresión de las vibraciones que les fueran propias, o del estado mental poco evolucionado para superar las incómodas impresiones; que no todas las criaturas fallecidas son Espíritus adelantados que vivieran la última existencia terrena, y que ese hecho es hasta muy raro; que, comúnmente, ellas desencarnaran debido a la  insuficiencia orgánica, falta de asistencia médica adecuada, accidentes de varias naturalezas, etc.; y que, más frecuentemente, vendrán a completar el tiempo de existencia prematuramente interrumpida en la encarnación anterior, por un suicidio, un accidente no previsto por ley, y muy propio de planetas como la Tierra, etc.; en fin, por varios factores que el hombre aun  no comprendió.

La señora espiritual también me dijo que, muchas veces, lo que pasa es que la muerte de un niño marca el final de un ciclo de encarnaciones terrenales punitivas o expiatorias, y que en lo sucesivo reencarnaran, sí, pero con deseos lúcidos y predispuestos al bien, para seguir progresando no ya a través de pruebas, sino a través de logros meritorios en el vasto campo de la moral, la justicia, la ciencia, de amor, etc.

Esclarecieran las dignas preceptoras espirituales, que aquella ambientación del mundo invisible esta subdividida en falanges nacionales, propias de cada país, y que es a eso que los antiguos devotos religiosos denominaban «limbo», local indefinido, según la creencia de ellos, donde permanecen almas infantiles que no habían recibido el bautismo cuando existían en la Tierra. 3) La verdad espiritual era entonces deturpada: tales espíritus quedan, en efecto, separados de los demás liberados, no llegan a la espiritualidad propiamente dicha,  pero no es porque  no hayan sido bautizados en esta o en aquella que religión si permanecen así es porque sus periespiritu ya están preparados  para la reencarnación; volverán con presteza a la vida terrena, y por eso no fueron desambientados de las condiciones humanas que, aun ayer, experimentaran.

Son esos Espíritus, pues, que posiblemente se comunican en nuestras sesiones experimentáis, son percibidos, por la videncia, con apariencia infantil y que se muestran, frecuentemente, tales como eran al desencarnar, así consolando fuertemente a los padres golpeados en el corazón por su ausencia carnal. Esos Espíritus, sin embargo, son adultos. Las circunstancias temporales es la que los llevan a conservarse infantiles.

Ya André Luiz, en una de sus elucidarías obras, esclarece que, durante ese período de espera, los Espíritus de los niños son visitados por sus madres, en el Más Allá, durante el sueño corporal de las mismas, pues continúan ligados a ellas y, ciertamente, muchos de ellos volverán a ser sus hijos, si las condiciones físico-materiales de las mismas suportan una nueva maternidad.

(3) Ver «El Cielo y el Infierno», de Allan Kardec 15 Parte, Cap. IV, ítem 8.

Y es sabido, si, que un Espíritu que desencarnó en el periodo infantil insistirá en reencarnar con los mismos padres, solo deja de hacerlo si hay falta de voluntad de los padres para recibirlo o negligencia por la salud de ambos, lo que dificultará, o incluso impedirá, la reencarnación del Espíritu, a menudo llorado en antiguos entornos afines.

El gran Leon Denis, así como la no menos gran Becerra de Meneses, han afirmado que la mortandad infantil en la Tierra constituye problema también para el mundo espiritual. Deducimos, sin embargo, que en el momento actual de la sociedad terrena, con la ampliación de la asistencia médica a la mujer gestante y a la infancia, el problema en pauta será suavizado.

De cualquier forma, la muerte, para la ley divina, no representa la calamidad que para nosotros constituye. Si el individuo murió prematuramente, sea niño o adulto, volverá a un cuerpo nuevo para recomenzar la propia evolución y cumplir los compromisos necesarios para su honra espiritual, compromisos que la desencarnación prematura le impidió de resolver. (4)

Aprendamos a comprender los temas espíritas de los libros de análisis doctrinaria, prestando aun toda la atención a los trechos analíticos constantes de los demás libros, por cuanto a incerteza sobre ciertos puntos de la Doctrina, es consecuente de la falta de estudio analítico de la misma. Y todo eso a fin de adquirir esclarecimientos de todas esas particularidades y sutilezas de la Ley de Dios.

La bibliografía espírita es amplia y fecunda, y las revelaciones del Más Allá hace un siglo ilustran, sin cesar, los conocimientos ya adquiridos con nuevos conocimientos indispensables para nuestro progreso general. Será necesario, no en tanto, que estudiemos los compendios espíritas clásicos, no que los leamos como si leyésemos periódicos, ni limitemos nuestra instrucción doctrinaria a la lectura de mensajes psicografiado o de solo de los libros espiritas, acostumbrándose a temer el razonamiento.

AMOR TABLA DE SALVACIÓN

AMOR TABLA DE SALVACIÓN

El amor no necesita representación, él se expresa tal cual es, espontaneo, sin avisar, de hecho muchas veces sin saber por qué nos hemos visto inclinados hacia ciertas personas, sintiendo por ellas algo especial, yo sin conoceros, os quiero, y respeto, todas vuestras opiniones, sean buenas o malas, porque trato de servir a Dios sobre todas las cosas.   Jesús estableció el amor a Dios por encima de todo y al prójimo como así mismo, como la base, la razón y el fin de la vida, para crecer y elevar la realidad interior de la criatura, haciendo de ella surgir en todas sus potencialidades, que están es un estado latente en su interior.

Amar es un arte que exige madurez y sacrificio en el cual se deben invertir los valores del sentimiento y de la inteligencia para alcanzar la plenitud. Ese amor sin cadenas, fomenta el sentido de la fraternidad, que produce una generosa tolerancia para con las faltas y limitaciones ajenas y perdona penetrando por detrás de las apariencias, no siempre agradables, que permanecen ocultas.

La necesidad de vivir en sociedad es manifestación del amor, en su más profunda expresión, impeliendo a los individuos hacia una comunión de sentimientos más plena, a través de la cual se realizan.

Las desdichas morales y angustias generadoras de sufrimientos variado alcance resultan de la visión destorcida sobre el amor que lleva a la criatura a las imposiciones egoístas, que disimulan con la apariencia del sentimiento noble.

Los antagonismos, los odios fulminantes, las amarguras de larga duración, los estímulos para la venganza, surgen por la ampliación arbitraria de la facultad de amar, sometiendo al prójimo y explotándolo, se impone y corrompe, cosa que debilita los tejidos sutiles de la organización espiritual, facultando el desencadenamiento de innumerables enfermedades.

El pasado es una sombra pesada, ocultando desdichas e impiedad, el futuro es poderosa luz a diluir todas las edificaciones de la perversidad y de la insania que medran y se desarrollan en los laberintos de la ignorancia y de la ilusión.

Todos somos víctimas de nosotros mismos, que devolvemos mal por mal, sin aprovechar el dolor como generador de bendiciones y el infortunio como sumidero de moléculas e imperfecciones.

El hombre debe despertar para el examen de otros valores que quedan al margen y que necesitan ser considerados. Tan pronto funcionan sus objetivos, se diluyen las penosas imposiciones y el individuo marcha con seguridad viviendo las experiencias del bien y del amor. Es necesario romper el círculo del hierro en que se mueven las criaturas, implicadas en los vicios y crímenes, yendo a la tierra y volviendo sin que hayan conseguido provecho y paz en las experiencias que se consideran malogradas.

Somos viajeros de los infinitos caminos del tiempo, permanecemos, por capricho, en los valles desiertos y sombríos, cuando nos esperan las cumbres amplias y habitadas por la felicidad. Nos detenemos, por el momento, en el pantano, sufriendo la asfixia de las exhalaciones de los cuerpos y vegetales en putrefacción, cuando estamos destinados al altiplano de la paz donde la brisa perfumada del amor nos rocía, canta la balada de la perenne esperanza de victoria.

La existencia significa mucho para el espíritu, y almas ennoblecidas que nos aman, se empeñan para que no nos falte valor y oportunidad, servicio y realización. No obstante de nosotros depende la permanencia en la vega, mirando las estrellas o en la ascensión, rumbo a los astros relucientes. ..

En la Biblia, el libro que narra el pueblo hebreo, en la trama del Viejo Testamento, encontramos revelaciones espirituales y advertencias no siempre consideradas, premoniciones y profetismo, anunciando la llegada de Jesús a la Tierra. En el Nuevo testamento identificaremos al Maestro en continua labor invitando a seguirle, sufriendo por amor y entregándose en total donación. Su voz canta para nuestros iodos los poemas de las aguas, del aire, de los vegetales y de toda la Naturaleza, en el apogeo de las Bienaventuranzas que fascinan, abriendo los ojos, los oídos y el entendimiento. Meditar en sus nobles enseñanzas es fortalecer el ánimo. Se toman fuerzas para abandonar la utopía y retornar al hogar, como el “hijo prodigo” de la parábola, donde esperan cariño y afecto. Conocedor del mundo se puede elegir, para después, saber la directriz a tomar: ¡Dios, o las riquezas! Nuevos amigos nos presentaran nuevos rumbos y ampliaran, el entendimiento, considerando la fe.

“No recelemos romper con el mal que todavía reside en nuestro mundo interior. No consiste en un acto simple lo que ha de seguir a nuestra decisión, por el contrario tendremos que invertir mucho para alcanzar la meta. Quien se niega al avance reposa, sin embargo, se candidata a la parálisis.

No posterguemos, por comodidad o negligencia, el momento de la felicidad. Entregándonos al Bien estaremos amparados por donde caminemos. No nos serán regateados auxilios, sin embargo, tendremos que seguir con los propios pies, bajo el comando de una firme voluntad y de una robusta decisión.

La decisión de amar, porque el amor es nuestra tabla de salvación, solo el nutre nuestra alma de bienestar y nos llena de gozo, amemos sin condiciones, Jesús nos amó y perdono todos nuestros pecados, porque nos amó y ama mucho tal es así que sigue esperando por nosotros.

DOS PASOS PARA LA TRANSFORMACIÓN

DOS PASOS PARA LA TRANSFORMACIÓN

Libro: CURA Y LIBERACIÓN JOSE CARLOS DE LUCCA.

Vosotros y yo, por consiguiente, somos el problema, y no el mundo, porque el mundo es la proyección de nosotros mismos, y para comprenderlo precisamos comprendernos a nosotros mismos. El mundo no está separado de nosotros; nosotros somos el mundo, y nuestros problemas son los problemas del mundo.

Krishnamurti

El poder del Auto convencimiento, Editora Martin Claret.

El camino más fácil para las transformaciones positivas que deseamos en nuestra vida pasa inevitablemente por dos pasos. Sin ellos difícilmente el hombre consigue liberarse de los obstáculos que lo afligen; sin dar esos pasos la vida no cambia y los problemas se tornan crónicos. A la par de eso, vamos sintiéndonos cada vez más confusos e impotentes, como si estuviésemos amarrados sin saber lo que hacer, sin saber para dónde ir, y sin saber si aún tenemos fuerzas para cambiar. Cuando la crisis se instala en nuestra vida, sea ella de la especie que sea muchos se desesperan y se aferran aún más a la descreencia y a la inercia, olvidándose de que la crisis puede ser el prenuncio de la liberación de nuestros dolores, desde que tomemos la dirección segura de los siguientes pasos:

1. Autoconocimiento

2. Actitud

Conoceréis la verdad, y la verdad os liberará (Jesús).24

Para el Maestro de Nazaret, la liberación de todos nuestros males comienza por el conocimiento de la verdad.

Ahora, si las raíces de todo el mal están plantadas en nosotros mismos, porque el hombre es el jardinero de su propia vida, será justo pensar con Jesús que solamente el conocimiento de la verdad sobre nosotros mismos puede liberarnos del mal que se enraizó en nosotros. Como afirmó Shakespeare, nuestro destino no está en las estrellas, más si en nosotros mismos. El punto inicial de cualquier transformación solo puede comenzar dentro de nosotros, porque el mundo de fuera es apenas el reflejo de lo que acontece en nuestro mundo íntimo.

A través del auto conocimiento, tenemos la posibilidad de identificar básicamente cuales son nuestros puntos fuertes y cuales nuestros puntos débiles. Para el Dr. Stephen Bertman, el conocimiento de nosotros mismos nos inspira a buscar la excelencia a través del desenvolvimiento de nuestros puntos fuertes y de la práctica de la moderación en relación a nuestros puntos débiles. Eso quiere decir que la transformación comienza cuando el hombre conoce sus potenciales y los estimula cada vez más, también cuando pasa a conocer también sus imperfecciones, intentando disminuirlas cada día.

Gigantes adormecidos

La mayoría de las personas no se conoce a sí mismo, sobre todo cuando se trata de reconocer las propias capacidades, aquello que denominamos de puntos fuertes. Generalmente para nosotros es más fácil reconocer los puntos en que somos vulnerables que los puntos en que somos fuertes. Reconocemos más fácilmente en nosotros los defectos que las virtudes, exaltamos comúnmente más nuestras caídas que nuestras conquistas. Cuantas veces quedamos sorprendidos cuando alguien nos hace un elogio. Ni creemos que la persona esté hablando a nuestro respecto. Es increíble el que no creamos en nosotros.

Llega a ser espantoso como dudamos de nuestras capacidades y talentos.

Por alguna razón, que puede estar ligada a diversos factores, perdemos la fe en nosotros mismos. Y aquí está el primer punto de la transformación. Recuperar la fe en si mismo. El auto conocimiento va a colocarnos en contacto con aquello que tenemos de mejor.  

Va a recordarnos que somos personas valerosas, esto es, personas que tienen un valor natural simplemente porque somos hijos de Dios y, por tanto, dotados de todas las capacidades inherentes a nuestra filiación divina. Yo soy una persona capaz, talentosa e inteligente porque Dios me hizo así. Esa es mi imagen verdadera. Yo solo preciso reconocer y creer en esa verdad, manifestándola en mis actos, pensamientos y palabras. No es para los otros que yo preciso probar eso, es para mí mismo. Yo preciso despertar el gigante que duerme en mí. 

Como escribió Alberto Caeiro:

Si nosotros fuésemos como debíamos ser, no habría en nosotros la necesidad de la ilusión.26

Los problemas que nos suceden están apenas queriendo quebrar las ilusiones deturpadas que hicimos a nuestro respecto, sobre todo la ilusión de que somos débiles, incompetentes, enfermos y sin merecimiento para una vida de realizaciones positivas. Cuando solucionamos una dificultad, mostramos a nosotros mismos que somos mejores de lo que juzgábamos ser.

En términos prácticos, vamos a acordarnos todos los días cuales son nuestras características positivas, cuales son los puntos fuertes de nuestra personalidad, pues eso fortalece la autoestima y trae la confianza interior necesaria para superar cualquier obstáculo que surja en el camino. Además, recordar a menudo lo que realmente somos, la tendencia será la de comportarse como pensamos que somos. El hombre tiende a actuar de acuerdo con la imagen que hace de sí mismo. Mírate a ti mismo como ese explorador que se adentra en la minería en busca de las piedras preciosas de su alma. Hagámoslo a diario, preferentemente antes de iniciar nuestras actividades, como si estuviéramos desayunando.

Estaremos alimentando nuestra alma con nutrientes poderosos capaces de apartar el sentimiento de inferioridad que afecta a la mayoría de las personas.

Usted aun no descubrió todo su potencial.

Y no deje también de investigar las capacidades y talentos que usted ciertamente aún no se dio cuenta que posee. Precisamos reconocer nuestras potencialidades y expandirlas. Muchos en la vida, sin embargo, se están contrayendo, están haciendo menos de lo que pueden, no quieren ninguna expansión de sus posibilidades de crecimiento, aunque incluso pueden hasta ansiar el  crecimiento por fuera, externo. Desean que la vida mejore, pero no buscan  la mejora interior que sólo puede resultar de nuestra mejora física, intelectual, emocional y espiritual. Lo que quieren es contracción, acomodación, inercia, así que todavía tendrán que enfrentar fuertes tormentas en sus vidas hasta que se den cuenta de que sólo la evolución nos salva de los problemas.

Tenemos infinitas riquezas interiores porque somos hijos de Dios.

¿Será que ya paramos a pensar en lo que eso significa? ¿Ya nos dimos cuenta que heredamos de Dios todos los talentos necesarios para vivir en la felicidad? Y, si vivimos infelices, es porque no estamos usando los recursos que Dios ya nos dio. Nuestro verdadero DNA4127 es de origen divino. Como una vez escuché del Padre Leo, el significado expresión del ADN expresión significa: Dios es Nuestro Autor. Qué imagen hermosa y real. Dios es nuestro autor, Dios es el pintor y nosotros somos el marco. Por lo tanto, ya que todo lo que Dios hace es bueno, yo también soy bueno, soy la obra maestra del artista llamado Dios. Pero no soy el trabajo terminado.

Los cimientos que Dios ha puesto ahora, el hombre mismo debe llenarse de concreto divino para construir la casa de la felicidad viviendo las virtudes espirituales que ha llegado a conocer a través de los tiempos.

Y es precisamente donde falta ese hormigón donde aparece la zona   de nuestros puntos débiles.

Su talón de Aquiles.

El autoconocimiento también debe llevarnos al examen de nuestros puntos débiles, esto es, de aquellas áreas de nuestro ser que aun somos vulnerables, en que aún no tenemos el debido control y equilibrio. Por ejemplo, alguien puede tener un punto fuerte que es su inteligencia, tiene el raciocinio rápido, aprende con facilidad, más en el  área emotiva tiene un punto débil que es su irritación constante, que la coloca en constante atrito con las personas, creándole muchos problemas en sus relacionamientos personales y profesionales.

En la mitología griega, vamos encontrar una de las más populares metáforas sobre la fragilidad humana. Aquiles era hijo de Peleo y Tetis.

Desde que dio a luz, Tetis tuvo el presentimiento de que su hijo tendría una vida demasiado corta. De niño, Aquiles fue tomado por su madre para ser bañada en las aguas del río Estyge, ya que se decía que su agua tenía el poder milagroso de volver invulnerable a quien se bañaba en ella. Tetis tomó a su hijo Aquiles por el talón para sumergirlo en el río egipcio que lo haría invencible, de esa manera, por un descuido, el talón de Aquiles quedó seco. Durante una batalla, no en tanto, Aquiles tomo una flechada en su único punto vulnerable: el talón, que no había sido bañado en el rio por su madre.28 A partir de ahí, la expresión “calcañar de Aquiles” indica el punto débil de una persona.

El auto conocimiento nos colocara en contacto con nuestro “calcañar de Aquiles”, ayudándonos a evitar muchos problemas, también como a remediar los que ya han surgido. Quien se conoce tiene la ventaja de mapear los pontos menos fuertes de su personalidad a través de los cuales los problemas están surgiendo. Es como el bombero que, para apagar el fuego, precisa conocer donde está el foco del incendio. El hombre que no se conoce a si mismo jamáis conseguirá ser verdaderamente feliz, pues ignora que todo el bien y todo el mal de su vida está dentro de sí mismo.

El Hermano José, con mucha propiedad, esclarece:

Aquello que el hombre es, tiende a exteriorizarse en forma de actitud. Lo que el termina por hacer es resultante de la lucha que traba interiormente.29

Nuestro comportamiento es una consecuencia de lo que pasa dentro de nuestro mundo interno, el mundo de las emociones, sentimientos y pensamientos. Muchas veces fracasamos en el cambio de comportamiento porque no cambiamos nuestro mundo íntimo. Queremos cambiar el mundo de fuera sin mudar el mundo de dentro. Queremos cambiar a los otros sin cambiarnos a nosotros mismos. Queremos que el mundo cambie sin que nosotros precisemos mudar un solo milímetro.

Quien piensa con la cabeza de un derrotado jamás actuara como un victorioso.

Quien vive con las emociones descontroladas jamás tendrá control sobre su vida.

Quien se siente enfermo difícilmente adoptará posturas saludables.

Quien vive en la carencia afectiva no experimenta el amor en los relacionamientos.

Quien se siente el “patito feo” se excluye de la propia vida.

La idea central es que el mundo de fuera es mera proyección del mundo de dentro. Lo que está fuera en mi vida es aquello que yo plante dentro de mí. Y de la misma forma que yo plante yo puedo arrancar las raíces de aquello que yo no quiero que se manifieste más en mi vida. El autoconocimiento nos ayuda a identificar esas raíces para saber dónde precisamos trabajar.

Quiero que sepa que el auto conocimiento debe ser visto como una herramienta de trabajo para nuestro mejoramiento. No es una terapia para indagar en nuestro pasado, tampoco debe servir   para generar más culpa en nosotros. El autoconocimiento es una especie de sonda que permite a cada uno divisarse por dentro, a partir de un mirar neutro, que no es ni de culpa para con nuestros puntos débiles, tampoco de soberbia a respecto de las virtudes ya conquistadas.

Y, a partir de ese mirar sereno, generar acciones amorosas que envuelvan las áreas de nuestro mundo interior en conflicto, de donde parten nuestras negatividades. Un punto flaco de nuestra personalidad es apenas un punto donde está faltando amor. Nuestras imperfecciones atestiguan solo la ausencia de amor, y solo el amor puede curar nuestra heridas interiores, transformando los defectos en virtudes.

Para ayudarnos en la búsqueda del autoconocimiento, San Agustín propone que, al final de cada día, el hombre se haga las siguientes preguntas:

Examinad lo que podéis haber hecho contra Dios, después contra vuestro prójimo y, finalmente, contra vosotros mismos.

En ese examen de conciencia vamos a encontrar el foco del mal que nos afecta. El sufrimiento no es castigo de Dios, apenas es un síntoma de que el espíritu enfermo por apartarse de la Ley del Amor. Cuanto más distantes estemos del amor a Dios, del amor al prójimo y del amor a nosotros mismos, más próximos al dolor estaremos. El autoconocimiento nos ayuda a percibir cual es el tamaño de esa distancia. Nuestras negatividades son espacios vacíos del alma donde el amor no se manifestó y donde el miedo hizo morada. A partir del miedo podremos tornarnos agresivos, apáticos, rebeldes, egocéntricos, vengativos, amargados, en fin, todas las emociones negativas resultan del miedo que, en el fondo, es apenas ausencia de amor. En lugar del miedo, precisamos colocar el amor que cubre la multitud de nuestros errores, como afirmó el Apóstol Pedro.

En cada negatividad que encontremos en nosotros, en cada punto débil que identifiquemos, no vamos a colocar culpa o juzgamiento.

Vamos derramar el amor que cura apartando el miedo, sobretodo el miedo de no ser amados.

Ese es miedo básico que tanto nos hace sufrir. Si, por ejemplo, descubro que la ansiedad es mi punto débil, voy a colocar el amor en esa herida, sintiéndome seguro en el amor de Dios. No tengo que temer por el futuro, porque Dios me ama y prepara mis caminos para lo que de mejor debe acontecer conmigo. Aun mismo ante el problema más difícil, la faz de Dios no se esconde de mí el Padre dirige mi vida para un mañana feliz. Yo también derramo amor por mí al saber que tendré fuerzas y capacidades suficientes para vencer cualquier dificultad que me surja, porque sé que solamente el amor es real, solamente el bien es verdadero, que mi destino es la luz y no las tinieblas. Por tanto, a través del autoconocimiento, yo me puedo rendir definitivamente al amor.

Dolor es distanciamiento del amor.

Curar el dolor es retornar al amor.

La actitud hace la diferencia.

Después de identificar los focos interiores del desamor, debemos pasar inmediatamente al plano de las actitudes que manifiesten el amor en nuestra vida. ¿Y de qué forma podemos hacer eso? Comencemos por nosotros mismos y hagamos algunas indagaciones:

1. ¿Cuáles son los puntos fuertes de mi personalidad?

2. ¿Cómo puedo hoy ser más amoroso conmigo?

3. ¿Qué actitudes tomare para demonstrar eso?

4. Estoy comprometido a tratarme como me gustaría que los otros me tratasen.

5. Estoy dispuesto a ser más responsable por mí mismo trabajando por mi progreso material y espiritual?

6. Estoy empeñado en no vivir más acomodado con los mis vicios y defectos.

7. Ya sé que preciso perdonar mi pasado de equívocos para recomenzar mi vida con nuevas bases.

En relación al prójimo, también podríamos preguntarnos:

1.¿Que  debo hacer para mejorar mi relacionamiento con las personas?

2. ¿Estoy dispuesto a aceptarlas como ellas son?

3. ¿De qué manera puedo ayudar a alguien en dificultad?

4. ¿Estoy dispuesto a pensar que, cuando Jesús nos pide para amar al prójimo, Él no se está refiriendo apenas a nuestros familiares y amigos, más si a todos los seres vivientes del Planeta, incluyendo a nuestros enemigos?

5. Estoy comprometido a ser indulgente con las imperfecciones ajenas.

Por fin, cuando San Agustino se refiere al amor a Dios, no sería justo también preguntarnos:

1. ¿Soy consciente de que Dios me ama y manifiesta ese amor a todo instante?

2. ¿Soy consciente de que estaré más próximo a Dios a través de la oración y del trabajo de amor al prójimo?

3. ¿Ya me pregunte qué será lo que Dios quiere de mí?

4. ¿Estoy cierto que preservar la naturaleza y el medio ambiente es respetar la casa planetaria que Dios construyo para todos morar?

5. ¿Ya me di cuenta de que la mejor ofrenda que puedo hacer a Dios será vivir bien con mi semejante?

6. ¿Estoy convicto de que la humildad y la sencillez me dejan muy cerca de Dios?

La cura y la liberación que tanto deseamos estará en las respuestas que cada uno de a esas preguntas. Bien, creo que ante tantas cuestiones a meditar, yo lo invito a un momento de silencio interior, pues es en la acústica de nuestra alma donde Dios quiere hablar de amor con usted en este instante.

Sus habilidades son tan ilimitadas como las de Dios, porque usted es una porción distinta de la esencia de Él.

Wayne W. Dye

Simples Assim, EKO

HABLANDO DE LOS DIFUNTOS (MERCHITA)

Los umbrales del Más allá albergan un recóndito secreto. Que muchos no quieren creer, y que es objeto de muchas polémicas, por eso a nadie queremos forzar a que crea, solo nos dedicamos a divulgar los mensajes que hemos aprendido de elevados Espíritus en la Doctrina Espirita.

Solos a los iluminados y  a los videntes les es dado hallar la clave que ayude a proyectar una luz en medio de tan tremenda ignorancia. Francisco Cándido Xavier es uno de ellos. Su palabra implica un mensaje proyectado, a través de los años, con lucidez que no decae y que estimula a recorrer, con la imaginación, ese sendero que, al fin, no es más que Liberación.

Mientras nos hallamos en el cuerpo material, no hacemos una idea exacta de lo que es, en realidad, la vida más allá de la muerte.

El cielo está en todas partes; por todas partes se encuentra lo inconmensurable, lo insondable y lo infinito; en todas partes hay un hormigueo de soles  y de esferas, en medio de las cuales la Tierra es una unidad mezquina.

En el seno de los espacios, no hay más que moradas circunscritas a las almas. Siendo libres y puras, estas recorren la inmensidad  y van a donde las llevan sus afinidades y sus simpatías. Los Espíritus inferiores, cargados  por la densidad de sus fluidos, permanecen como aferrados al mundo donde han vivido, circulando por la atmósfera o mezclándose con los humanos.

Los goces y las percepciones del espíritu no resultan del ambiente que ocupa, sino de su estado personal y de los progresos realizados. Cada uno lleva en si su gloria o su miseria.

La condición de los Espíritus en la vida de ultratumba, su elevación, su felicidad, todo  depende de su facultad de sentir y de percibir, que es proporcional a su grado de adelanto. Los Espíritus de orden inferior, son como ciegos en medio de la Naturaleza llena de sol, como sordos en un concierto, permanecen  indiferentes  e insensibles ante las maravillas del infinito.

Estos Espíritus, envueltos en fluidos espesos, soportan las leyes de la gravitación  y son atraídos por la materia. Bajo la influencia  de sus apetitos groseros, las moléculas de sus cuerpos fluiditos se cierran  a las percepciones exteriores  y les hacen esclavos  de las mismas fuerzas  que gobiernan a la humanidad. Las almas se agrupan y se escalonan en el espacio según el grado de pureza de su envoltura; la  categoría del Espíritu está en relación directa con su constitución fluidita, la cual es su propia obra,  el resultado de su pasado y de todos sus trabajos. Ella es la que determina su situación: en ella es donde  encuentra  su recompensa o su castigo. Mientras que un alma purificada  recorre la vasta  y radiante extensión, y mora a su voluntad en los mundos y apenas ve límites de en su impulso, el Espíritu impuro no puede alejarse de los mundos materiales.

Entre estos estados extremos, hay numerosos grados intermediarios  que permiten a los espíritus agruparse  y constituir verdaderas sociedades  celestiales. La comunidad de ideas y de sentimientos, la identidad de sus gustos, de opiniones y de aspiraciones atraen y unen  a esas almas que forman grandes familias.

Por tanto, no lloremos, solo  pensemos que ellos están allí, esperándonos, y que la estancia depende de su riqueza espiritual, al igual que cuando un familiar nuestro se marcha de viaje, con la cartera llena de dinero, no tememos por su estancia, ya que él tiene posibilidades de alojarse en los buenos hoteles, allí, también hay hermanos que se marchan con las manos vacías, y el corazón lleno de malas acciones, ellos no pueden pretender acceder al paraíso, por eso nuestras oraciones les alivian, les emocionan y también hablándoles ven que ya no pertenecen al mundo de los vivos. Todos podemos encender una vela para iluminarles, pero no es esa vela material que encendemos,  es la iluminación de nuestro pensamiento el cual ellos leen como en un libro abierto, el que les puede animar a ser mejor persona, a arrepentirse del mal que hicieron…

UN MOMENTO CON CHICO XAVIER

UN MOMENTO

Por el Espíritu André Luiz.

Psicografía de Francisco Cândido Xavier.

Libro: Manos Marcadas.

        Antes de negarse a las llamadas de la caridad, medite un momento en las aflicciones de los otros.

        Imagínese en el lugar de quien sufre.

        Observe a los hermanos relegados a los padecimientos de la calle y supón que te ves forzado a una situación similar.

        Repare en el enfermo desamparado y considere que mañana probablemente seremos nosotros candidatos al socorro en la vida pública.

        Examine al anciano fatigado y reflexiona que si la desencarnación no llega en breve no escapara usted de la vejez

        Contemple a las criaturas necesitadas recordando a los propios hijos.

        Cuando la ambulancia se desliza junto a tu paso, conduciendo al paciente anónimo, piensa que, tal vez, un pariente nuestro sumamente querido, se encuentra gimiendo dentro de ella.    Escuche pacientemente a los compañeros entregados a la sombra del gran infortunio y recuerde que en un futuro próximo, es posible estemos en la travesía de las mismas dificultades.

Mira la multitud de ignorantes y débiles, cansados ​​e infelices, juzgándote entre ellos y mentaliza la gratitud que sentirías ante la migaja de amor que alguien te ofreció.

        Piense un momento en todo eso y usted reconocerá que la caridad para todos nosotros es simple obligación.

Los mensajes de Chico Xavier son recursos como agua pura y limpia que sacia y cura, que alivia y calma la sed, reajusta, altera, esclarece, educa, encoraja e ilumina pensamientos, sentimientos, caminos, voluntades y hábitos para las pruebas, luchas y dificultades).

    “Con la buena voluntad, aprendemos a encontrar al hermano que llora, al compañero en dificultad, al enfermo infeliz, a la criatura desamparada, al animal herido, al árbol sin protección y la tierra seca, prestándoles cooperación desinteresada, y es por ella que podemos ejercitar el don de servir, a través de las pequeñinas obligaciones de cada día, extendiendo manos fraternas, silenciando la acusación irrazonable, sufriendo la agresividad y callando la palabra imprudente.” Meimei & Chico Xavier.

LA PIEDRA ANGULAR RICHARD SIMONETTI

LA PIEDRA ANGULAR

Richard Simonetti

Libro: Historias que traen la felicidad

Mateos, 21:33-44

Dice Jesús, dirigiéndose a sacerdotes y fariseos:

Había un hombre, dueño de una casa, que plantó una viña. La rodeo de una cerca, y construyo en ella un lagar y edifico una torre y la arrendo a unos labradores. Después se ausentó del país.

En el tiempo de la cosecha, envió a sus siervos a los labradores para recibir los frutos que le tocaban.

Y los labradores, atacando a los siervos, espantaran a uno, mataron a otro y a otro lo apedrearon.

Envió, aun, a otros siervos, en mayor número; y los trataron de la misma forma.

Y por último, le envió a su propio hijo, diciendo:

-A mi hijo lo respetarán.

Más los labradores, viendo al hijo, dijeron entre sí:

– Este es el heredero. Ahora, vamos, matémoslo y apoderémonos de su herencia.

Y lo apresaron, lo echaron fuera de la viña y lo mataron.

Cuando venga, pues, el Señor de la viña, ¿qué hará con aquellos labradores?

Ellos respondieron:

– Hará perecer horriblemente a esos impíos y arrendará la viña a otros labradores que le envíen los frutos a su debido tiempo.

Jesús concluye:

—La piedra que los constructores rechazaron, esa vino a ser la piedra angular.

Por eso os digo que el Reino de Dios os será quitado y dado a un pueblo que produzca los respectivos frutos. Todo lo que caiga sobre esta piedra se hará pedazos; y aquel sobre quien ella caiga será reducido a polvo.

***

La parábola sitúa a los judíos como los labradores a los cuales aquel hombre confió su propiedad. Ella representa la iniciativa de Dios en favor del progreso humano, teniendo por agente la nación judaica, frente a las demás, con su concepción monoteísta.

No obstante se trata de una creencia antropomórfica, un dios à imagen y semejanza del hombre, era un progreso ante el politeísmo dominante en el Mundo;

Todavía, dejándose dominar por el orgullo de raza, los judíos se cristalizaron en torno de la idea del pueblo escogido, confundiendo la responsabilidad de servir con la pretensión de ser servidos.

Así, se aislaron de las naciones que no podían dominar y asesinaron a profetas que procuraban alertarlos en cuanto a sus engaños.

El propio Cristo, conforme previera en la parábola fue sacrificado, por cuanto predicaba la concordia y la paz a un pueblo belicoso, que esperaba un mensajero divino de espada en mano, capaz de favorecer su dominación en el Mundo.

Retirado el apoyo del Plano Espiritual, es que la nación judaica en breve se disolvió, quedando en la historia como el lamentable episodio de un pueblo que rechazó la salvación y asesino al salvador.

***

Se han confiado nuevos liderazgos a algunas naciones.

Cada época es marcada por la ascensión de un pueblo, atendidas circunstancias cuyas particularidades escapan a los observadores más atentos, por cuanto, por encima de meras influencias geográficas, políticas, climáticas o sociales, hay la acción de mentores espirituales, bajo el comando de Cristo, el gobernador de la Tierra, en reiteradas iniciativas para la edificación del Reino de Dios.

Emmanuel, del libro A Camino de la Luz, psicografía de Francisco Cândido Xavier, ofrece interesantes ejemplos.

Él dice que luego tras el fracaso de Israel, Roma podría haber sido el instrumento ideal para la formación de un Estado único en el Mundo, favoreciendo el entendimiento entre las naciones.

Entretanto, como ha acontecido frecuentemente con los poderosos, los romanos se entusiasmaron por el poder, y la tutela que podrían ejercer sobre pueblos primitivos, ayudándolos en su desenvolvimiento, se transformó en sistemática exploración, bajo el yugo de la violencia y del despotismo.

En la Edad Media, ante los desvíos lamentables del Cristianismo, enganchado al carro del poder temporal, se organizó un movimiento en el Plano Espiritual para la restauración de las lecciones de Jesús en Asia.

Entre los misioneros que vinieron al mundo estaba Mahoma, cuya tarea era reunir a las tribus árabes a la luz del Evangelio.

Más, aunque dotado de notables facultades mediúmnicas, inherentes al desempeño de su grandiosa misión, el misionero del Islán no superó las limitaciones de su tiempo, envolviéndose en comprometedoras contradicciones.

Junto al aroma cristiano que emana de muchas de sus lecciones, hay un espíritu belicoso, de violencia e imposición; junto con la doctrina fatalista contenida en el Corán, existe la doctrina de la responsabilidad individual, y a través de ella se ve una imaginación sobreexcitada por las fuerzas del bien y del mal, en un cerebro descarriado de su verdadero camino.

Bajo inspiración del ―cree o muere‖, el Islamismo se esparció por toda Asia, atravesó el Estrecho de Gibraltar y se estableció en España, amenazando derramarse por toda Europa, en olas de violencia e imposición.

COM Carlos Magno, en el siglo VHI, era hecha una tentativa de reorganización social del Occidente, entregado a los bárbaros desde la caída de Roma. No obstante los esfuerzos del gran gobernante, el imperio por el fundado se desagrego luego tras su regreso a la Espiritualidad, envuelto en influencias sombrías que se instalaron fácilmente en los endurecidos corazones humanos.

***

En el siglo XVTII, dos naciones se destacaron, bajo el apoyo de la Espiritualidad.

Según Emmanuel, Francia e Inglaterra representaban una transposición enriquecida del espíritu greco romano para los tiempos modernos.

Francia, heredera de los padrones artísticos y culturales de Atenas´.

Inglaterra, depositaria de las experiencias y de la organización del derecho romano.

Bajo la égida de la Espiritualidad Mayor, se consolidaba en suelo francés la revolución destinada a acabar con el absolutismo monárquico, en cuanto a Inglaterra se preparaba para la revolución industrial, que ofertaría a los hombres posibilidades más amplias de confort y bienestar.

Ambos países, entretanto, como aconteciera a otras naciones líderes, se perdieron en sus propias contradicciones.

Francia, en un mar de sangre, en luchas ininterrumpidas por el poder, culminando con las locuras de Napoleón Bonaparte, un misionario que viniera al Mundo con la tarea de preservar las conquistas de la revolución francesa. No en tanto, acabó el mismo por desviarse, coronándose emperador y precipitando a la patria en aventuras suicidas.

Inglaterra, partiendo decididamente para el colonialismo, reeditaba las ambiciones de Roma con la creación de vasto imperio, para aplastar, sin piedad, a los que pretendían impugnar su autoritaria tutela.

Desde el siglo XDÍ una otra nación recibió decisivo apoyo de los poderes espirituales, que pretendían hacer de ella poderoso instrumento para sagradas realizaciones en favor de la Humanidad.

Eran los Estados Unidos de América, país que, bajo los ideales de libertad y fraternidad contenidos en su proclamación de independencia, venía trabajando intensamente por la realización del sueño americano, la creación de una sociedad abierta, libre de preconceptos sociales, culturales, raciales y religiosos, en el cual fuese alcanzado un grado de riqueza tan alto, que la vida dejase de ser motivada económicamente.

En tal situación, casi utópica, el clásico problema de la distribución de los bienes de la producción desaparecería. Todo ciudadano disfrutaría de lo necesario para satisfacer sus necesidades y sus ansias de confort y bienestar.

Eso tornaría posible una verdadera democracia, una sociedad en la cual todos los grupos participarían de las responsabilidades por las decisiones tomadas. Tales grupos representarían no más intereses económicos, ya superados, más si aspiraciones sociales y culturales.

Por la primera vez en la Historia, surgiría una sociedad capaz de favorecer la vida verdaderamente humana, aquella dedicada a la solución de problemas no materiales, más si relativos al Espíritu.

En varios puntos el sueño americano se concretizo.

La riqueza americana no tiene paralelo en la Historia. La democracia funciona, aunque con fallas. Y la vida cultural y social tiene intensidad y extensión sin iguales, en el presente o en el pasado.

Mas es un sueño que se transforma en pesadilla, por cuanto, reviviendo viejas contradicciones que caracterizan al espíritu humano, a medida que la gran nación enriqueció, su pueblo olvidó los ideales, transformando el dinero, que debe ser apenas parte de la vida, en finalidad de ella.

Reflejan esta desviación, del comportamiento de los ciudadanos comunes, para los cuales el tiempo es dinero (el tiempo es dinero), a los intereses de grupos económicos capaces de influir en las propias decisiones del gobierno.

La sociedad perfecta, transformada en mera sociedad de consumo, vive en la actualidad su más lamentable aventura, con el país transformado en policial del Universo, dispuesto a intervenir en cualquier país donde sus intereses estén amenazados.

En lugar de protección para el Mundo, según las expectativas de la Espiritualidad, los estadounidenses pretenden dominarlo, reeditando las mismas desviaciones de otras naciones líderes, en sus ambiciones imperialistas

***

Desde Palestina à América vemos la siembra de esperanzas de las esferas superiores, que cuidan cariñosamente de las colectividades terrestres, visando el progreso humano, y el malogro de sus esfuerzos, por no encontrar resonancia en el endurecido corazón humano.

Es que, así como aconteció con Israel, los hombres reciben de buen grado las dádivas divinas, mas rechazan la piedra angular del pasaje evangélico, que debería ser el sostén de sus edificios – Jesús.

Es bien cierto que algunos de los países mencionados han proclamado su adhesión a Cristo, afirmando ser de inspiración evangélica sus ideales de realización social.

Apenas palabras, por cuanto, objetivamente, se limitaran a entronizarlo en sus iglesias, sin cultivarlo en el alma del pueblo.

Y sin la luz de Cristo, el hombre estará siempre perdido en las tinieblas densas de sus propias inferioridades, sumergido en contradicciones y desajustes.

♦♦

Atendiendo al planeamiento de la Espiritualidad, | otro país deberá destacar en este Tercer Milenio, en el escenario mundial.

Humberto de Campos, en psicografía de Francisco Cândido Xavier, dicto un libro, en 1938, hablándonos a respecto de esa nación. El título es revelador:

Nuestro país habría sido elegido por la Espiritualidad para una nueva misión, esta vez totalmente diferentes de los confiados a otras naciones.

No se trata de la grandeza material, del ejercicio del poder o de las alturas de la cultura.

Cabe a Brasil instituir un estilo nuevo de vida en la Tierra – el de la auténtica fraternidad.

Compete a los brasileños aprender y enseñar que podemos todos vivir como hermanos, por encima de las barreras de nacionalidad, raza y creencia.

 Según Humberto de Campos, la Espiritualidad a favor de nuestra patria bendito mestizaje, involucrando japoneses, portugueses, españoles, italianos, alemanes y otras variadas nacionalidades, con el objetivo de demostrar que es posible la convivencia pacífica entre los pueblos.

Brasil es, realmente, un prodigio en ese particular.

Árabes y judíos se relacionan tranquilamente aquí, a distancia de los odios milenarios y de las disputas sangrientas entre esos pueblos en el Oriente Medio.

Adeptos de todas las creencias conviven sin problemas. Nunca oímos hablar de disputas sangrientas; nunca nadie aquí mató o murió en nombre de la religión, como ha acontecido a lo largo de la Historia.

Somos más solidarios. Levantamientos estadísticos demuestran ser el brasileño uno de los pueblos que más se envuelven con el trabajo social, en la preocupación en el hacer algo en favor del semejante.

Estamos más relajados, más dispuestos a reírnos de nuestros propios males.

Hacemos transiciones políticas y sociales sin grandes traumas, sin guerras civiles, sin matanza.

En fin, hay en nuestra patria algo diferente, que siente todo brasileño que va para el exterior y todo extranjero que aquí viene.

***

Obviamente, hay problemas.

La corrupción, la violencia urbana, la disolución de aduanas, la escalada de drogas, la miseria en que vive una parte considerable de la población…

Todo eso compone un cuadro sombrío y preocupante, que pone en duda las previsiones de Humberto de Campos.

Consideremos, entretanto, que tales males provienen de nuestra poca madurez política y social. Representan, también, un agitar de la consciencia brasileña, enfatizando los valores de la fraternidad y de la solidaridad, que encuentran acceso mayor en los corazones sufridores.

Es como si estuviésemos siendo preparados por la adversidad para las gloriosas realizaciones del porvenir, inspirando prioridades más edificantes en las iniciativas brasileñas, por encima de meros intereses inmediatistas.

Por eso, el gran desafío a que somos convocados, talvez sea vencer la inconsecuencia.

Precisamos madurar, buscando un comportamiento más consciente y disciplinado, a fin de cumplir nuestro glorioso destino.

**

El Espiritismo tiene mucho para ofrecer en ese particular, con la amplia visión de las realidades espirituales que ofrece, ayudándonos a superar la inercia, el acomodamiento, demostrando que es preciso asumir nuestros compromisos ante la Vida y reconocer nuestros deberes ante el prójimo.

Es razonable que busquemos mejorar la condición material, en busca de confort y seguridad, más es imperioso que cultivemos, sobretodo, el ideal de vivir como espíritas cristianos, a fin de que el Espiritismo sea el alma de Brasil, en la composición de un estilo nuevo de vida en la Tierra, donde Cristo sea finalmente la base, la piedra angular, sustentándonos con la fuerza de sus ejemplos y la sabiduría de sus lecciones.

Somos convocados a ser la nuevo sal de la tierra, el sazón del Brasil misionero, como exalta el Espíritu Castro Alves, en psicografía de Francisco Cândido Xavier:

Brasil, el Mundo que te escucha Pregunta hoy: “¿Qué es?”

¡Oh! tierra de mi vida,

¡Responde a las naciones de pie!

Desde las altas montañas,

Dentro de sus propias fronteras,

Estira tus brazos – ¡Sansón!…

Sin soberbia ni vanagloria,

Registro en el Libro de la Historia Nuevo rumbo hacia la evolución.

Contempla la sombra de la guerra,

Dragón del limo rugiente,

Envenenando la Cultura,

¡Amenazando el Porvenir!…

Habla – asamblea de los valientes – A los millones de hombres esclavos,

Sabio, locos Prometeo…

¡Desde la altura a la que te elevas, disuelve las ataduras de las tinieblas en la fe que te lleva a Dios!…

Breda – gigante del pueblo – Proclama con valentía Que el Cristo espera en la Tierra

¡Un nuevo mundo de amor!… Ante la grandeza que imprime Los muertos regresan de campas Sublimándote la visión…

¡Al progreso, Fernão Días!

Deber muestra Caxias,

Odio la renovación.

De los sueños de Tiradentes,

Que se elevan cada vez más alto,

Hiciste Apóstoles, Genios, Estadistas, Generales…

De todos tus recintos

Despuntan palmas de santos,

Augustos pendones de héroes!…

Astros de brillos tamaños,

Andrada, Feijó, Páranos

En tus cielos brillan por soles!…

Desde el día en que naciste,

Al fórceps de Cabral,

El Tiempo se ilumino

En la Bahía maternal!…

Hoy, que el Mundo te espera

Para las leyes de la Nueva Era,

Por Brasilia envuelta en luz,

Que en ti la vida se integre,

De Manaos a Porto Alegre,

¡En el Espíritu de Jesús!…

Salvaguardando la ley,

Manteniendo la Justicia y el Bien,

lucha y desgarra el propio pecho,

Pero no desprecies a nadie…

Levanta el gran futuro,

Levántate, tranquilo y seguro,

¡La Paz noble y varonil!

A la Humanidad que clama: “Señor… ¿y ahora?” Cristo señala: “Brasil

A la Humanidad que clama: “Señor… ¿y ahora?” Cristo señala: “Brasil

ESCLARECIMIENTOS DEL CULPABLE

ESCLARECIMIENTOS DEL CULPABLE

Divaldo Pereira Franco

Libro: Terapéutica de Emergencia

Si usted supiese como yo me encontraba, en el momento de la agresión, ciertamente que no me desearía hacer daño, ni pensaría en contratacar.

El agresor, en verdad, es más infeliz, por cuanto transfiere de su agitado mundo íntimo toda la perturbación de que se siente poseído y no se puede contener.

Si usted pudiese saber, realmente, como yo me sentía, vencido por la ira que se hizo, a su vez, mi largo verdugo, con la seguridad me daría un crédito de confianza, disculpándome.

¡Si usted pudieses imaginar cómo me encuentro, en este momento!…

Yo lo o agredí, es verdad, y reconozco mi error.

Si tomas represalias, aunque sea mentalmente, por el daño que le hice, me apiado, porque usted erra, también, enfadándose.

Considere que el ciego, ignorando la luz, no pode avaluar lo que pierde. Todavía, transita amargado e infeliz cuando no se clarea por dentro.

Mi situación es más grave, por cuanto, aun viendo, preferí no divisar.. .

La víctima es siempre simpática; el agresor se hace detestable.

El perseguido inspira simpatía; el verdugo estimula la aversión.

Quien sufre, genera, en torno de si, afectividad; al paso que el promotor de los sufrimientos, se hace odiar.

Jesús sensibilizo la Historia y la Humanidad, todavía, Sus verdugos, aun hoy son el símbolo de la hediondez y del mal querer.

Si usted lograse comprender las injunción negativas de aquel momento, desearía no haber sido el agresor, antes si, ser la víctima.

Ayúdeme, en la tarea de erguimiento que ahora emprendo, usted que se encuentra en mejores condiciones de lo que yo.

Si usted pudiera, permanezca en la posición pacífica, en la de víctima, evitando todo para jamás tornarse en verdugo o agresor de quien quiera que sea.

Se lo digo así, porque conozco el regusto de la amargura del sufrimiento y pretender que teniendo razón en el mal que le hice, habiéndolo hecho mucho bien…

Deme su mano, y levánteme, amigo, necesitado como estoy de su auxilio.

MARCELO RIBEIRO

47

ORACIÓN DEL JOVEN

Señor: me siento aturdido en el báratro de la vida moderna.

Este fue un día de agitación.

Pensando en el estómago y en las exigencias del cuerpo, me olvide de recurrir a Ti.

Dominado por las pasiones desperdicie el tiempo en la futilidad.

Entre torturas y ansiedades, salí a la caza de sensaciones fuertes.

Ahora me detengo cansado…

Corrí de un para otro lado, estuve acorralado por los impositivos de la vida atribulada, y, en este momento, me veo con las manos vacías de hechos nobles y el corazón sin paz…

¿Porque me permito afligir con las cuestiones de la vida transitoria, cuando ya me encuentro consciente de la verdadera realidad?

Justo ayer, haciendo un examen de conciencia, me prometí rectificación, corrección interna.

Todavía, nuevos malogros me asaltaron en el día de hoy.

Padezco recelos que me atentan la falencia íntima de los pocos valores morales que poseo.

La verdad, sin embargo, es que Te amo.

Sin embargo, me sorprendo a cada momento distante de Ti.

Ayúdame a no abandonarte, por cuanto soy yo quien necesita de Tu presencia vigorosa.

La juventud, cual licor embriagante, corre por mis venas sofocándome…

Las ambiciones me convocan a la carrera desenfrenada, en busca, después de todo, de ninguna cosa.

Escucho las ardientes invitaciones del mundo, tentadoras, seductoras y me inquieto, porque al mismo tiempo Tu voz me penetra y me arrebata.

Señor: ayúdame en la barca frágil de mi juventud ansiosa en que naufrago y sálvame!

Me calmo, confiado, grabo Tu voz diciéndome, dulce: «Buen ánimo. ¡Aquí estoy!

Llévame contigo al puerto de la paz, Divino Amigo.

MARCELO RIBEIRO

DESPERTANDO DEL SUEÑO

DESPERTANDO DEL SUEÑO

Libro: Historia de un Sueño

De la serie Becerra de Meneses

Salve, luz celestial, purísima emanación De las infinitas perfecciones, que penetras los profundos abismos donde reinan las más espesas tinieblas, para hacer relucir por todas partes la suprema majestad del Ser de los seres, del Señor de los señores, del Creador del universo. La oración fervorosa y humilde de aquella mujer te llamó, bendita luz, a las oscuras profundidades de aquel pobre espíritu y encendió en él la antorcha de la misericordia del Altísimo, para que, en la plenitud de su libertad, pudiera guiar vuestros pasos por el camino que conduce a la casa del Padre.

Despertado de su sueño, el joven se sintió perturbado por no encontrar más en si aquel volcán de furias que lo lanzo, extenuado, al lecho en el que dormía.

¡Yo dormí! él pensó. ¡Pero desde que estoy aquí, me ha sido imposible conciliar el sueño! ¡Dormir aguijoneado por todas las penas del infierno que me llevaron al frenesí de la locura, es estupendo! ¡Aún más estupendo es este despertar, que no parece el mismo, el de un condenado, sino la de un hombre a quien todo le es indiferente! Indiferente no es la palabra: las penas que me desesperaban ahora me parecen algo común, que me proveerá de felicidad en otrora… ¡Ah! soñé… y el sueño me dio esa idea de otra vida que desprecie.

Y el joven comenzó a relatar el sueño que había tenido:

— Era una niña bella y hermosa, hermosa como nunca imaginé que hubiera en el mundo.

Converso conmigo largo tiempo. ¡Qué cosas tan sublimes como increíbles! Más aquella gentil criatura tenia, en su candor, tanto imperio y, en su imperio, tanta

dulzura, que su decir se imprimió en mí con el carácter de una verdad infalible! Es verdad, lo siento, todo lo que me dijiste es verdad. No era la palabra; el sentimiento que la revestía era lo que me sujetaba, me cautivaba, me dominaba hasta el punto de hacerme casi amar mis dolores y olvidar su causa. Otro seria por mi repelido, como se repele a quien viene a agitar el hierro en la herida. Él, sin embargo, realizó una dolorosa operación sin aumentar el dolor, al contrario, calmándolo, transformándolo en vehículo de aspiraciones que embelesaban el alma.

La criatura, me dijo:

— Sufres lo que te hacen, porque hiciste peor a otros y, hasta que

redimas todo el mal que has hecho, no podrás tener bienaventuranza. Arranca de tu alma el odio y el deseo de venganza, porque aquellos a quienes odias y de quienes quieres vengarte, te hacen más bien que tus mejores amigos, dándote oportunidad de cumplir lo que prometiste cuando llegaste a esta existencia. Así, acepta con resignación las penas que te causan. Sabes que todo lo que te pasa ahora fue pedido por ti mismo, y si lo soportas como lo prometiste, tus dolores se suavizaran en esta vida y te darán gozos inefables en la otra, que es la verdadera.

— Fue eso, si, fue eso lo que soñé — recordó el príncipe —, y, en mi sueño, oí de aquella extraordinaria criatura!

— La cuestión, pues, es esta — concluyó —: el desespero aquí es el desespero allá, si no me conformo con esas desgracias que son el remedio, aunque amargo, para el mal que hice para mí mismo, causándolo a otros; o el dolor aquí, pero dolor mitigado por conformación, y felicidad allí, en la otra vida que imaginé y que, ya estoy seguro, realmente existe No vacilo, sacrifico todos los bienes transitorios por los verdaderos y eternos Sé cómo me enseñó aquel niño iluminado, que vino de la vida real a háblame en esta vida, que pronto dejaré. Amores y odios, me olvidaré de todo, con la esperanza de días mejores, que también gozara aquella a quien amo y que sufre por mi causa y que gozará también el que es mi verdugo y cruel instrumento de mi adelantamiento.  La ley es igual para todos, dije yo refiriéndome al mundo social. La ley es igual para todos, dijo el niño rubio, refiriéndose al destino de todos los hombres en la eternidad. Venga, pues, el martirio y lo encarare con la fe que me inspiró la extraordinaria criatura.

Yo, yo de hoy, quede maravillado de oír aquellos conceptos de quien antes era todo desespero, cólera y deseos satánicos, por lo que juzgue perdido irremisiblemente.

— ¿Cómo explicar tan profunda transformación, comparable a la del tigre enfurecido en ufano e inocente corderito?

— Es obra de la oración, hijo mío, que irguió, fervorosa, desde lo íntimo de su ser, aquella mujer rica de amor y de humildad. Su oración tocó la divina misericordia, y el ángel del Señor bajó a serenar la tempestad.  ¿Qué puede oponerse a los diques de la voluntad omnipotente? Todo funcionaba según la ley, según la sacrosanta voluntad.

— Más me dije: si el que sufre en la Tierra y en el espacio sufre en consecuencia de la ley de la Eterna Justicia, como entender que la oración venga a producir cualquier alteración en el sufrimiento, que vale por alteración en la ley eterna e inmutable? La Omnisciencia, que todo dispuso para los siglos, nos da testimonio contra sí, alterando y retocando ocasionalmente su obra, que debe ser infinitamente perfecta?

— ¿Así parece a nuestra ignorancia, mas sabemos nosotros cuales son los límites y condiciones de las leyes eternas e inmutables puestas por Dios? ¿Sabemos, por ventura, si lo que nos parece derogación de la ley no es condición de la misma ley, solo apreciable por los espíritus que ya poseen la ciencia de la creación? Voy a darte un ejemplo de lo que nos parece excepción o derogación de una ley natural — fenómeno, sin embargo, comprendido en la misma ley, más que al ignorar su extensión, la juzgamos herida por ella.

— Conoces la ley de la gravedad — prosiguió Bartolomé de los Mártires —, en virtud de la cual todos los cuerpos caen, por su propio peso, sobre la tierra? Pues bien: sumerge una corteza en un vaso de agua y la corteza, que es el cuerpo pesado, en vez de ir al fondo del vaso, como es de ley, sube para la superficie en oposición a esa ley. ¿Es el agua la que sube por un tubo a grandes alturas contra la ley de la gravedad? La ciencia, la imperfecta ciencia de los hombres, choco ante esos fenómenos, que le parecían inexplicables; más la verdadera ciencia, la que comprende todas las leyes en sus relaciones mutuas, vino, por otro chorro de luz, para demostrar a los sabios que el corcho y el agua que suben obedecen a la ley de la gravedad. Hoy, vosotros ya lo entendéis, gracias al descubrimiento de Arquímedes, matemático e Inventor griego, que creía que nada es tan grande que no se puede medir. En física, en su Tratado de los cuerpos flotantes, establece las leyes fundamentales de la estática y de la hidrostática.

Cuando los sabios y los estudiosos lleguen al conocimiento de toda la extensión y a la comprensión de la ley de la Justicia Eterna, entonces sabremos si la oración puede o no alterar, atenuar y, hasta, suprimir los sufrimientos, que son el efecto de esa ley. Ya sabemos, sin embargo, que ella es benéfica para aquel que la hace y al que la siente y es por ella tocado hasta el arrepentimiento. La oración es, por tanto, recomendada como el mejor fruto de nuestra caridad. ¡Me toco, profundamente la sabia lección, cara a lo que estaba viendo sin saber explicar! El hecho era patente: La mujer oro, el ángel bajo, y el tigre se transformó en cordero.  Como y porque el hecho se dio, aparentemente contrariando la ley, yo no lo podía comprender, más quede sabiendo que nada se altera en el plano eterno de la Eterna e Infinita perfección.

Los dejé a ambos en la guarida y regresé al cuerpo.

3 13. “La calidad de la oración es clara, sencilla, concisa, sin fraseología inútil (…). Cada palabra debe tener su propio alcance, despertar una idea, poner en movimiento una vibración del alma.   En una palabra: debe hacer reflexionar. Sólo bajo esta condición puede la oración logra su objetivo: de lo contrario, no es más que ruido». Evangelio Según el Espiritismo